División Palermo es una guardia urbana creada como operación de marketing para mejorar la imagen de las fuerzas de seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. Con una idea de inclusión que dista mucho de la equidad en políticas públicas, los puntos de contacto de esta ficción con la realidad son varios, quizá esa parodia sea una clave de las risas que despierta. Entre ese equipo, Valeria Licciardi protagoniza a Vivianne, una mujer trans a quien aceptan en la División para aportar el color identitario en las fotos que empapelan las calles. SOY habló con ella sobre la serie de Netflix más vista en Argentina durante las últimas semanas.
El lema de la División Palermo es “prevención e inclusión” y también se habla de “minorías” para referirse a personas LGBT+. ¿Qué sensaciones te genera esa idea de inclusión?
-Pienso que es una parodia de la realidad, porque así son las convocatorias que solemos leer muchas veces en las empresas privadas o incluso en el Estado. Sobre todo antes de que comenzara a efectuarse la Ley de cupo laboral trans aparecían avisos precarios hasta en su diseño, y eso deja un mensaje: cuando a las personas travestis y trans nos buscan para cubrir un puesto no le ponen la misma dedicación al flyer que cuando necesitan a otro tipo de persona de la sociedad. También está bueno empezar a pensar de qué se habla cuando se dice “disidencias”, ¿porque quién puede entrar en la hegemonía? En sí, hoy y siempre, hay más disidencias que hegemonías. Incluso un billonario que no sabe qué hacer con su dinero es disidente.
Tu personaje se incorpora a la guardia urbana por ese cupo de “inclusión”, pero cuando le preguntan por qué está responde que es escritora de policiales. ¿Qué dicen esos preconceptos sobre el rol que debe tener una mujer trans?.
-El personaje de Vivianne es hermoso porque no está estereotipada, es feminista, no quiere caerle bien a nadie, no es políticamente correcta y elige sus batallas. Hasta diría que cuando la compuse lo hice pensando en una chica en transición, que no usa accesorios, no se pinta demasiado, anda con el pelo a veces medio salvaje y a veces atado. Ella se acerca a División Palermo en busca de historias, dice que quiere “ver al monstruo desde adentro” porque escribe policiales bastante retorcidos. Y el problema que tiene con su familia pasa por otro lado de los lugares comunes en torno a su ser trans: es hija de un comisario al que le hubiese gustado que entre a la policía, no a una guardia urbana.
¿Cómo se dio que participes en el proyecto?
-Santiago (Korovsky) lo empezó a escribir hace cuatro años, y en medio de la pandemia me llamó para asesorarse para el personaje de Vivianne, saber cómo trabajar el tema. Me parece muy bueno que no le tengan miedo a eso, que se acerquen, pregunten y digan “no sé y me gustaría hacerlo bien”. Siento que es muy valedero porque muchas veces hay temáticas que no se quieren tratar porque quieren ahorrarse todo ese trabajo previo que demanda involucrarse desde la empatía, no solo con el objetivo de hacer la tarea sino para comprender qué es lo que le está pasando a ese grupo que quizá a vos no te atraviesa. En ese momento yo estaba haciendo noticiero en Canal 9 e IP y ahí quedó. Pero cuando se largaron a buscar a las actrices para cubrir el personaje, Santiago me volvió a llamar y me propuso hacer la prueba. Ya venía con ganas de cambiar porque en las noticias se trabaja con una intensidad muy especial, y si bien tenía ganas de vivir la experiencia de desarrollar mi parte periodística, necesitaba un poco de respiro y este proyecto me vino como anillo al dedo. Cuando me llegó el guión me encantó, son esas cosas que cuando las leés te las estás imaginando al toque.
Y con tus compañerxs durante el rodaje, ¿se divirtieron tanto como le está pasando a la audiencia?
-Nos reímos mucho haciéndola, pero hasta que no se estrenó estábamos con expectativa porque lo que pasa en el set no te garantiza que se vea reflejado en la pantalla. En este caso igual siento que sucedió, porque lo que recibo de la gente es que la pasa bien. Creo que de esta experiencia artística aprendimos muchísimo todes y se generó un clima muy interesante, porque había escenas en las que se incorporaban extras y esos extras eran realmente "disidencias", personas en distintas condiciones, de distintas características, entonces había algo del cuidado, la contención y lo sensible en el buen sentido, en el sentir que también esas personas estaban viviendo lo mismo. Recién hace unos años empezó a verse la posibilidad de imaginarnos contando este tipo de historias, dando lugar a que no sean siempre lacrimógenas, de victimización o de violencia. En el caso de las personas trans siempre fuimos narradas en los hechos policiales, desde la parte glamorosa o de mostrar el cuerpo. Que una pueda desarrollar otras facetas me parece muy movilizante, abre un espacio nuevo para las que vendrán y para mí en lo personal.
Sobre este punto hay algo que la serie aborda sobre la relación de las personas trans y travestis con las fuerzas de seguridad, en especial en un momento en el que a Vivianne la insultan por tener uniforme, ¿qué propone ese planteo?
-Las personas trans hemos tenido luchas históricas de represión, de violencia y de opresión con la policía, deberían pedirnos disculpas por tanto daño. No olvidemos que muchas de nuestras compañeras, por ejemplo del Archivo de la Memoria Trans, han sido secuestradas, detenidas y ultrajadas en las propias comisarías. Aunque no todas las personas que cumplen función de policía son malas, a veces hay ciertas bajadas de línea que sabemos que tienen que ver con el clasismo y la discriminación hacía ciertos grupos que hacen que no se los trate de la misma manera ante una misma situación.
También se muestra que hay deseo, hay sexualidades, más allá de las capacidades físicas o la identidad.
-Suele verse que hay una mirada infantil por un lado o que por otro se sexualiza mucho. Pero esta propuesta es diferente. El personaje de Daniel Hendler, Miguel, se acerca de una manera súper tierna y amorosa a Vivianne, no la ve como una objeto y tampoco como un fetiche, hay hasta encuentros y desencuentros y ella tiene una historia con otro personaje y se genera cierta tensión que puede darse en cualquier pareja. Y algo revolucionario de esta serie es que viene a mostrar otra manera de existir de personajes de los que se tiene el preconcepto de ser asexuados, porque si ves una persona en silla de ruedas el imaginario difícilmente lleva a pensar en sexo.
¿Hay alguien en particular que te gustaría que vea División Palermo?
-La serie viene a romper y está rompiendo el cómo acercarse a ciertos temas, entonces creo que todo el mundo debería verla. Bueno, salvo los niños a menos que estén acompañados. Viene a relajar muchos puntos que están ahí pero que no se tocan o no se sabe cómo tocar y por eso no se hablan. Es como la ESI, que sabemos que existe pero que todavía no se está implementando, ya sea porque no se sabe cómo abordar o porque no todo el mundo quiere capacitarse para hacerlo. También es importante el humor, poder reírnos de todo: más que los demás de nosotres, nosotres con todes. Venimos de un humor de los 90, de Marcelo Tinelli, de un tipo de gracia donde se burlaban o nos burlábamos de los otros y ahora eso empieza a modificarse. Los hechos artísticos y lo cultural aportan un montón para dar esos cambios en la sociedad. La gran batalla para lograr eso está ahí, en la cultura.