Qué 68 años no es nada, pues… María Rosa Yorio, que los tiene desde agosto del 2022, no para. Todo lo contrario: la espera un marzo hiperactivo que arranca este sábado 4 con un concierto en los jardines del Auditorio de Belgrano (Virrey Loreto 2348). Sigue por otro en el Auditorio del Senado (viernes 10) a propósito de los festejos por los 40 años de democracia; y tiene una tercera parada en UOCRA Cultura (Rawson 42) el mismísimo 24, donde volverá a presentar su libro Asesínenme, pero en modo stand up. “Cuando era chica, siempre decía que quería hacer stand up”, es una de las primeras frases que suelta ante Página/12. “Es loco, porque el recuerdo que tenemos de ellos es el del actor de smoking, delante de un telón rojo, que hablaba sobre temas de actualidad, ¿no? Bueno, siempre me quedó eso, y ahora que está en boga, tengo la oportunidad de hacerlo”. La tercera fecha de Yorio durante el mes de la mujer consistirá entonces en eso: una mezcla de anécdotas de su vida en clave standupera, mixturadas con un repertorio musical, basado en versiones de temas de Bob Dylan, Litto Nebbia o Pedro y Pablo que solía cantar con Charly García en los fogones de Chapadmalal, cuando ambos eran “muy jóvenes”, y canciones de su repertorio convencional. “Empecé el año bien, con mucha energía, y espero que siga así, porque lo que hago, lo hago con placer… Me gusta comunicarme con la voz hablada, no solo con la cantada”, enfatiza.
Entre las canciones que no faltarán en ninguna de las tres fechas figuran “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”, “Parado en el medio de la vida” -que Yorio grabó antes que Seru Giran, bajo el nombre “Con los ojos cerrados”-, “En las arenas del circo”, “Fanny da bola”, “Buenos Aires quién sedujo a quién” y “Y las aves vuelan”. “Este es un lindo tema, refrescante, que me gusta hacer cada vez que termino un show para despedir al público diciendo 'que esta frescura nos acompañe durante toda la noche'”, dice sobre el último que recreará, como casi todos, acompañada por el pianista Guido Spina.
-“Y las aves vuelan” vendría a ser algo así como la contracara de “Confesiones”, otro de los temas que solés recrear seguido y que, en vez de buena vibra, destila infiernos.
-“Lo confieso, no sabía nada / una dosis, y mi cuerpo estalla / otra dosis que me lleve al paraíso /paraíso ¿dónde estás? / buscaba amor en los espejos / buscaba ser más libre / quiero ser más libre / ¿qué es la libertad?” (canta). “Confesiones”, sí, un tema que habla sobre las drogas, un descenso a los infiernos que yo también viví, aunque no parezca dado mi pulso de vida. Me gusta mucho lo corporal, tirar para adelante (ver debajo), pero también he tenido mi temporada en el averno.
-¿Cómo te manejás en general con los arreglos en las nuevas versiones?
-Primero hay que pasar por la elección de los temas, algo complicado de hacer, porque siempre hay una canción que tiene que quedar afuera. Una vez decidido eso, la cosa pasa por ver qué canciones de las que quedaron no se puede cambiar. “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”, por ejemplo, es una. Fue la primera canción que grabé ¡y estaban Billy Bond y Jorge Álvarez en el estudio (risas)! A ésta por ahí le podés hacer un ritmo un poquito más largo, pero tiene una estructura que no podés cambiar, pero hay otras que sí, que se bancan cambios. Yo tengo unos tangos-blues, o tangos-swing, por ejemplo. Y a “Garúa” le hicimos un ritmo que queda re canchero, re sensual, y se la sigue bancando. No pierde la estructura.
Antes de entrar un rato en su historia, Yorio no para de nombrar temas y de hablar de ellos. A los citados, suma “Beepolar”, uno de los últimos que nacieron de su pluma; “Como el agua de un río”; “Blues desesperado” y “Antes de gira”, otra de las piezas –ella es la que “besa el cristal”- que viene de los tiempos del primer y único disco de PorSuiGieco, que integró en 1974 y 1976 junto a Charly García, Nito Mestre, Raúl Porchetto y León Gieco. “Estoy por subir a las plataformas una versión de este tema que volví a cantar en el cumpleaños 70 de Charly que se hizo en el Centro Cultural Kirchner. Lo hice a pedido suyo y me encanta, porque tiene que ver con esa cosa del 'flaco' de componer como debe ser, con los acentos que coincidan con las métricas, y esas cosas”.
