A un costado del hall que da paso a la sala Casacuberta del Teatro San Martín, en el pequeño living conformado por un juego de sillones grises, los tres integrantes de Teatro Futuro aceptan la invitación de juntarse a pensar sobre el pasado y el presente de su compañía. La elección de esta locación no es una mera cuestión de conveniencia para ellos –se encuentran en pleno proceso de ensayos, acá mismo, de Las ciencias naturales, la segunda obra de La Saga Europea, una tetralogía que trabaja sobre el vínculo de América y el Viejo Continente, inspirada en los mitos de la literatura de acá y allá–. Se trata más bien de una decisión forzosa: en las últimas semanas, el director y dramaturgo Mariano Tenconi Blanco, la productora Carolina Castro y el músico Ian Shifres pasan más de diez horas fuera de sus casas, repartidos entre el Teatro Picadero, donde volvieron al ruedo con La vida extraordinaria, el Metropolitan, donde acaban de reestrenar Las cautivas, y el San Martín, donde a partir de esta semana se verá su novísimo trabajo. Las ciencias naturales, que hará una función en el marco del FIBA el viernes 3 y a partir del 4 se verá de jueves a domingo, retoma el mito del Fausto (o más bien de los distintos Faustos, desde Goethe a Estanislao del Campo, pasando por el de Marlowe) para contar la historia de Rudolph Weiss, un naturalista alemán que, en algún momento del siglo XIX, viaja hacia América del Sur junto a su secretario español, Calixto Blanco, con el objetivo de descubrir el origen del ser humano.
Aunque ya habían tenido un paso fugaz por esta sala con Las cautivas (después de dos temporadas colmadas de público en el Teatro de la Ribera), Las ciencias naturales es la primera obra que Futuro produjo específicamente para ser estrenada en el San Martín. El desembarco en uno de los teatros más emblemáticos de Buenos Aires coincide con un aniversario redondo: hace diez años comenzaba a ensayarse La fiera, es decir que hace diez años los integrantes de este trío trabajan juntos. No mucho tiempo después de aquel suceso iniciático decidieron erigirse como compañía, sin sospechar todavía que terminarían creando una rara avis dentro del circuito teatral porteño. Una suerte de unicornio, por empezar, porque la suya es una compañía de teatro sin actores: Futuro está compuesta por un músico, un autor y director y una productora absolutamente fanáticos de la literatura y de la ficción, que en cada proyecto se asocian con distintos intérpretes, a los que convocan para darle un cuerpo a los personajes de esas ficciones cada vez más poderosas. Varios de ellos trabajan junto a Futuro desde hace mucho tiempo –el caso más saliente es el de Lorena Vega, que hace tres obras y siete años forma parte de la familia ampliada de la compañía–. Hay, por supuesto, muchos otros colaboradores permanentes, que una y otra vez reinciden en el trabajo con Futuro en rubros técnicos: el iluminador Matías Sendón, el escenógrafo Rodrigo Gonzalez Garillo, la coreógrafa Jazmin Titiunik, la vestuarista Magda Banach.
Pero la excepcionalidad de este equipo no radica solamente ahí. Nacida en el seno del teatro independiente –una tradición de la que sus integrantes aún se sienten parte y con la que, dicen, les interesa estar en diálogo constante–, la compañía hoy programa sus obras fundamentalmente en el circuito oficial y el comercial, por la propia escala de producción que fueron adquiriendo sus trabajos y por la necesidad de hacer más de una función por semana, que es lo que suele ofrecer como posibilidad el off. Especialmente interesante es que, si bien las tres obras que estarán haciendo funciones desde la semana que viene pueden verse en la calle Corrientes o sus inmediaciones (el Picadero, para ser precisos, queda a unos metros de la avenida), ninguna de las puestas está siquiera cerca de eso que viene a la mente de cualquiera cuando se habla del “teatro de la calle Corrientes”.
Más insoslayable aún es el hecho de que tener tres obras sucediendo en simultáneo –y otros cuantos proyectos en fase de escritura o de ensayos– es una gran empresa que requiere de un seguimiento milimétrico, sobre todo en términos de producción. Pero hay algunas singularidades más. En los últimos dos años, Futuro pasó de ser una plataforma puesta exclusivamente al servicio de las obras firmadas y dirigidas por Tenconi a transformarse en una usina de proyectos de otros dramaturgos y directores de la escena local. “Llegado cierto momento, nos interesó empezar a expandir algunos pilares fundamentales de nuestro teatro al trabajo con otros”, explica Carolina. “Básicamente, queríamos seguir haciendo ese teatro que nosotros queremos que exista junto a otros artistas con los que nos interesa dialogar, ofrecerles la plataforma de la compañía para poder montar sus obras”. A esta altura, el espectador avezado puede armar con relativa nitidez en su cabeza un bosquejo de esa idea de teatro “que a Futuro le interesa que exista”. Un teatro que parte de textos potentes, que podrían disfrutarse incluso si se los leyera pero se disfrutan aún más en escena porque están en boca de actores enérgicos, con imaginación y mundo propio. Un teatro cuyas condiciones de producción permitan la creación de un mundo, que entiende que la estética es material y un escenario pelado solo es admisible si se inscribe en una decisión deliberada de su creador. Un teatro radicalmente entregado a crear universos ficcionales, que evita las moralejas o la tiranía de los temas de moda, que no se desvive por tener alguna utilidad y que adscribe a la idea de Saer de que “la ficción no solicita ser creída en tanto que verdad, sino en tanto que ficción”.
