Este 24 de febrero se cumplen 77 años del primer triunfo electoral del peronismo. Aquel día de 1946, la fórmula encabezada por Juan Domingo Perón y Hortensio Quijano ganó los comicios presidenciales y abrió una etapa absolutamente novedosa para la historia argentina, con políticas de Estado que tuvieron como pilares la producción, el trabajo y la justicia social. Nuestro presente nos interpela a revitalizar esas banderas y construir un peronismo del siglo XXI, que lea el contexto global y las demandas populares de estos tiempos.
La Argentina va a crecer en los próximos años porque tiene mucho de lo que el mundo requiere: litio, alimentos, energía y economía del conocimiento. El gran debate es cuántos argentinos va a haber adentro y cuántos afuera. Y el desafío es consolidar un modelo de desarrollo de largo plazo y que incluya a los 46 millones de argentinas y argentinos.
Trabajé en muchos países de América Latina y siempre sentía que eran países de un tercio adentro, con altos ingresos, con tres idiomas en sus escuelas privadas, muy globalizados; y dos tercios absolutamente afuera, con trabajos precarizados y sin acceso a la infraestructura básica. En el siglo XX, la Argentina logró romper ese esquema. Por eso, tenemos que recuperar nuestras mejores tradiciones para generar procesos de ampliación de derechos, pero vinculados también a la ampliación productiva.
Necesitamos un peronismo que no piense solo en la distribución del ingreso sino también en la creación de valor agregado. Tenemos la obligación de ampliar la torta productiva para crear este nuevo modelo de desarrollo, como ya lo viene planteando en sus últimas intervenciones la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. Una clave es dar el salto desde un esquema extractivista a un modelo de industrialización. La bandera del peronismo fue extender el bienestar a la totalidad de la población. Construir este peronismo del siglo XXI tiene que ver con llevar los beneficios de los grandes vectores del desarrollo que se viene (alimentos, energía, minería y economía del conocimiento) a la mayor cantidad de argentinos. Para eso, tenemos poner al agregado de valor al tope de la agenda.
El peronismo es pensar en el empresario PyME como el gran sujeto de transformación. Es vincular a la economía popular para potenciar un fuerte ecosistema de sector privado nacional. En esa línea, es prioritario generar un sistema masivo de crédito bancario y no bancario.
Es fundamental impulsar la economía del conocimiento, llegando a dos millones de jóvenes por medio de capacitaciones masivas, incubadoras de emprendimientos digitales y la incorporación de las tecnologías en los programas escolares y universitarios. Hace falta más ciencia, tecnología e innovación en las escuelas secundarias para preparar a nuestras pibas y pibes para las nuevas realidades laborales; y para que las aulas y los laboratorios del nivel medio sean el lugar para comenzar a formar la nueva generación de científicas y científicos de la Argentina del futuro.
Debemos enfrentar uno de los grandes problemas que tenemos en los barrios vulnerables: la falta de acceso a los servicios básicos y la desigualdad escolar. Fortalecer la urbanización de más de 5600 barrios populares, que puede ser la palanca para generar un gran plan de empleo. Y seguir avanzando en la construcción de 3000 jardines de infantes y espacios de primera infancia, que también representa miles y miles de maestras jardineras y gente trabajando en la construcción.
Necesitamos todo a la vez: sectores vinculados al mundo globalizado, nuevas industrias, pymes, economía del conocimiento, trabajo masivo de pico y pala. Con todas estas políticas, apuntamos a poner en valor una idea central para la tradición del peronismo: gobernar es crear trabajo.
Los empresarios nacionales, las pymes, las clases medias profesionales, las clases medias con trabajo formal, los monotributistas, los jóvenes, los cuentapropistas, los que viven de la changa, los trabajadores de la economía social requieren certezas y tienen intereses comunes: la necesidad de un mercado interno fuerte, de un esquema económico que estabilice precios y promueva la producción y el trabajo.
Nuestro país vale la pena y tiene futuro. La gran tarea política del peronismo es construir una nueva mayoría que revincule estos intereses y motorice las energías y expectativas sociales.
* Daniel Arroyo, diputado nacional del Frente de Todos.