La Gendarmería Nacional le dio ayer un nuevo golpe al fiscal Fernando Cartasegna, actualmente de licencia, internado en un psiquiátrico. En el peritaje realizado sobre la computadora que usaba el fiscal se detectó que se buscaron –y encontraron– las fotos de Alberto Nisman y del propio Cartasegna con los que se armó un panfleto con el título “Conozca al próximo Nisman”. El objetivo del volante era una supuesta amenaza –que a Cartasegna le iba a pasar lo mismo que a Nisman–, pero la Gendarmería demostró que la amenaza era trucha, no sólo porque se imprimió en la fiscalía de Cartasegna, sino porque la orden de impresión salió de la computadora del fiscal. Y, para colmo, ahora se estableció que las fotos del volante también las buscó y encontró el propio fiscal recurriendo a Internet desde su computadora.
Los volantes tenían un doble objetivo:
- Difundir que Cartasegna era una especie de héroe en lucha contra las mafias.
- Utilizar la muerte de Nisman, dando por probado que lo asesinaron, cuando hasta el momento ningún juez ni en ninguna causa figura que se trató de un homicidio. Más bien ocurre lo contrario, los peritajes demuestran hasta ahora que Nisman se disparó a sí mismo.
- Dando por sentado que a Nisman lo mataron, al decir en el volante que Cartasegna sería el próximo, se armaba una amenaza de muerte.
Tras dos meses de investigación, las fiscales Ana Medina y Betina Lacki demostraron que todo era falso y Cartasegna fue imputado por falsa denuncia y falso testimonio agravado en causa penal.
La estrategia de victimizarse y armar falsas amenazas tenía que ver con convertirse en una especie de intocable. Y, mientras tanto, el fiscal cometía irregularidades gravísimas. Esa es la otra parte de la denuncia. Sus pares lo acusaron, por ejemplo, de retener causas contra boliches, prostíbulos, casos de abuso sexual y pedofilia. En su fiscalía faltó plata e incluso drogas secuestradas en procedimientos; se encontraron carátulas en blanco de expedientes, con las que se armaban causas falsas; y en un placard se encontraron expedientes cajoneados, es decir que sospechosamente se demoró la investigación.
Todo esto motivó a que otro fiscal, Alvaro Garganta, le imputara los delitos de falsedad ideológica de documento público, incumplimiento de promover la persecución penal y represión del delito, violación de los medios de prueba e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
El procurador bonaerense Julio Conte Grand ya pidió el jury de enjuiciamiento para Cartasegna y cuando pase la feria judicial, el lunes próximo, dará a conocer los fundamentos de ese pedido que, en los hechos, apunta a la destitución del fiscal.
El nuevo dato surgido en esta semana proviene de un peritaje realizado por la Gendarmería en las computadoras y en la impresora de la fiscalía de Cartasegna. La Gendarmería ya había dictaminado que los volantes supuestamente amenazantes se imprimieron allí, en el despacho del fiscal. Luego, la propia Gendarmería estableció que el enter con el que se dio la orden de imprimir salió de la computadora a la que sólo tenía acceso Cartasegna. Esta semana, la Gendarmería agregó otro elemento. Revisando esa misma computadora se concluyó que el propio Cartasegna buscó por internet la foto de Nisman y la de él mismo para poner en el panfleto. En resumen, todo el proceso de los panfletos truchos lo hizo Cartasegna. Y está también la acusación de que él, personalmente, los distribuyó en los baños del edificio del poder judicial en La Plata. Las cámaras de seguridad mostrarían que concretó la maniobra, dejando los volantes en distintos lugares, durante el feriado del 1º de mayo.
Ante semejante cúmulo de denuncias, Cartasegna alegó que tuvo un colapso mental y está internado en un neuropsiquiátrico desde hace más de un mes. Ahora, Sanidad le otorgó una nueva licencia por problemas psiquiátricos, esta vez por 40 días. Durante algún tiempo corrió el rumor de que Cartasegna renunciaría, aunque no tiene los años de servicio como para jubilarse. Ahora parece que decidió que se va a defender en el inminente jury de Enjuiciamiento y designó un abogado mediático para que lo defienda, Fernando Burlando.