Mario Oporto es Subsecretario de Relaciones Internacionales e Institucionales de la provincia, dependiente de la Jefatura de Gabinete. Antes, fue ministro de Educación durante las gestiones de Felipe Solá y Daniel Scioli y posteriormente diputado nacional. Sin embargo, en la conversación, lo que aparece, además del funcionario y del cuadro político, es el profesor de historia que nunca dejó de ser. Oporto señala prmanentemente, las líneas que unen el presente con el pasado: el reciente, pero también el siglo XIX, cuando se sentaron las bases de la organización nacional y provincial y sus respectivas administraciones públicas. Es esperable que el dirigente del Grupo Dorrego hable de federalismo, pero también reivindica a Alberdi y ciertos elementos de la tradición liberal, presentes en el ideario revolucionario de mayo. Afirma que, en el marco de la triple pandemia, neoliberalismo, coronavirus y guerra, a Axel Kicillof le tocó el desafío de reconstruir el estado provincial, que rompieron los mitristas y destaca sus logros en educación.
--Participó de todos los gobiernos peronistas de la provincia de los últimos veinte años, ¿podría hacer una caracterización de cada uno y la etapa histórica que les tocó?
--Es verdad, me pasé el siglo veintiuno en la provincia de Buenos Aires, desde finales del duhaldismo, la crisis de 2001, los años de Felipe Solá y de Daniel Scioli y ahora con Kicillof, tras el interregno de María Eugenia Vidal. A Felipe le tocó una época extremadamente compleja, atravesar la crisis, y salir de ella. Eso se logró con mucho trabajo y gran inteligencia política. Daniel era un gobernador que les daba a sus funcionarios seguridad y confianza para trabajar. Además, entendía muy bien la ecuación educación- producción -trabajo. Y a Axel le toca reconstruir el estado provincial, y sus capacidades, después de lo que llamamos la triple pandemia: el gobierno de Vidal, el coronavirus, que también hizo mucho daño, y ahora la guerra. Yo volví hace un poco más de un año, me convocó Martín Insaurralde cuando asumió la Jefatura de Gabinete. Antes fui secretario del Consejo Federal de Educación, pero cuando renunció Nicolás Trotta yo lo seguí para que el ministro entrante pudiera disponer libremente. Lo que encontré a mi regreso es muy distinto a lo que había en 2015. Mi lectura es que los cuatro años de Cambiemos rompieron el Estado. Lo manejaban desde Retiro, en Capital, con una mezcla de desprecio y desconocimiento.
--¿En qué cosas se observa eso?
--Te voy a dar ejemplos del área educativa, que es la que yo manejé. ¿En qué consistía el proyecto educativo de Vidal? En perseguir a los gremios, ese era su objetivo. Lo revisaron a Roberto Baradel y no le encontraron absolutamente nada. Si no, lo hubieran metido en cana con la “Gestapo Pro”, como hicieron con otros. Mientras se ocupaban de eso, se deterioraba el sistema. Este gobernador resolvió algo muy difícil, como es la paritaria docente para que las clases comiencen normalmente, los cuatro años de su mandato. Eso en la jerga se llama “riesgo de inicio”, yo alterné buenas y malas. También está la cuestión de la infraestructura escolar. Con el plan “Escuelas a la obra” se revirtió el deterioro. Un edificio en condiciones para que la escuela funcione normalmente evita que todo el sistema y la comunidad educativa se cargue de tensión y conflictividad. Esta es una administración prolija y honesta. Seguramente la provincia que recibió Vidal tenía problemas, no lo niego, pero…
--¿Y esa diferencia se observa también en las relaciones internacionales e institucionales?
--Claro. Con Vidal, esta subsecretaría se había reducido prácticamente a una sola de sus funciones que es la comercial: era apenas una agencia promotora de comercio, cuando en realidad tiene una misión mucho más amplia, que incluye la cooperación entre gobiernos subnacionales, el asesoramiento a municipios, o cuestiones culturales. A Carlos Bianco le tocó hacer frente a la etapa más dura de la pandemia, de manera que su gestión estuvo básicamente atravesada por cuestiones sanitarias. Ahora, sin abandonar esas cuestiones, trabajamos en la profundización de los vínculos con otros estados subnacionales, de provincia a provincia, últimamente, mucho con la Generalitat de Catalunya, con San Pablo y con Montevideo. Pepe Mujica suele decir que si fuera más joven militaría en Buenos Aires, porque allí se juega el destino de la cuenca del Plata. Yo soy lector de Alberto Methol Ferré y creo que la integración regional es la integración de la cuenca del Plata y la del Amazonas. Por eso los ejes, San Pablo y Montevideo. Yo le estoy muy agradecido a Martín por haber pensado en mí para este desafío, porque aunque trabajé mucho en educación, en términos académicos, mi tema y mi objeto de estudio es América Latina. Entiendo que en esa integración, Argentina tiene mucho para aportar: desde nuestra tradición de memoria, verdad y justicia y respeto por los derechos humanos, nuestra legislación de avanzada en materia migratoria, desde el preámbulo de la constitución al programa ”Patria Grande” de Néstor Kirchner. Una integración estrictamente comercial o económica no funciona. Tiene que haber elementos culturales, políticos y educativos.
