Se podría decir que la segunda novela de Vivian Dragna (Buenos Aires, 1967), El daño está hecho (Corregidor), cuenta las historias de dos protagonistas, María y Lola, que son un mismo personaje: una periodista argentina madre de dos niñas y casada con un publicista exitoso, que es acusada y detenida en una cárcel española por tráfico de cocaína. En prisión, María (la profesional especializada en economía) consigue que le presten una máquina de escribir para hacer más llevaderas las jornadas carcelarias; Wad-Ras, el centro penitenciario de Barcelona, enmarca un proceso de introspección en el que se alternan recuerdos de infancia y juventud (cuando María aún era Lola, la chica a la que su madre abandonó) con los sucesos que desencadenaron la detención. “Yo no era nadie ahí, nada de lo que había sido. Había perdido total control de mi vida”, reconoce la protagonista. Paradójicamente, gracias a la “cárcel propia” de la escritura, podrá transformarse en una mujer libre (al menos, del peso del pasado).

La novela de Dragna, que se destaca por su extensión y una estructura calibrada, partió de la imagen de una mujer que escribe en situación de encierro. “De hecho, lo necesito para escribir: un lugar acotado, con la puerta cerrada, sin gente alrededor”, dice la autora, y revela que algunos aspectos de la historia están basados en hechos reales. “Todo lo que escribimos tiene algo de nuestra vida, algunas veces son hechos, otras cómo miramos la realidad. En este caso hay tres hechos de mi vida en la novela: estuve presa un día, tuve un novio que se fue a vivir a Israel al que busqué desesperadamente y reencontré veinte años más tarde en Barcelona”. En la novela, María viaja a España para volver a ver a Franco, su primer amor (y proveedor de cocaína). A Iván, su marido, le miente sin culpa.

La primera parte de El daño está hecho transcurre en la cárcel barcelonesa. “A través de un periodista español amigo, me puse en contacto con un penalista para asesorarme de los aspectos procesales de España –cuenta Dragna–. Investigué mucho acerca de la vida carcelaria, del vocabulario de las presidiarias, de sus actividades, de lo que pueden estudiar, de cómo crían a sus hijos. Vi videos, series que transcurren en cárceles. También di taller literario en la cárcel de Devoto, por lo cual conozco el procedimiento de ingreso y egreso, los pabellones, el patio”. Del elenco de personajes, se destaca la figura del Director de Wad-Ras, que actúa como aliado, lector e incluso “editor” de los papeles de María, al recomendarle que escriba más sobre su madre y menos su relación con Franco y las drogas. En la segunda parte, ambientada en un pueblo de pescadores, en la Costa Brava, el Director se vuelve su anfitrión. Allí la protagonista, que ha tomado la decisión de postergar por tiempo indefinido su regreso a la Argentina (donde la espera su familia), juzga su pasado. “¿Quién podría haber sido sin mis tragedias?”, se pregunta.

Si bien la intriga se orienta a lo existencial, la novela toma recursos del género negro. “Intenté desarrollar una trama policial al mismo tiempo que contaba una vida. En el presente, María está en prisión en otro país acusada de traficar drogas, hay una investigación, puede ser culpable o inocente. En el pasado, ella es Lola, y le ocurren hechos que también tienen la tensión del policial, ya que hay una búsqueda de verdades”. Una de esas verdades apunta a una cuestión que ha vuelto a convocar el interés de muchas escritoras: la maternidad. La madre de Lola la ha abandonado en la infancia, dejándola al cuidado de un padre sufriente; ahora, María no está segura de querer volver junto a sus hijas. “¿Cuánto tiempo debemos seguir al lado de nuestros hijos?, ¿para qué los tenemos? –se pregunta la autora–. No es por amor a ellos, porque no los conocemos antes de nacer, y si es por amor a nuestra pareja, es una ofrenda muy grande. La mujer pone el cuerpo, la mayor cantidad de horas y atención a sus hijos, y es la que menos suele crecer profesionalmente. No es fácil criar hijos, hay un deseo por tenerlos, pero luego una complicación en llevarlo a cabo.” Para la protagonista de la novela, la maternidad podría ser otra cárcel.

El daño está hecho

Vivian Dragna

Corregidor

384 páginas