La Sinfonía Nº 9 de Ludwig van Beethoven es una de las mayores obras de la historia de la música. Fue la primera sinfonía en incorporar voces humanas con el agregado de un coro y solistas en el final para la "Oda a la Alegría". Sus interpretaciones suelen superar la hora de duración para acercarse a los 70 minutos. De hecho, el parámetro para considerar la capacidad de soporte sonoro del CD, a fines de los 70, fue la duración estándar de la Novena.
En las últimas horas, el director Benjamin Zander insistió en que la pieza debe durar menos de una hora. Es decir, hay que dirigirla a mayor velocidad que la habitual. Así se propone hacerlo en dos conciertos con la Sinfónica de Boston, previstos para el 3 y 5 de marzo en el Carnegie Hall de Nueva York.
“Hay tanta información sobre Beethoven y tan poca información sobre cómo interpretarla”, apuntó el director, de 83 años. De sus palabras se desprende la duda de si la versión de la Novena no es como se conoce.
Sus conciertos de la Novena estaban previstos para 2020, año del 250º aniversario del nacimiento de Beethoven, pero la pandemia obligó a posponer esas presentaciones, que al Carnegie Hall le insumieron 650 mil dólares.
“Lo más difícil es mantener una mente abierta. Afortunadamente, a mi avanzada edad no soy tan dogmático como para insistir en un tiempo específico”, afirmó Andrew Price, oboísta de la Sinfónica de Boston, uno de los músicos que con Zander acometerá la aventura de tocar más rápido la monumental obra de Beethoven, de cuyo estreno en Viena se cumplirán 200 años el 7 de mayo de 2024. “Todo lo que aprendí cuando era estudiante, a los 20 años, lo tuve que reaprender para tener sencillamente un enfoque diferente”, agregó Price.
Beethoven usó el metrónomo, inventado por Johann Nepomuk Mälzel. A raíz de su experiencia con el metrónomo dejó textos. “He pensado por mucho tiempo en abandonar términos sin sentido como allegro, andante, adagio y presto y el metrónomo de Mälzel nos da la mejor oportunidad de hacerlo”, escribió el músico en una carta de 1817.
Lo cierto es que las interpretaciones varían. Arturo Toscanini, que solía dirigir rápido (un elemento clave en la incipiente era del disco, antes del CD, era que las obras debían ocupar el espacio limitado del LP), tiene una grabación de 65 minutos. Contrasta con los 74 minutos de Wilhelm Furtwängler. La de Leonard Bernstein en 1989, cuando la caída del Muro de Berlín, llega a los 78.
Zander grabó la obra en dos ocasiones con la Filarmónica de Boston. La primera llega a los 58 minutos. La segunda supera ese tiempo por escasos 40 segundos “Para la grabación, realmente me decidí a ser un sirviente devoto. Tenía una pequeña estatua de Beethoven en el balcón y volteaba a ver ocasionalmente si estaba sonriendo”, afirmó el director.
Fue en 1983 cuando, en el Carnegie Hall, Zander dirigió la obra de acuerdo a un criterio ajustado al metrónomo. Como Beethoven era sordo al momento de componer su obra maestra, se estima que la sordera impidió que pudiera ajustarse el metrónomo.
No hay consenso sobre la duración de la obra. Entran en juego criterios estéticos. Así las cosas, Zander propone una nueva forma de aproximarse a uno de los monumentos de la música occidental.