Hay una controversia en torno a la carta de intención acordada entre la empresa nacional Arsat y la estadounidense Hughes para construir y operar el satélite Arsat 3 que requeriría, según cálculos de Arsat, 230 millones de dólares de dólares; lo cual no significa que el aporte de Hughes sea dicha suma.
La polémica ha girado sobre cuatro ejes. Por un lado, se debate si lo acordado viola los artículos 8 y 10 de la Ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital aprobada y promulgada en noviembre de 2015 y que dicen: “Establécese que el capital social de la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima ARSAT estará representado en un cincuenta y uno por ciento (51%) por acciones Clase ‘A’, encontrándose prohibida su transferencia y/o cualquier otro acto o acción que limite, altere, suprima o modifique su destino, titularidad, dominio o naturaleza, o sus frutos o el destino de estos últimos, sin previa autorización expresa del Honorable Congreso de la Nación” (artículo 8) y”Cualquier acto o acción que limite, altere, suprima o modifique el destino, disponibilidad, titularidad, dominio o naturaleza de los recursos esenciales y de los recursos asociados de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y de las Telecomunicaciones, definidos en la ley 27.078 ‘Argentina Digital’, que pertenezcan o sean asignados a la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima Arsat, requerirá autorización expresa del Honorable Congreso de la Nación” (artículo 10).
Por el otro, se discute si lo acordado –creación de un nueva empresa, “Newco”–por Arsat (49% del paquete accionario) y Hughes (51% del paquete accionario) es conveniente, si el compromiso es el producto de una política de ajuste en materia de inversión del Estado nacional derivada del alto déficit fiscal, y si lo convenido preanuncia, hacia el futuro, la privatización/extranjerización de una exitosa compañía nacional.
Adicionalmente, hay una dimensión geopolítica en juego: si lo que subyace al acuerdo es entregar a un grupo concreto un paquete cerrado que deja fuera de competencia a varios interesados en el mercado satelital argentino. De hecho, lo pactado es con Hughes aunque también se señala en la carta de intención que habrá otro acuerdo confidencial mediante el cual el proveedor del Arsat 3 será la empresa francesa Thales que opera en el área aeroespacial, de defensa, transporte y seguridad. En breve, hay compañías de dos países involucrados en la construcción del satélite argentino: Estados Unidos y Francia. Potencialmente ello les permitiría bloquear el ingreso de otras contra-partes crecientemente interesadas en el área de las comunicaciones. Y por último, se polemiza si lo firmado incide sobre el sentido de Arsat como empresa clave para el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación nacional.
Sugiero incluir otro dato al análisis: se trata de evaluar a la empresa misma, a sus autoridades, su vínculo con la política y su relación con el país antes de la firma de la carta de intención. Ello permitiría un análisis más integral del caso en cuestión.
Hughes es una corporación estadounidense líder en sistemas y servicios satelitales de banda ancha con clientes en Estados Unidos (fundamentalmente), Europa, India y Brasil. Su fundador en los años treinta fue el magnate, aviador y director de cine, Howard Hughes. En 1959 comenzó la fabricación del satélite Syncom que fue finalmente lanzado en 1963.Para entonces se había transformado en Hughes Space and Communications (HSC). En 1985 General Motors adquiere la compañía fusionando HSC y Hughes Aircraft y en 1997 Hughes Aircraft se fusiona con Raytheon, uno de los contratistas de defensa más grande de Estados Unidos. En 2000 Boeing que fabrica, entre otros, aviones satélites y misilesadquiere HSC. En marzo de 2017 Hughes, la empresa SES de Luxemburgo y la compañía francesa Thales –que en su momento aprovisionó a la construcción de satélites en el país– llegaron a un acuerdo para mejorar la banda Ka, un rango de frecuencia usado en las comunicaciones satelitales. El vínculo Hughes-Thales es anterior a la carta de intención entre Hughes y Arsat.
En 2010 Hughes tenía activos valuados en 1363 millones de dólares. En 2011, EchoStar la compró por 1300 millones de dólares. EchoStar opera una gran flota de satélites; la mayoría de ellos construidos por Lockheed Martin y SSL. Los ingresos consolidados de la empresa (la suma de Hughes más EchoStar) en 2016 fueron de unos 3000 millones de dólares y el total de sus activos alcanza a 9000 millones de dólares.
EchoStar fue creada en 1980 por Charles Ergen quien, a su vez lanzó en 1996 Dish Network que, con el tiempo, se convertiría en el mayor proveedor de televisión paga por satélite en Estados Unidos. En 2008 EchoStar y Dish Network (9630 millones de dólares en activos en 2010) se constituyeron en dos empresas distintas aunque Ergen, un hombre al parecer muy temperamental y litigante frecuente, posee la mayoría del poder decisorio sobre los activos de ambas. Entre junio de 2011 y marzo de 2015 el CEO de Dish Network fue Joseph Clayton quien, a su vez, estuvo en el directorio de EchoStar entre 2008 y 2011. En 2015 Ergen reasumió como CEO de Dish Network.