-¿Cómo está tu relación con Charly hoy?
-No nos vemos. Creo que no le gustaron las cosas que escribí en mi libro. Pero, bueno, lo que quise contar en él fueron dos cosas. Primero, que los grandes artistas que hablan de la libertad también tienen sus fallas. Y segundo, contar cómo era la sexualidad de una mujer en los años '70. Era algo de lo que no se hablaba. Hay un audio de cuando cantábamos con Charly “Iba acabándose el vino”, y se escucha a él diciendo "¿cómo no va a tomar el chabón, si la mujer no sirve para nada?… Se tiene que bajar tres damajuanas", y cosas así. La verdad es que no teníamos la menor idea de cómo vivir la intimidad y eso también es parte de la trama de Asesínenme.
-Hay de hecho una visión de la femineidad en los '70 cómo tópico central del libro.
-Es que quise poner lo mala que eran las relaciones entre las mujeres en esa época. Cuando conocí a Charly, mis mejores amigas de la infancia estaban atrás de él, muchas fueron amantes suyas y me querían poner palos en la rueda a mí. Los vínculos entre las mujeres son mucho mejores hoy. Por eso creo en la sororidad, esa palabra que no sé quién inventó, pero que es genial, porque cuando respetás a una amiga te estás respetando a vos misma.
-¿Cómo era tu relación entonces con Gabriela Parodi y con Carola Cutaia, dos de las mujeres que también tuvieron un rol importante en el rock de ese período?
-Con Gabriela no nos cruzábamos tanto. La empecé a escuchar más cuando grabó los discos con Bill Frisell, en los '90. Cuando vino a presentarlos acá, empecé a ir a sus shows. Con Carola sí tenía más vínculo a través de su marido Carlos, que tocaba con Charly. Después vino Celeste Carballo, que fue una especie de revolución, ¿no? Pero me ninguneó bastante.
-¿Tuviste vía libre para escribir sobre estos temas en Asesínenme?
-No, porque la editorial quería ir por otro lado. Recuerdo que cuando sugerí que el libro se iba a llamar Asesínenme, se me cagaron de risa en la cara. Es que yo siempre fui sumisa, conciliadora, en fin, recién ahora estoy empezando a darme cuenta que hay que decir las cosas cuando hay que decirlas. Pero entonces me callé la boca y así me quedé sola escribiendo el libro.
-¿Por qué?
-Porque el editor que me mandaron resultó ser la contra.
-¿En qué sentido?
-En que no jugué a eso de que me graben hablando un poco y después rellenen. Se encontraron con una mujer que había vivido un poco, que tenía cosas para decir, que estaba empezando a escuchar a las chicas de Marea Verde... Y al final lo hice: todo está escrito de puño y letra míos. Eso sí, tuve que parirlo, no fue fácil… Tuve hasta ataques de pánico mientras lo escribía. ¡Hay que hablar de una persona de la que te separaste hace cuarenta años, ¿eh? Aunque el libro tiene mucho humor, también, porque yo tengo humor. Me gusta la guasa, la chunga y el pitorreo. Me gusta reírme.
Otra de las novedades recientes en el universo de la llamada “Dama del rock” fue la reedición de Con los ojos cerrados y Mandando todo a Singapur, sus dos primeros discos como solista, como fruto de la recuperación del catálogo de Music Hall llevado a cabo por el Instituto Nacional de la Música. “Me sorprende lo bien cantados que estaban, aunque se nota que no tenía la experiencia de hoy. Cuando era jovencita dependía mucho de mis estados de ánimo, mientras que hoy sé cómo plantarme tenga el estado de ánimo que tenga. En esa época, las mujeres tenían una especie de terror de dedicarse a la música. Preferían hacer una carrera universitaria, casarse y tener hijos”, evoca la diosa y heroína de “Bubulina”, tremendo tema de La Máquina de Hacer Pájaros.
