La actividad industrial cerró 2022 con un importante crecimiento del 6,5 por ciento respecto de 2021, lo que constituyó el segundo año consecutivo de mejora, luego de la fuerte caída del trienio 2018-2020. Así lo destacó la Unión Industrial Argentina (UIA) en su reporte estadístico anual, donde señaló que no solo se recuperó toda la pérdida de la pandemia, sino también lo peor de la crisis que ocasionó el gobierno de Juntos por el Cambio.
"La producción logró superar los niveles de 2017 (+3,6 por ciento) y quedó levemente por debajo de los registros de 2015 (-2 por ciento)", puntualizó la central fabril, que no obstante señaló que la actividad "aún se encuentra lejos del máximo nivel alcanzado en 2011, un 16,4 por ciento por debajo".
Pese a ello, la relación política de la UIA con el actual gobierno ha sido de fría a tirante, por los congelamientos, acuerdos y controles de precios dispuestos para aminorar la marcha de la inflación. El presidente de la central fabril, Daniel Funes de Rioja, es un exponente del pensamiento económico ortodoxo y, además, resiste las regulaciones del Estado en su carácter de titular -al mismo tiempo- de la cámara de empresas alimenticias, la Copal. Por esa misma impronta ideológica, la UIA mantuvo una actitud pasiva frente a la crisis industrial que provocaron las políticas de apertura importadora, los tarifazos y la caída del mercado interno durante el gobierno de Mauricio Macri.
En cuanto al cierre de 2022, el informe advierte que en diciembre se registró una caída del 1,1 por ciento interanual, la primera en 10 meses, además de una contracción del 3,2 por ciento respecto de noviembre.
"También comienza a impactar el menor dinamismo de la actividad (construcción, sequía en el agro, entre otros), la suba en el costo de financiamiento y dificultades derivadas de las restricciones al acceso de insumos importados", advirtió la UIA.
La entidad reseñó que el año pasado "en el plano internacional, la invasión de Rusia a Ucrania implicó un menor crecimiento global, un aumento generalizado de costos e inflación mundial y una aceleración de las políticas monetarias contractivas con encarecimiento de las tasas de interés internacionales".
En cuanto al panorama local, indicó que "se mantuvieron e intensificaron las tensiones cambiarias y financieras de los años previos", y si bien el acuerdo con el FMI "permitió refinanciar los vencimientos externos con el organismo y brindar cierta previsibilidad, al mismo tiempo implicó metas en materia de acumulación de reservas que, en un contexto de menor saldo comercial por la suba de precios internacionales y elevada brecha cambiaria, derivaron en crecientes dificultades en el acceso a divisas para la producción".
En ese sentido, precisó que el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) "mostró dificultades en su funcionamiento para las empresas industriales", y que "más de un 80 por ciento de las firmas indicaron que los plazos de aprobación de las solicitudes con el nuevo sistema fueron más largos que con el sistema anterior, por lo que se encareció y limitó el abastecimiento de insumos claves para la actividad industrial".
La UIA subrayó que "el consumo durante la primera mitad del año mostró una leve recuperación, en gran parte como consecuencia de incrementos en los salarios y de refuerzos de ingresos a jubilados, monotributistas y titulares de planes sociales, lo que permitió mantener el poder de compra a pesar de la aceleración de la inflación". "Dado este contexto, la evolución de la actividad fue dispar a lo largo del año, con un mejor desempeño en la primera parte (+4,6 por ciento semestral y 7,7 interanual) que en la segunda (+0,7 semestral y +5,5 interanual)", planteó.