Hughes, EchoStar, Dish Network, Claytony Ergen han sido aportantes a las campañas presidenciales y legislativas, así como a los denominados Comités de Acción Política (PAC por su sigla en inglés) que son organizaciones que suman contribuciones y los donan a favor o en contra de determinados candidatos. Hughes ha hecho algunos pequeños aportes a candidatos demócratas y republicanos (ver https://www.opensecrets.org/orgs/summary.php?id=D000045979&cycle=A). EchoStar es una de las compañías satelitales que más ha aportado a campañas políticas en Estados Unidos y loha hecho tanto a demócratas como a republicanos (https://www.opensecrets.org/search?q=EchoStar&type=orgs#pacs). Dish Network es un importante contribuyente a los candidatos; en especial a los demócratas (ver https://www.opensecrets. org/orgs/totals .php?id=D000000535 &cycle=2016). En la elección de 2016 donaron 378.509 dólares a Hillary Clinton. Cabe recordar que en el mejor estilo de “puerta giratoria” 25 de los 29 lobistas de Dish Network ocuparon cargos públicos.Claytondonó, mientras estuvo en Dish Network, solo a candidatos republicanos. Curiosamente, y ya retirado, hizo en 2016 una donación de 2300 dólares a Donald Trump (ver: https://www.opensecrets.org/search?page=1&q=Joseph+clayton&type=donors). Ergen, el mayor multimillonario del estado de Colorado, ha hecho muchas donaciones a los candidatos de los dos partidos (https://www.opensecrets.org/donor-lookup/results?name=Charles+Ergen). Cabe destacar que, sin embargo, a Ergen se lo identifica como un “blunder” –persona con amigos altamente posicionados y que pueden hacer un cheque cuantioso a un candidato– del republicano John McCain a quien aportó en su momento 174.200 dólares. Paralelamente, las contribuciones de Dish Network y de Ergen han tenido como objetivo, entre otros, el que los receptores de los aportes hicieran lobby ante la Comisión Federal de Comunicación (FCC por su sigla en inglés) para que sus regulaciones favorezcan a la empresa o en su defecto no la afecten. La organización sin fines de lucro y dedicada a promover la transparencia institucional, al rendición de cuentas y la responsabilidad fiscal, Watchdog.org, ha informado sobre ese tema en particular (ver http://watchdog.org/217746/ergen/, http://watchdog.org/218515/dish-ceo-charlie-ergen/ y http://watchdog.org /220247/dish-tv-ceo-taxpayers-gave-3-billion-subsidy-youre-real-winners/). Asimismo, Ergen ha sido nombrado como uno de los multibillonarios que se ha aprovechado de un resquicio técnico; el llamado Grantor Retained Annuity Trust (GRAT) que permite eludir el pago de ciertos impuestos creando un fondo y transfiriendo el mismo a familiares (ver https://www.washingtonpost. com/business/grat-shelters-an-accidental-tax-break-for-americas-wealthiest/2013/12/27/936bffc8-6c05-11e3-a523-fe73f0ff6b8d_story.html?utm_term=. 0d8421a6fd80). Se calcula que ese refugio impositivo ha significado una pérdida para el gobierno federal de 100.000 millones de dólares desde el año 2000. De acuerdo a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC por su sigla en inglés) Ergen utilizó el GRAT y traspasó unos US$ 300 millones de dólares a sus familiares.
En términos del vínculo de Hughes con la Argentina en el ámbito satelital, hay antecedentes a la reciente carta de intención firmada. En octubre de 2016 Arsat había escogido el sistema Júpiter de Hughes para entregar conectividad a comunidades rurales. De ese modo la empresa estadounidense proveería terminales VSAT que funcionarían sobre el Arsat 1 y el Arsat 2. “Hemos seleccionado a Hughes porque sus productos tienen el mayor rendimiento y eficiencia para expandir rápidamente el servicio a una gran base de clientes en un área geográfica grande, que es exactamente el reto al que nos enfrentamos”, dijo entonces el presidente de Arsat, Rodrigo de Loredo.Según una noticia provista por la empresa (ver, http://www.prnewswire. com/news-releases/bridging-the-digital-divide-in-argentina-with-satellite-technology-300371331.html) en noviembre de ese año hubo un evento en Buenos Aires cuyo anfitrión fue el entonces embajador de Estados Unidos en la Argentina, Noah Mamet y del que participó el vicepresidente de Hughes, Ramesh Ramaswamy. Estuvieron presentes unos 50 altos funcionarios del gobierno y ejecutivos de empresas de telecomunicaciones. En ese marco, Ramaswamy destacó lo acordado con ARSAT e indicóque esperaba ampliar el “acceso a la banda ancha en la Argentina”; algo que a su turno contribuiría a “avanzar en las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina”, según el embajador Mamet.
En diciembre de 2016 el presidente de Arsat, Rodrigo de Loredo, insinuó algo clave sobre el tema: “Nos hemos autoimpuesto lanzar ese tercer satélite sin aportes del tesoro nacional y sin usar créditos blandos que le quiten cupo crediticio a obras de infraestructura básica” (ver, http://www.lanacion.com.ar/1969946-rodrigo-de-loredo-arsat-tuvo-resultado-positivo-compitiendo-y-sin-aportes-del-tesoro). Las opciones entonces serían un crédito a riesgo de la propia empresa, que se venda el satélite a un privado llave en mano, o la venta anticipada de la capacidad. El 29 de junio la firma de la carta de intención Arsat-Hughes confirmó cuál ha sido la opción escogida.
El rápido recorrido sobre la empresa Hughes, sus autoridades, su cabildeo político en Estados Unidos y su relación inicial con Arsat resultan importantes. El mejor modo de evitar elucubraciones es la transparencia. El mejor modo de afrontar críticas es la rendición de cuentas. El mejor modo de eludir preconcepciones es la deliberación pública. ¿Quién o quiénes escogieron esa compañía? ¿Qué características de la misma llevaron a optar por ella? ¿Cuáles criterios técnicos y políticos primaron al momento de adoptar decisiones al respecto? ¿Cuánto se contemplaron, realmente, otras alternativas? ¿Por qué se consideró adecuado el modelo de acuerdo firmado?
El caso Arsat-Hughes merece evaluarse en detalle y en todas sus aristas: esa evaluación seria e informada no pone en juego nuestra democracia, sino que la robustece.
* Profesor Plenario de la Universidad Di Tella.