-¿Y a vos qué te pasó, que tomaste otro camino?
-Me pasó que tenía una formación más romántica, más bohemia, y ni lo pensé, lo hice. Aunque fue mucho lo que influyeron Charly, Nito y otros músicos para que me dedique al rock, porque yo venía del Coro Nacional de Niños, luego pasé a la Escuela Nacional de Danzas, y al coro clásico de López Puccio, y de ahí, al teatro. Quiero decir, a los 15 años tenía mucha formación como artista, pero lo que no tenía era rock and roll. No sabía lo que era el rock, en cambio los muchachos sí lo sabían. Charly era recontra fana, compraba las revistas, se sabía todo y de a poco me hizo meterme en él.
-En el primer disco está el tema que le dedican a tu hijo Migue, con Charly: “Sé que tendrá tus ojos” ¿Cómo está él, a más de 40 años de esa canción?
-Está todo mejor. Tenemos un Charly que está sobrio y la sobriedad acomoda mucho las cosas. Está relacionado con su familia y eso hace que Miguel esté más cerca. Y esté más tranquilo que aquel jovencito loco de otros tiempos.
-La otra reedición fue Mandando todo a Singapur. ¿Cómo fue grabar con Miguel Mateos como productor?
-Fue el disco en el que me animé a ser más rockera, más punk. Hoy escucho “Buenos Aires quién sedujo a quién” y, cuando voy arriba, mata. Tendría que conocerse más eso, pero tengo un perfil bajo que no puedo evitar. El tema puntual con Mateos es que tenía pica con los que estaban desde antes. Y además tenía su personalidad.
-¿Cómo está el vínculo actual con tus excompañeros de PorSuiGieco, además de Charly?
-León Gieco, bueno, siempre fue un amigazo. Raúl Porchetto es un poco más lejano. Y a Nito –de quien también fue pareja, además de integrar Los Desconocidos de Siempre- tampoco le gustaron algunas de las cosas que escribí en el libro, pero juro que todo lo que puse es absolutamente cierto. León, que hizo la introducción, un día me preguntó "¿hay algo de fantasía en lo que escribís?" No, no la hay. En fin, con León la cosa siempre es más fácil, él es más abierto.
-De nuevo en el presente, entre tus presentaciones de marzo hay una relacionada con el cuadragésimo aniversario de la vuelta a la democracia. ¿Qué significan para vos?
-Sabemos lo que nos costó y lo que nos cuesta vivir en democracia. Siempre cuento que tengo una importante colección de libros de literatura rusos. Los he leído y sé muy bien lo que es la lucha de clases y lo que son las derechas, cómo se manejan y lo prepotentes que son…
Clases
La fórmula de la juventud
Tras la tríada de shows de marzo, María Rosa protagonizará un ciclo todos los miércoles de abril a junio en La Manzana de las Luces, bajo el nombre de “La Academia de la Canción”. “Básicamente consiste en que el público podrá tomar clases conmigo como si fuera un show. Vamos a hacer ejercicios de vocalización, posturales y de articulación, para poder conocer el propio registro de voz, o cosas como comenzar y terminar la canción en el mismo tono. También habrá quien pueda subirse a cantar conmigo”, promete María Rosa.
-Pedagogía vocal en pleno desarrollo
-Es algo que siento mucho, sí. Me gusta explicar y creo que lo sé hacer de una manera sencilla, con humor, para que aprender no sea algo pesado.
-¿Cuál es la fórmula de la energía para poder hacer todo lo que estás haciendo, al borde de los 70?
-Levantarse a la mañana, vocalizar, darle bolas al cuerpo que, aunque esté en quietud, hay que saber manejarlo. Todo empieza por la planta de los pies, porque el cuerpo humano tiene una particularidad: siempre vivimos un poco cargados de los hombros, desde que dejamos de caminar en cuatro patas. Entonces, el trabajo empieza por que el apoyo esté en los pies, en la cadera… El yoga y el canto están muy relacionados. Ahora no estoy haciendo yoga porque tuve un problema en los huesos y me estoy recuperando con kinesio y con gimnasia consciente. La híperquietud de la pandemia atentó contra los cuerpos.