La primera experiencia de cruce con “artistas invitados” fue Una casa llena de agua, el primer texto teatral de Tamara Tenenbaum, que en un taller con Romina Paula y en una posterior clínica con Tenconi creó un unipersonal que fue llevado a escena con actuación de Violeta Urtizberea y dirección de Andrea Garrote. Pero entretanto ya son unos cuantos más los trabajos que el equipo tiene previsto estrenar este año y el próximo. El primero de ellos será en mayo: Las Moiras, primera parte de un díptico nuevamente escrito por Tenenbaum, con dirección de Mariana Chaud y un elenco integrado por Analía Couceyro, Luciana Mastromauro, Flor Piterman y Fiamma Carranza Macchi. Se suman Derecho de piso, un musical escrito y dirigido por Shifres junto a la jovencísima Ana Schimelman, que fue asistente de dirección de Tenconi durante algunos años. También Carolina saltará de la producción a la dramaturgia y la dirección por primera vez con su obra Las cajas. Ambos proyectos se estrenarán, si todo sale bien, durante el año que viene o a principios de 2025.
PASADO
Hay bastantes más cosas dando vueltas, pero antes de seguir enumerando proyectos conviene hacer un poco de historia. 2013: Mariano, que ya había estrenado algunas obras, comenzaba a ensayar La fiera, un monólogo interpretado por Iride Mockert que contaba con música original de la arpista Sonia Alvarez junto a Ian, que en ese momento tenía 19 años. El director quería que Carolina se hiciera cargo de la producción y ella, que comenzaba a dejar otros trabajos para volcarse de lleno al teatro y se había llenado de proyectos más chiquitos, aceptó tomar un café con él aunque estaba convencida de que iba a decirle que no estaba en condiciones de sumarse algo más. Por supuesto, falló en su intento de rechazar la propuesta, principalmente por dos motivos: cuando leyó el texto, pensó que en la manera de escribir de Mariano había algo distinto, algo que la cautivaba. Pero además, dice ahora, Mariano siempre consigue lo que quiere. Ya había en el director una suerte de anhelo de crecimiento, y ese crecimiento requería de un equipo. Él lo dice con estas palabras: “Creo que lo que necesitaba era armar pandilla para animarme a hacer cosas a las que solo no me hubiera animado o que requerían de una energía para convencer a mucha gente, una energía que no sé si habría tenido sin estar acompañado”.
Desde entonces, Futuro siguió haciendo eso que hace, con cada vez mayor ambición: obras que, como decíamos, confían mucho en la potencia de la ficción, con una poética de actuación intensa y en las que la música no es un mero elemento decorativo sino una suerte de intérprete más. Si hasta podría decirse que Ian, que volvió la composición para obras de teatro un trayecto central de su carrera, es la persona que más ensaya en las obras. Jamás falta a un ensayo.
Es posible que hubiera otros nombres en danza, pero terminaron decantándose por “Futuro” por el mero hecho de que justo estaban ensayando una obra con ese título y la palabra les gustaba. La obra fue estrenada poco tiempo después, en el Centro Cultural San Martín. Como sucedió con muchas decisiones que fueron tomando, tiempo después entendieron que ese gesto poco premeditado había sido acertado. O más bien, que en esa decisión tomada un poco por casualidad se inscribía un sentido más profundo. En un país como Argentina, donde proyectar es más difícil que en muchos otros países, donde nunca es seguro que vaya a haber dinero para hacer las cosas que uno quiere hacer, y donde los cambios de gestión en una institución pueden modificar por completo los planes, Futuro es una compañía en la que la idea de lo venidero siempre está y estuvo presente. Esa confianza en el futuro se traduce tanto en la premisa de esperar a que llegue el momento justo para llevar a cabo los proyectos y en cierta inclinación a planificar, a veces con uno o dos años de antelación, con la certeza de que ese momento justo no puede agarrarte desprevenido cuando llegue.
