Vestigios de trova rosarina en el Café Berlín, y previa de un futuro promisorio. Rubén Goldín se presentará este martes 28 a partir de las 20.30 en el bar de Avenida San Martín al 6600. Vestigios, claro, porque la cosa viene directo del corazón del rosarino, parte vital del conglomerado de músicos y letristas que dio contenido a la voz de Juan Carlos Baglietto durante el primer lustro de los ochenta. Suyas son “Dulce pájaro” y “Sin luna”, tanto como “La bruja y el ogro”, “Girasoles” o “Hagamos algo”, tres de los principales temas que ha cosechado en tren solista.
Lo promisorio del futuro, en tanto, se vincula a lo que tiene pensado hacer. No solo canciones de su acervo solista -siete discos total, entre Destiempo (1985) y Girasoles (2017)- sino estrenar dos temas de un disco que se las trae. La primera se llama “2001” y radica en una letra de Silvio Rodríguez a la que Goldín le colocó música. Y la segunda, atravesada por la misma operación, pero con Víctor Heredia como letrista. “El disco va a tener esa tesitura, letras de otros con músicas mías… estoy muy entusiasmado con el proyecto”, adelanta el músico, que ya cuenta con un texto de Litto Nebbia llamado “Bagdad”, otro de Jorge Fandermole llamado “Los Nadies”, y un tercero que quedó en mandarle León Gieco.
“El disco, al que probablemente llame El maravilloso mundo de los perros, arrancó con la letra de Fander, que habla de los que bajan el sol al surco, de los tipos que no tienen nada, un temazo. Después llegó el material de Víctor, que está muy entusiasmado con el proyecto. A este tema le puse una música en clave de bossa nova”.
-Y el tema de Silvio… figurita difícil. ¿Cómo llegaste ahí?
-Le mandé un mail a la productora contándole esto que estaba haciendo, y al toque me mandó una letra inédita, que yo creo que habla de las torres gemelas, pero no se lo pregunté.
La suposición del músico deviene de ciertas frases (“Hoy me levanté con sangre en el costado” o “Volveré a dormir para no ver la historia”) en las que el trovador cubano parece sugerir los atentados. “Lo que sí sé es que me mandó decir que había quedado muy contento con la música que le puse. Incluso Fandermole me dijo que parece una música hecha por Silvio. También se la mostré a Baglietto, y le dio ganas de cantarla. Ahora voy por una letra de Caetano Veloso porque, como se verá, es un proyecto grande, y bastante pretencioso”, cuenta el compositor.
-¿Por qué probablemente le pongas al disco El maravilloso mundo de los perros?
-Porque los perros viven en un mundo de otros colores, porque son más fieles con nosotros que nosotros con ellos, porque son hermosos, y porque les quiero dedicar un disco.
Goldín tocará con un ladero de luxe: Rodrigo Aberastegui, compositor y multiinstrumentista que ha orbitado cerca de diversos proyectos que se desprendieron de la trova y su época dorada, como Cualquier tren a ningún lado, precioso disco a nombre de Adrián Abonizio y Sergio Sainz, o Tangolpeando, de Abonizio solo. “Creo que no se puede hacer música con alguien que no está al tanto de lo que pasa en el mundo, y que le da lo mismo cualquier estilo… no es este el caso, por suerte”, sostiene Goldín sobre Aberastegui, a quien conoció como alumno suyo de canto, y con el que se reencontró durante los ensayos y la presentación de Los Ojos, en el marco del ciclo Spinetta, discos esenciales, en el Centro Cultural Kirchner.
“Nos reencontramos, y me volvieron a asombrar su musicalidad, su sensibilidad y sus conocimientos, es un tremendo músico”, destaca el rosarino que, además de su labor musical, está pronto a publicar un libro con poemas y letras inéditas “¿Cómo es la cosa, no?... por un lado pido letras, y por el otro las hago yo”, ríe. La historia es que hace poco cumplió años (68), y un amigo le regaló el libro de “Pancho” Muñoz, Huella de perro en el cemento fresco, y el cantante se espejó en él. “Es un libro de poemas cortos, de no más de tres oraciones. Y el mío va un poco por ahí. Es más, tengo ganas de ponerle Poemas Inconclusos”.
-Un poco por ahí, ¿y otro poco?
-Por poemas un poco más largos, más letras de canciones inéditas que nunca grabé, y no sé si alguna vez voy a grabar. Entre poemas y letras de canciones suman cuarenta, más o menos… el único tema es que aún no tengo editorial, y no sé bien cómo hacer.
-Cambio de foco: fuiste parte del ansiado retorno de la trova rosarina, a causa de los cuarenta años que cumplió aquel gran disco que fue Tiempos difíciles. ¿Qué faltó y qué no en ese suceso?
-Uf... ¡fue muy fuerte! Muy emotivo volver a tocar aquellas canciones, recordar los arreglos, renovar algunos. Mucha a gente nos fue a ver y creo que salimos airosos con la propuesta. Aunque personalmente me hubiera gustado que estuviera Fito Páez en alguna de las fechas.
-¿Qué pasó?
-No se dio, o no cedió (risas).