“Me gusta dejar siempre una puerta muy abierta, de modo que las composiciones suenen cada vez distintas, como sucede en el jazz”, explica Pablo Nemirovsky. El bandoneonista y compositor argentino presentó recientemente en Francia –donde vive desde que se exilió a comienzos de la última dictadura cívico-militar- el sexto disco de su orquesta Tierra del Fuego. La variante del tango incluyó la participación del artista plástico Ricardo Mosner tanto en la tapa e interiores del disco como en las presentaciones en vivo que realizaron, y con los aportes de los argentinos Ariel Prat y Nico Pérez como invitados. 

Nemirovsky trabaja, como siempre, a partir de improvisaciones y ritmos asimétricos. Por eso convocó al “excéntrico improvisador” Didier Petit en violonchelo y voz, al “mago” Khalid Kouhen en percusión, a la “prodigiosa” joven Suzanne Ben Zakoun en piano y voz y al “inquebrantable” Santiago Quagliariello en contrabajo, según define. “Creo que en el tango existe también un margen de improvisación. Sin llegar a hablar de Piazzolla, donde esto es muy evidente, también existe en el cuarteto Troilo/Grela: basta con escuchar los solos de Grela para percibirlo. Quizás en el tango no se suela dejar una puerta abierta, pero una ventana seguro que sí”, agrega divertido.

-En la entrevista anterior considerabas los ritmos asimétricos como tu “marca” más personal en lo formal/compositivo, pero esta vez en la primera parte del disco parece menos predominante, ¿por qué?

-A veces parto de la idea de escribir en dos o en cuatro, pero siempre, aunque no lo busque, aparece de contrabando algún compás con un tiempo más o con un tiempo menos. No sé si será un don o un defecto, pero si comienzo a construir un tema nuevo las primeras ideas me vienen casi siempre en cinco tiempos.

-Entre los integrantes del grupo Mosner aparece como un integrante más, aunque es artista plástico, ¿cómo fue el trabajo con él? ¿Cómo se plasma en el sonido del disco?

-La colaboración con Ricardo Mosner fue uno de los motores que me impulsó a hacer el disco. Ya habíamos trabajado en varios proyectos, él pintó la tapa de la versión francesa de mi novela Del Otro Lado del Otro Lado, y habíamos creado varios espectáculos en donde mezclamos música, danza, poesía y pintura. Ricardo entró en Tierra del Fuego como una evidencia y de manera natural se sumergió en la marea de las improvisaciones en vivo, al punto de crear un fresco en cada concierto. El resultado es una obra que refleja lo que pasó por su mente a lo largo del concierto. A fin de cuentas, el color también es uno de los elementos más importantes de la música. Para el nuevo álbum, Mosner ilustró no sólo la tapa, sino cada uno de los temas.

-¿Cómo surgen las colaboraciones con Gubitsch y con Prat?

-Tenía ganas de incluir “Ave se va”, un tema basado en un poema palindrómico mío que canta mi hija Sonia con Rovski, su luminoso dúo. Al principio dudaba si incluir el tema o no, ya que el clima y el estilo “canción” desentonaba un poco con el resto del repertorio. Después me dije que ya que era distinto, mejor que fuera muy distinto, entonces incluí el color de mi flauta bajo, un instrumento que me gusta muchísimo. Y en lugar del piano le propuse al guitarrista Tomás Gubitsch que participara en la grabación. De más está decir que fue un gran placer y un honor contar con su increíble sonido y creatividad.

-¿Y con Ariel?

-Con Ariel tengo el agrado de trabajar hace unos diez años. Con él todo partió de un juego de palabras. En tiempos de pandemia, cuando las conversaciones eran monotemáticas, acerca de virus y variantes, se me ocurrió la idea pasar de la “Variante Delta” a la “Variante del Tango”. Lo llamé con esa idea y arranqué con un borrador musical. A la media hora, él escribió la primera idea de la letra. Luego fuimos puliendo letra y música entre los dos. Finalmente, “La Variante del Tango” es el tema que da nombre al álbum y cuenta en dos minutos su historia sinuosa, porteña y universal.

-Siempre se destaca tu faceta de palindromista, ¿cómo aparece aquí?

-La palindromía es un juego, una búsqueda de equilibrio con un material inestable. Puede ser frustrante porque ese equilibrio es muy difícil de lograr. En la palindromía se trata de buscar la fluidez en una simetría contra natura, en la música asimétrica se trata de algo similar: intentar que fluya un ritmo a pesar de ser desequilibrado. Hace poco caí en las garras del anagramatismo (o como se diga) y me di cuenta que la aparente libertad debido a reglas menos estrictas que la palindromía lo hacían más complejo, pero a su vez más gratificante. Al punto que con un grupúsculo de amigos volcados al anagrama, miembros del Club Palindromista Internacional (¡juro que dicho club existe!), fundamos un Cenáculo Anagramatista, sin sede ni nombre ni estatutos, del cual me autoproclamé presidente (risas). Quizás esa libertad aparente del anagrama se vea reflejada en este álbum.