--¿Qué hace falta para que tengamos un programa de intercambio estudiantil en la región, como el Erasmus en Europa?
--Hace falta otro impulso al proceso de integración. Con la llegada de Lula se abre una esperanza. CELAC y Unasur, son herramientas fundamentales. El alma del proceso de integración europeo fue la búsqueda de la paz, después de tantos siglos de guerras, a partir del eje París - Berlín. Preguntémonos por el eje de nuestro proceso de integración. Muchas de estas cosas las pensó Alberdi hace 170 años. Yo creo que hay que volver a Alberdi, porque es parte de nuestra tradición y nuestro pensamiento, liberal y federal a la vez..
--Ya que hablamos de historia, está claro que el peronismo se inscribe en la línea nacional. ¿Dónde ubica a la oposición actual, Juntos por el Cambio?
--Son herederos del mitrismo y de Rivadavia. Todo gobierno, todo proyecto político, toda fuerza tiene una historiografía, consciente o inconsciente, explícita u oculta. Ellos quieren hablar del futuro, como si no hubiera pasado, como si no existiera la experiencia acumulada por los pueblos. Frente a este centralismo, yo rescato la tradición federal, y en esa tradición la figura de Manuel Dorrego, que encarna la síntesis de muchos valores. Fue un gran gobernador. Enfrente estaban los pandilleros, el puerto, que vivía del esfuerzo ajeno, y no les tuvo miedo.
--¿Es posible pensar Nación y Provincia por separado?
--No, porque Nación y Provincia están entremezcladas, entrelazadas. Y en ese entrelazamiento, la Provincia tiene mucho para aportar, empezando por su tradición federal. Otra vez, Dorrego. La provincia tiene una heterogeneidad y complejidad que hacen que su agenda sea comparable con agendas nacionales. Es una provincia minera, petrolera, marítima, agropecuaria, con universidades, y con 18 millones de habitantes. Hay muy pocas urbes en el mundo que superan los 15 millones. A la vez, hay que recordar que Buenos Aires durante una década se mantuvo fuera de la Confederación, y esas tensiones dejan huellas. Por eso hay que construir una identidad bonaerense, a base de federalismo y humildad. A la vez, a diferencia de nuestros antagonistas, que creen que la creación de riqueza parte del capital, nosotros creemos que el factor clave es el trabajo, nadie produce sin trabajo, pero nadie trabaja sin capacitación, ahí hay un desafío. Necesitamos políticas de población y de organización territorial, de desarrollo de las pequeñas localidades. En el futuro cercano, vamos a tener oportunidades en materia de minería, energía y alimentos, pero… ¿con salarios altos o bajos? ¿con soberanía o sin soberanía? Esas son las dos variables que diferencian al peronismo de otro proyecto. Hoy tenemos desigualdades de clase, pero también tenemos desigualdades por región geográfica. El lugar de nacimiento condiciona severamente las posibilidades de desarrollo y los proyectos de vida. El federalismo debe abordar eso. Creo en la unidad, pero en la unidad de las convicciones.
--¿Cómo se traduce eso a nombres en un contexto electoral?
--No hablo de candidaturas, no tengo un candidato. Obviamente la figura central es Cristina (Kirchner), pero si ella no es candidata, la solución, la propuesta, debe ser colectiva. Las mejores etapas del peronismo se dan cuando se nutre de la diversidad, cuando asimila y no segrega. Somos sur y somos occidente, esa es nuestra identidad. Somos federales, trabajadores, republicanos, en el sentido de la república popular, no podemos regalar esas banderas, que son también las de Artigas y Moreno.
--¿Habló últimamente con Daniel Scioli?
--No recuerdo exactamente cuándo fue la última vez, pero hablo casi a diario con mi amigo Alberto Pérez, ex Jefe de Gabinete de su gestión. El de Daniel es un tipo de liderazgo muy transparente. Cuando él da una indicación, quiere decir exactamente eso que dijo, no hay necesidad de segundas lecturas ni interpretaciones rebuscadas. En este contexto, eso puede ser muy positivo.