Hay muchas anécdotas que ilustran este modo de pararse frente al trabajo, pero acaso un solo ejemplo baste. La primera vez que Carolina, la flamante productora de las obras de Mariano, leyó el texto completo de Todo tendría sentido si no existiera la muerte fue en 2013. El equipo todavía estaba haciendo funciones de La fiera, pero ya pensaba qué pasos convenía dar a continuación. La versión original de esa obra, que Mariano tenía escrita y cajoneada hacía tiempo, tenía 150 páginas –es decir que, de haberse hecho completa, hubiera durado unas cinco horas–. Cuando el director se la llevó a su productora, ella, que venía dando sus primeros pasos en el oficio, tuvo una intuición: “Esto está buenísimo”, le dijo, “pero tenemos que esperar para hacerlo”. Todo tendría sentido, que en la versión que finalmente llevaron a escena duraba unas tres horas, se terminó estrenando recién en 2017. Y, no es exagerado decirlo, marcó un antes y un después para la compañía en muchos aspectos. Por empezar, porque fue la primera que pegó cierto estirón en su escala de producción: pudo hacerse gracias a los aportes de cinco instituciones que la coprodujeron; por su gran cantidad de escenas requirió de más de tres meses de ensayos, y tenía, además, una escenografía que no hubiera entrado en cualquier sala pequeña. Pero el estreno también implicaba un crecimiento de otro orden: era una obra que podían disfrutar tanto un espectador asiduo del teatro independiente como los padres o los abuelos de ese espectador. Es decir, tenía la potencia para interpelar tanto a un público especializado como también a otras audiencias. La obra tenía pasta de suceso, y buscaba resonar en las cabezas de personas con biografías y una vinculación con el teatro muy distintas.
PRESENTE
Esa voluntad de llegar a otras audiencias que germinó en Todo tendría sentido…, terminó de consolidarse con La vida extraordinaria, que se estrenó originalmente en el Teatro Nacional Cervantes en 2018, hizo una segunda temporada en 2019 y, desde 2020, siempre que las medidas sanitarias lo permitieron, pudo verse en Timbre 4, para llegar ahora –165 funciones después–, al Teatro Picadero. A partir de la semana que viene, una vez que haya estrenado Las ciencias naturales, serán al menos 3 mil las personas que, cada fin de semana, hayan visto alguna de las obras de la compañía que actualmente están en cartel. “Creo que una cosa que nos sigue uniendo es la creencia de que el teatro es muy importante, y si pudiéramos inundar la ciudad de obras de teatro, lo haríamos”, dice Mariano. “Por eso trabajamos diez o doce horas por día en esto, y apostamos a tener tres obras en simultáneo en la calle Corrientes. E insisto con esto: no son obras diseñadas para la calle Corrientes desde algún tipo de especulación o deseo de cautivar a más público. Son obras muy nuestras”.
Pero Buenos Aires no es la única ciudad que Futuro busca inundar de teatro. A mitad de año, justo para el verano europeo, Mariano, Ian y Carolina viajarán a Barcelona a terminar de montar, junto a la compañía T de Teatre, La mujer fantasma, que se estrenará durante octubre en la capital catalana. Escrita y dirigida por Mariano (que ya viajó el año pasado a conocer a sus actrices y empezar el proceso de ensayos), la obra se sitúa a finales de los 70. Y gira en torno a cuatro maestras que, a raíz de la decisión de una de ellas de montar una obra en el teatro del ayuntamiento que permaneció cerrado durante mucho tiempo por motivos que nunca quedan del todo claros, se encuentran con los fantasmas de cuatro actrices fusiladas. Para enero del año que viene está previsto en Santiago el montaje de La gran novela americana, en coproducción con la fundación chilena Teatro a Mil. Un texto que Mariano también va a escribir especialmente y que la compañía montará con actores locales. Algo parecido sucederá en Montevideo a mediados de 2024, con un proyecto producido por la Comedia Nacional de Uruguay que ya tiene fecha pero aún no tiene nombre. Si bien cada uno de los procesos tendrá sus singularidades, todos tienen cierta hipótesis de trabajo común: partir de textos que dialoguen en mayor o menor medida con las resonancias de los países para los que van a ser creados, sumar música compuesta en conversación con cada uno de estos universos y trabajar con elencos locales, partiendo de las formas de hacer ficción que el trío encontró y aceitó en Argentina. Llevar, digamos, la caja de herramientas de Futuro a otros lugares del mundo. “Más allá de que también giramos por festivales con algunas de nuestras obras, nos gusta esta forma de internacionalización, algo distinta, crear desde cero obras en otro país. Creo que es una forma de viajar que nos sienta bien. Porque lo que muchas veces se espera de los artistas argentinos o latinos en festivales de afuera hace un poco de fricción con eso que nosotros hacemos, pura ficción, un trabajo bastante local y situado”, explica Carolina.
