El ministro de Economía, Sergio Massa, insiste con lograr un objetivo de inflación del 60 por ciento para 2023. Pese a que la suba de precios de enero se ubicó en el 6 por ciento y se prevé un resultado similar para febrero, el optimismo de quien dirige la política económica nacional no cede.
Su confianza en alcanzar una caída de 40 puntos porcentuales en la tasa de aumento de los precios se basa en su fe en la política ortodoxa de reducción del déficit fiscal y altas tasas de interés que viene implementando desde su asunción. Ello acompañado de cierto pragmatismo heterodoxo, como la aplicación de Precios Justos y la negociación con los empresarios para evitar desabastecimiento a cambio del acceso a dólares a precio oficial para importación.
Visto desde la perspectiva de los últimos años, el programa de Massa no difiere en gran medida del que intentaron aplicar ministros anteriores como Guzmán, excepto por una más determinada reducción del gasto. Tampoco se diferencia demasiado de los programas de metas de inflación aplicados a inicios de la gestión Macri, más allá de que entonces se sostenía un déficit fiscal creciente financiado con la colocación de bonos en los mercados internacionales, hoy cerrados por la crisis de deuda externa en que derivó aquella política. Si las políticas no difieren demasiado de aquellos intentos fracasados, ¿por qué los resultados serían esta vez distintos?
Razones
La inflación argentina de las últimas décadas tiene un fuerte componente inercial. Esto significa que la tasa de aumento de los precios del pasado se traslada como un piso a la inflación del futuro. Ejemplos de ellos son los contratos de alquiler que ajustan por la inflación del año anterior, contratos financieros ajustados por la inflación pasada (CER, UVA), una política financiera y cambiaria que propone acomodar el valor de la tasa de interés y el dólar de acuerdo a la evolución pasada de la inflación y pedidos de aumentos salariales en paritarias que toman como punto de partida los aumentos de precios que carcomieron su poder adquisitivo en el pasado.
Así las cosas, ¿por qué motivo bajaría la inflación al 60 por ciento desde el actual piso inercial del 100 por ciento? Los alquileres van a aumentar cerca de tres dígitos de acuerdo al índice de locación, las tasas de interés ya muestran tres dígitos, los aumentos salariales se encuentran en esos niveles y difícilmente admitan aumentos menores so pena de un fuerte deterioro en su poder adquisitivo.
Si los costos de alquileres, los salariales y financieros sufrirán aumentos de tres dígitos, ¿por qué motivo los empresarios aumentarían los precios 40 puntos porcentuales menos? Acaso por una reducción del déficit fiscal que implica, paradójicamente, mayores aumentos de costos por subas en las tarifas de los servicios públicos.
El actual programa contra la inflación va a fracasar como han fracasado los anteriores dado que parte del mismo equivocado análisis sobre las causas de la inflación y, por ende, sobre las políticas para combatirla.
@AndresAsiain