Cuando Eduardo vuelve a su pueblo a investigar una serie de crímenes, su tarea como fiscal inevitablemente se toca con la historia personal. ¿Por qué se fue de allí, hace tanto tiempo? ¿Qué esconden los diálogos elusivos con su hija, antes de partir? Hay algo que ella le recrimina, como si lo obligara a hacerse cargo de su historia. Hacia el lugar de antaño parte el fiscal taciturno, en una trama donde el aire tóxico de los agroquímicos se respira y exhala de manera cotidiana.Con el veneno y los secretos a flor de piel, Legítima defensa ofrece un thriller noir sólido, en donde los personajes se debaten con los misterios de la historia pero también, y sobre todo, consigo mismo. Notable ópera primera de su director, Andrea Braga, se estrenó en Cine.ar Play para todo el país, y estará disponible de manera gratuita hasta el miércoles próximo.

“Lo que me animó a hacer esta película fue plantearme la pregunta sobre qué tipo de espectador soy, y me di cuenta que disfruto muchísimo de las películas de género, pero siempre y cuando le den espacio a los personajes, en donde no todo tenga que ver con la trama y su resolución, sino con poner una lupa sobre éstos, para ver qué les pasa internamente. La necesidad de un desarrollo dramático amplio en los personajes es lo que más me motivó a la hora de hacer una película de género”, explica el director Andrea Braga a Rosario/12.

El triángulo de la historia lo constituyen Eduardo, el fiscal (Alfonso Tort); Ramiro, el comisario (Javier Drolas); y Paula, su esposa (Violeta Urtizberea). Entre los tres hay un pasado compartido, que los hechos a investigar traen al presente. En esta indagación (de pesquisas detectivescas pero también íntimas), el policial se inscribe como un género siempre valioso. En este caso, en un contexto lamentablemente cierto como lo es la intoxicación a partir del uso y abuso de agroquímicos. De acuerdo con Braga: “Yo ya estaba desarrollando la historia y la trama, sabía que quería ir a la profundidad de los personajes, pero no tenía en claro de qué manera. Un poco de rebote me llegó lo que estaba ocurriendo con los agroquímicos en el país, y empecé a investigar, leer, escuchar testimonios. Ahí pasaba algo fuerte; en ese momento –hace varios años atrás– no se hablaba tanto del tema. Me documenté por mi cuenta y me enteré de muchos testimonios, de tragedias. Los teóricos del guion dicen que al personaje uno lo conoce realmente cuando está en una situación extrema, porque ahí aparece la verdadera personalidad, y un poco leyendo sobre estas personas las interpreté de esta manera, ya que estaban pasando por situaciones así. Eso es lo que capté y traté de transformar en base a la ficción que estaba contando”.

En este sentido, el escenario, los parajes, el aire enrarecido, se cuelan en el relato de Legítima defensa desde una impronta sutil; también perceptible en el comportamiento de sus protagonistas. Como refiere el director: “Me pareció interesante, para decirlo de alguna manera, mantener a los personajes por fuera de campo, como para que ninguno de los tres tuviera una palabra o mensaje que decir, sino que estuvieran afuera, como lo viví yo cuando leía sobre el tema. Me gustaba la idea de que pudieran escuchar lo que estaba viviendo ese pueblo, a cada uno con sus conflictos y problemas, para analizar y transformar esa energía en otra cosa. Es un poco lo que le sucede a Eduardo: vuelve al pueblo después de 20 años porque ahora lo espera la respuesta sobre lo que le pasó a su madre”.

-Me gusta cómo es retratada la comunidad, de una manera un tanto ambivalente: es el mismo veneno el que les da también cierto bienestar económico.

-Fue por eso que se me ocurrió la figura del ayudante del comisario, un chico joven, que se acerca a Eduardo para preguntarle qué va a pasar con el pueblo, porque su hermano trabaja en la cerealera y nunca les pasó nada. Me pareció interesante mostrar ese lado de la gente que vive en los pueblos, que no sé si apoya conscientemente lo que está pasando pero hay algo de comodidad, no en el mal sentido sino simplemente porque los seres humanos tienen una tendencia a la comodidad. Tener trabajo y mantener a la familia es un acto valioso, pero sin embargo arrastra otras situaciones. No se trata de buenos y malos, hay un montón de matices en cualquier situación, y en ésta hasta podrían ser defendibles de alguna manera.

-Cuestiones que hacen del cine noir el género siempre apropiado.

-Tiene unos elementos de por sí con una carga muy interesante desde lo visual; es algo que trabajamos muchísimo con el director de fotografía (Guillermo Saposnik), la vestuarista (Betiana Temkin), la directora de arte (Malena Cores Penna); las decisiones que tomé en cuanto a la puesta en escena y de cámara están relacionadas con preguntas que tuve en la cabeza que dieran coherencia a la película: qué tipo de oscuridad y qué tipo de elegancia quería en lo visual. Cada decisión tuvo que ver con esto, fueron las palabras clave, y eso tiene que ver también con la sobriedad de los personajes, en su clave actoral. Fue toda una búsqueda, y creo que le da unidad a la película.