El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció ayer que las Fuerzas Armadas ya no aceptarán a las personas trans por los enormes costos médicos y la perturbación que implicarían. Esta medida que anula un decreto del ex mandatario, Barack Obama, generó repudio entre organizaciones civiles, defensores de los derechos LGBT y dirigentes políticos de ambos partidos.
“Después de consultarlo con mis generales y expertos, dénse por favor por enterados de que el gobierno de los Estados Unidos no aceptará ni permitirá que individuos transgénero sirvan de ninguna manera en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”, afirmó Trump en la red social Twitter. En otro mensaje señaló que las Fuerzas Armadas deben centrarse en la victoria decisiva y arrolladora, y no pueden ser lastradas con los enormes costos médicos y la perturbación que implicarían los tránsgeneros.
Por su parte, la Casa Blanca hacía esfuerzos ayer para explicar cómo se aplicará la prohibición a personas transexuales de servir en el ejército. “Fue una decisión militar. Es una cuestión de preparación militar, de cohesión de tropas y de financiamiento en el ejército y nada más”, explicó Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca. Al ser bombardeada de preguntas sobre la suerte de los militares transexuales que actualmente están en activo, que incluyen a los que están en Afganistán e Irak, Sanders rechazó adelantar información sobre su eventual desmovilización. “La aplicación de este anuncio será estudiada después con el Pentágono”, agregó. El Pentágono sin embargo, parece haber sido tomado por sorpresa con este anuncio, en momentos en que su titular, Jim Mattis, se encuentra de vacaciones. “Daremos instrucciones en breve’’, comentó sin más su portavoz, el capitán Jeff Davis, remitiendo todas las dudas a la Casa Blanca.
En junio del 2016, el entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, anunció que las Fuerzas Armadas comenzarían a aceptar en sus filas a personas trans y que se harían cargo del costo de los tratamientos o cirugías que eligieran hacerse. “Con efecto inmediato, los estadounidenses transgéneros podrán servir abiertamente”, había anunciado Carter. El último paso en el camino hacia una apertura de género de las Fuerzas Armadas estadounidense lo había dado el presidente demócrata Bill Clinton cuando instaló la doctrina “no digas, no preguntes”. Según esta política, cualquier miembro o aspirante a ingresar a las fuerzas podía no informar sobre su identidad sexual o de género y la institución debía respetar este silencio.
Pese a que el anuncio del gobierno de Obama se ganó los aplausos de un sector importante del país, la medida tenía como fecha de inicio real el primero de julio de este año. La medida era ambiciosa ya que implicaba ajustes en el sistema médico militar y en el costo de los tratamientos, debido a que los médicos de las Fuerzas Armadas no están preparados para atender a las personas trans, que según la Asociación de Médicos de Estados Unidos (JAMA) ascienden a 13 mil. Con el aumento del presupuesto para las Fuerzas Armadas, que recibirá unos 54 mil millones de dólares extras, no pareciera que el problema haya sido de dinero.
Sin embargo, horas antes de que la medida entrara en vigor, el 30 de junio pasado, el Pentágono anunció un aplazamiento de seis meses (hasta el primero de enero del 2018) para revisar los planes y el posible impacto en la preparación y poder letal de las Fuerzas Armadas. Durante toda la campaña electoral, Trump se había mostrado a favor de la igualdad de derechos para la comunidad LGBT. “¡Gracias a la comunidad LGBT! Lucharé por ustedes mientras Hillary (Clinton) trae más gente que amenazará tus libertades y creencias”, escribió en junio del año pasado en Twitter. Pero ayer, tras anunciar la nueva decisión, escribió un mensaje con el que enterró sus anteriores ideas acerca de la igualdad de género. “En Estados Unidos no adoramos gobiernos, ¡adoramos a Dios!”, escribió Trump en mayúsculas.
Por su parte, organizaciones y referentes civiles en el tema inmediatamente salieron a criticar la decisión del gobierno. “Una y otra vez, las acciones del presidente Trump hablan más que sus palabras”, escribió en Twitter la Unión Estadounidense por las libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y subrayó que la medida implica un retroceso en la marcha hacia la justicia. “La decisión de Trump equivale a un ataque espantoso e ignorante contra nuestros militares y nuestros soldados transgénero, la discriminación daña la preparación militar”, subrayó Aaron Belkin, director de Pal Center, una organización que defiende los derechos de la comunidad LGBTQ, citado por la agencia de noticias Reuters.
Por otro lado, Chelsea Manning, la ex analista de Inteligencia que estuvo siete años presa por filtrar documentos clasificados al portal Wikileaks y realizó un tratamiento de cambio de género mientras cumplía su pena en una cárcel militar, opinó que hay que desmantelar el complejo militar y usar los fondos para reforzar el cuidado de la salud. “(La decisión de) Hoy es otra razón por la que debemos desmantelar el sangriento y peligroso estado militar /policial /de inteligencia para financiar la salud”, escribió Chelsea, quien ingresó al servicio militar como Bradley y durante su cautiverio comenzó un tratamiento hormonal para cambiar de género.
La ex analista se preguntó además cómo es que la tierra llora sobre unos pocos trans pero no menciona nada sobre los fondos para los F-35, en referencia a la negociación entre la empresa Lockeed Martin y varios gobiernos aliados, entre ellos Estados Unidos, para sellar uno de los mayores acuerdos militares de la historia moderna: la compra de 440 aviones de combate F-35 por una suma de entre 35 mil y 40 mil millones de dólares.