Pero incluso antes de todos estos proyectos se viene, como decíamos, el estreno de Las ciencias naturales, la segunda entrega de La Saga Europea. Si en Las cautivas una de las protagonistas era una muchachita de origen francés, en su nueva obra Tenconi juega con algunos motivos del imaginario germano. Por empezar, el fantasma del Fausto sobrevuela toda la historia; por otro lado, el protagonista es Rudolph Weiss (Agustín Rittano), un naturalista alemán que por muchos motivos evoca la figura de Alexander von Humboldt. El elenco lo completan Ariel Pérez de María, Marcos Ferrante, Juan Isola, Gabriela Ditisheim y Andrea Nussembaum, que interpretan a más de una decena de personajes con los que el científico va a cruzarse en su viaje por América, en busca del origen del ser humano. Además, todos ellos forman parte de una banda musical comandada por Ian, que se subió al desafío de dirigir a un conjunto de no-músicos, en una búsqueda constante de probar en cada proyecto nuevo de la compañía algo diferente a lo que había hecho hasta entonces, con la convicción de que vale la pena salirse de las fórmulas probadas e intentar, siempre que se pueda, algo nuevo. Porque el teatro, y todos los lenguajes que lo componen, son lo más importante del mundo.
RECUADRO
>Tres de Teatro Futuro en cartel
Invasión
LA VIDA EXTRAORDINARIA
Estrenada en el Teatro Cervantes durante 2018, por estos días la obra volvió a hacer funciones en el Picadero, donde seguirá hasta abril. Un poco a lo Boquitas Pintadas, La vida extraordinaria está contada a partir de diversas tramas textuales: la historia se teje a partir de un voz en off que enmarca el relato (a cargo de Cecilia Roth), de los diálogos entre las protagonistas, de las cartas que se envían cuando una se muda a Buenos Aires y la otra se queda viviendo en Ushuaia, de sus poemas y las lecturas de sus diarios íntimos. Con todos estos elementos, Tenconi construye como en collage el universo de Blanca Fierro (Lorena Vega) y Aurora Cruz (Valeria Lois), dos amigas íntimas sistemáticamente decepcionadas por los varones de sus vidas, que encuentran tanto en la lectura como en el universo cómplice que construyen entre sí el antídoto perfecto a los desencantos. Entre muchas otras cosas, La vida extraordinaria es un homenaje conmovedor a la literatura argentina.
Funciones: sábados a las 22 y domingos a las 21.
LAS CAUTIVAS
Hizo dos temporadas en el Teatro de la Ribera, pasó fugazmente por la sala Casacuberta del Teatro San Martín y hace pocas semanas desembarcó en el Metropolitan para hacer funciones durante varias semanas. Las cautivas es la obra inaugural de la Saga Europea, la tetralogía de Tenconi cuyas piezas, todas ambientadas en el siglo XIX, se proponen explorar la relación entre Latinoamérica y Europa a través de la literatura. Acá, el canónico mito de la cautiva, iniciado en las letras argentinas por Esteban Echeverría, se reescribe para contar la historia de Céline (Laura Paredes), una joven mujer francesa capturada por un malón y salvada por una inesperada protectora: una india llamada Rosalila (Lorena Vega). Lo que sigue es previsible, pero no por eso menos cautivante, valga el juego de palabras. Las dos mujeres se fugan a través de la monótona geografía de la Pampa para explorar juntas nuevos territorios del deseo, desconocidos hasta entonces para ellas.
Funciones: sábados y domingos a las 17.30.
LAS CIENCIAS NATURALES
Si Las cautivas se inspiraba en un mito literario vernáculo, Las ciencias naturales toma como punto de partida otro motivo clásico de las letras, pero esta vez uno transnacional: el de Fausto y su pacto con el diablo. Tenconi no recurre específicamente al Fausto de Goethe, ni a la versión criolla de Estanislao del Campo, ni al de Marlowe: más bien juega un poco con todos los Faustos. En la primera de sus obras protagonizada por personajes masculinos, cuenta la historia de Rudolph Weiss, un naturalista alemán que viaja hacia América del Sur junto a su secretario para buscar pistas sobre el origen del hombre. Además de hallazgos naturales, el Alexander von Humboldt de esta ficción se encontrará con varios hallazgos humanos. Un caudillo carismático, su hija, una monja y una compañía de teatro itinerante son algunos ejemplares de la fauna que conocerá en el nuevo continente. Las ciencias naturales despliega un lenguaje escénico ambicioso: los seis actores componen a casi una veintena de personajes y además forman parte de una banda musical comandada por Ian Shifres.
Funciones: de jueves a domingo a las 20, desde el 4 de marzo.