Las previsiones de los organismos internacionales anticipan una caída de la tasa de crecimiento de las principales potencias económicas en 2023. Para el conjunto de los países, el Banco Mundial predice un crecimiento del 1,7 por ciento del PIB, vale decir que su nuevo cálculo recorta de la mitad la previsión realizada en junio pasado.
La sorpresa analizando el texto distribuido a la prensa el 10 de enero del 2023 es que ya no se hace sólo mención a la guerra en Ucrania para explicar la recesión económica, sino que se admite una ralentización endógena. Las economías de los países avanzados crecerían 0,5 por ciento, un valor inferior al error estadístico, lo cuál permite sostener que las cifras anunciadas son una clara indicación de una próxima recesión. En los Estados Unidos el aumento del PIB sería de 0,5 por ciento, mientras que la Zona Euro sería nulo. Es la primera vez desde los años '30 que se observarán a nivel mundial dos años recesivos en la misma década (2020 y 2023).
Esta evolución es la resultante de errores en las políticas económicas cometidos en las principales potencias económicas, por los economistas y gobernantes neoliberales, como Ángela Merkel, Emmanuel Macron, Boris Johnson o Donald Trump. El principal de estos errores es la baja del gasto público realizado en 2021 luego de la disminución de la letalidad de la pandemia y de las restricciones sanitarias.
Además, la aparición de cuellos de botella en los aprovisionamientos desde los países asiáticos y el aumento del precio de las materias primas impulsó un incremento de los precios, que los responsables pretendieron combatir con aumentos innecesarios de las tasas de de interés por parte de la Reserva Federal (banca central de Estados Unidos) y del Banco Central Europeo.
Argentina al tope del ranking mundial de crecimiento
El elevado nivel del crecimiento económico obtenido en Argentina en 2022 (casi 6 por ciento), que ubica al país en los primeros lugares del ranking mundial con más crecimiento económico, debe ser para el Gobierno un aliciente a tomar medidas fuertes que tiendan a mantener esta tendencia protegiendo a la población de una recesión.
Aumentar el consumo privado, que constituyó el 72,4 por ciento del PIB durante los tres primeros trimestres del 2022, es la base sobre la cual se debe articular la línea de defensa económica frente a la recesión mundial. Esto implica, por un lado, ampliar la protección del mercado interno frente a la presión de las importaciones, ya que los países tratan de incrementar las salidas para preservar su empleo con subvenciones y practicando el dumping.
Por otro lado, es necesario incrementar el ingreso de los trabajadores y de los jubilados, así como las ayudas sociales y controlar el incremento de los precios para que los esfuerzos en incrementar los ingresos no sean esterilizados por las remarcaciones.
Esta orientación es tanto más necesaria en la medida en que se mantenga la persistencia de la búsqueda de rentas inflacionarias por parte del capital concentrado, en particular los productores y distribuidores de bienes de primera necesidad como los alimentos, que estimularon la inflación no obstante lo cual no lograron impedir el crecimiento económico.
Qué hacer para mantener el dinamismo de la economía
El Estado debe además disminuir la tasa de interés y crear nuevos incentivos a la inversión que en 2022 representó 21,2 por ciento del PIB, superando la parte correspondiente a las exportaciones. Bajar la tasa de interés implica volver a tasas reales pasivas negativas. Esto es determinante ya que, como se observa en la actualidad, los incrementos en las tasas en los países avanzados no logran reducir la inflación y agudizan la recesión.
Con casi 70 por ciento de utilización de la capacidad instalada de la economía es importante que se faciliten las condiciones para el funcionamiento del acelerador de la inversión. Vale decir que el incremento del consumo continúe arrastrando la inversión. El incremento del gasto de las administraciones debe igualmente acompañar el crecimiento económico.
El marco recesivo de la economía mundial y los factores limitantes a nivel interno, como la sequía y la retención especulativa de la producción agrícola, provocará una caída de las exportaciones. Estas condiciones del entorno económico son una clara incitación para que el gobierno peronista mantenga el nivel del gasto público para impedir una caída de la demanda agregada por un lado, y mantenga una clara restricción a las exportaciones subvencionadas por los países en crisis que tratarán de atenuar las consecuencias por esta vía.
El principal objetivo del Gobierno a través de estas políticas de sostén de la demanda agregada debe ser ampliar y profundizar la inclusión social, y acompañar la creación de empleos para esquivar la recesión mundial. La redistribución del ingreso a través de una política impositiva dinámica que incremente los impuestos directos pagados por los más ricos es la dirección idónea que debe tomarse para equilibrar las finanzas públicas y no la reducción del gasto como reclaman los economistas ortodoxos.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de La economía oligárquica de Macri, Editoral Ciccus, mayo 2019.