Grande e histórico, Independiente atraviesa un presente difícil. En el terreno futbolístico, Defensa y Justicia vive un momento de expectativas positivas. El fin de semana se enfrentaron y las diferencias entre ambos fueron abismales.
El domingo pasado, cerca de la medianoche, un hincha de Independiente que caminaba por la calle Alsina hacia la avenida Mitre le decía a otro: “La semana que viene perdemos con Banfield, la otra con Instituto…”. Unos minutos antes el equipo acababa de perder en Avellaneda 2-0 con Defensa y Justicia, que le hizo precio. En medio de la marea roja (piensen en el Ricardo Bochini lleno) otro le gritaba a sus hijos nombres y apellidos de jugadores que, a su criterio, no podían ponerse más la camiseta roja. Ese es, más o menos, el sentimiento en caliente de la mayoría de los hinchas del Rojo. Habrá que ver si la opinión cambia cuando las cosas se enfríen.
Es cierto que Independiente no levanta cabeza. Arrancó el torneo con buenas expectativas que duraron un suspiro. El 1-0 a Talleres en Córdoba embaló la ilusión de los hinchas que para la segunda fecha, ante Platense, colmaron el Ricardo Bochini. Sin embargo, la fiesta no resultó ser lo que tenía que ser: 2-1 jugando mal. Después un 0-0 con Vélez en el que los delanteros rojos no patearon al arco. Y el sábado, ante Defensa y Justicia, con un estadio lleno que deja en claro la expectativa, podría haber perdido 5-0. Las palabras de Leandro Stillitano, el técnico, en la conferencia de prensa posterior, son un resumen del momento. Entre otras cosas dijo que el buen nivel de los entrenamientos no se puede ver reflejado en los partidos, que eso es lo que lo deja triste. Pidió paciencia y tiempo al hincha y aseguró que pronto se verá un buen funcionamiento del equipo.
Si por buen funcionamiento se entienden los primeros siete minutos ante Defensa y Justicia, habrá lugar para la esperanza. En ese pequeño lapso Independiente salió a buscar la victoria, tomó el protagonismo del partido y mostró destellos positivos. Pero un mal pase en defensa generó el primero de los tantos errores y Nicolás Fernández puso el 1-0. Desde ahí, el Rojo cayó al subsuelo. El golpe anímico fue tremendo. Defensa le dejó la pelota pero los jugadores no sabían qué hacer con ella. Cada contra de Defensa y Justicia era el anuncio de otro gol. Los defensores hicieron agua y los delanteros no aparecieron. Santiago Solari Ferreyra (jugó un partidazo) hizo el segundo y al Rojo se le vino la noche. Ir al vestuario con un 2-0 abajo, de locales, es una presión tremenda. Muchos pibes, un plantel recién armado, y algunos jugadores que parecen pegar la vuelta hicieron un cóctel explosivo.
A Independiente le falta puntería, alguien que patee el arco (y que haga un gol, claro). También, alguno que ponga paños fríos. No es lo mismo jugar con tranquilidad que jugar con miedo: eso se nota en la forma de hacer pases de determinados jugadores. Parece que se quieren sacar la pelota de encima más que pensar algo urgente en beneficio del equipo. Claro que el “jugadores / a ver si ponen huevos / que no juegan con nadie” no ayuda. ¡Hay que jugar en medio de esa caldera! A la vez, hay que entender la impaciencia del público. Dos posturas por ahora opuestas.
La realidad de Independiente viene de arrastre. Son 20 años sin títulos locales y casi 30 de crisis económica. En el medio, dos Sudamericana y un descenso. La segunda gestión de Hugo Moyano dejó un tendal de deudas y malos resultados que se comprometieron a revertir Fabián Doman y compañía. Hace años que no hay plantel competitivo acorde a la historia del club (el último, con Ariel Holan). Tampoco hay dinero para armar algo de primer nivel, que tampoco garantiza resultados. Sabemos que el fútbol no es sólo lo que se ve en la cancha. La otra posibilidad es apelar a los juveniles. Pero la paciencia no parece ser una opción en estos momentos.
Donde hay paciencia es en Defensa y Justicia. Sin las presiones de los grandes, en Florencio Varela apostaron por el perfil bajo de Julio Vaccari para reemplazar a Sebastián Beccacece. De la escuela de Bielsa, Vaccari es además de DT profesor de educación física y analista de videos. Trabajó con Bielsa en España y en Francia. Y con Gabriel Heinze en Godoy Cruz. Lo dejaron colgado en Vélez el año pasado y fue a Defensa para revertir un momento incierto. Ahí anda el equipo: con nueve puntos (tres victorias, una derrota), a uno de Huracán y a tres de Lanús, el líder. El domingo paró un equipo inteligente, atrevido y decidido. Sus figuras fueron Ezequiel Unsain (transmitió seguridad los 90 minutos), Alexis Soto y Solari Ferreyra.
En un palco alto del Ricardo Bochini, casi escondido, y mezclados con periodistas, no más de 30 dirigentes, jugadores y familiares ligados a Defensa y Justicia celebraron con total respeto el triunfo ante el local. “¿Vos sabés lo que es para un club como el nuestro, tan humilde, venir acá y ganarle a Independiente?”, me dice, emocionado, un dirigente. De fondo, se escuchaban los silbidos de los hinchas del Rojo.