Una mujer muere cada dos minutos en el mundo durante el parto o por complicaciones vinculadas al embarazo, alertó Naciones Unidas en un informe sobre la mortalidad materna realizado entre 2000 y 2020, y en el que se calcula que en ese último año hubo 287.000 muertes maternas en todo el mundo.
Si bien la ONU reconoce avances en la reducción de la mortalidad materna entre 2000 y 2015, estos avances se estancaron en gran medida, e incluso en algunos casos retrocedieron, desde ese año, pues en 2016 se registraron 309.000 muertes maternas.
Dentro de los objetivos, los especialistas consideran que el mundo debe acelerar significativamente los avances para cumplir los objetivos globales de reducción de la mortalidad materna; de lo contrario, estará en riesgo la vida de más de un millón de mujeres de aquí a 2030.
"Estas nuevas estadísticas revelan la urgente necesidad de garantizar que todas las mujeres y niñas tengan acceso a servicios de salud críticos antes, durante y después del parto, y que puedan ejercer plenamente sus derechos reproductivos", declaro el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus.
África, la zona más afectada
En cifras totales, las muertes maternas siguen concentrándose en gran medida en las zonas más pobres del mundo y en los países afectados por conflictos.
En 2020, cerca del 70% de todas las muertes maternas se produjeron en el África subsahariana. En nueve países que se enfrentaban a graves crisis humanitarias, las tasas de mortalidad materna eran de más del doble de la media mundial (551 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, frente a 223 en todo el mundo).
El acceso a la atención sanitaria es clave
Las hemorragias graves, la hipertensión, las infecciones relacionadas con el embarazo, las complicaciones derivadas de abortos inseguros y las enfermedades subyacentes que pueden agravarse con el embarazo, como el sida y el paludismo, son las principales causas de mortalidad materna. Todas ellas son en gran medida evitables y tratables con acceso a una atención sanitaria respetuosa y de alta calidad.
La atención primaria de salud centrada en la comunidad puede satisfacer las necesidades de mujeres, niños y adolescentes y permitir un acceso equitativo a servicios críticos como los partos asistidos y la atención prenatal y posnatal, las vacunas infantiles, la nutrición y la planificación familiar. Sin embargo, la baja financiación a los sistemas de atención primaria, la falta de personal sanitario formado y la debilidad de las cadenas de suministro de productos médicos amenazan los avances.
Aproximadamente un tercio de las mujeres no se someten ni siquiera a cuatro de los ocho controles prenatales recomendados ni reciben atención posnatal esencial, mientras que unas 270 millones de mujeres carecen de acceso a métodos modernos de planificación familiar.
Ejercer el control sobre su salud reproductiva, en particular las decisiones sobre si tener hijos y cuándo, es fundamental para garantizar que las mujeres puedan planificar y espaciar la maternidad y proteger su salud.
Las desigualdades relacionadas con los ingresos, la educación, la raza o el origen étnico aumentan aún más los riesgos para las mujeres embarazadas marginadas, que son las que tienen menos acceso a los cuidados esenciales de maternidad, pero las que tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud subyacentes en el embarazo.
"Es inaceptable que tantas mujeres sigan muriendo innecesariamente durante el embarazo y el parto. Más de 280.000 muertes en un solo año es inconcebible", declaró Natalia Kanem, directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
La funcionaria aseguró que "podemos y debemos hacerlo mejor" invirtiendo urgentemente en planificación familiar y cubriendo el déficit mundial de 900.000 comadronas para que todas las mujeres puedan recibir la atención vital que necesitan.
"Tenemos las herramientas, los conocimientos y los recursos para acabar con las muertes maternas evitables; lo que necesitamos ahora es voluntad política", cerró.