La última vez que Emiliano Brancciari pisó un escenario argentino fue el 18 de febrero, en Córdoba, cuando se presentó con No Te Va Gustar en el festival Cosquín Rock. A pocas semanas de ese show, con el que la banda uruguaya siguió defendiendo su disco Luz (2021), el músico regresa a esta orilla del Río de la Plata para ofrecer otro recital. Uno bastante especial, por su rareza y esencia. Y es que esta vez lo hará solo, sin sus compañeros de grupo. El cantautor originario de la localidad bonaerense de Munro, aprovechando un hueco en la hiperkinética agenda del octeto que comanda, el sábado 4 y domingo 5 en Teatro Vorterix mostrará por segunda ocasión las canciones de su disco debut como solista: Cada segundo dura una eternidad. Lo lanzó el 16 de diciembre y ya lo tocó en vivo en Montevideo el fin de semana pasado. “Lo viví con muchos nervios porque me sacó de mi zona de confort”, confiesa el artista.
-A partir de ahora tendrás dos carreras musicales en simultáneo…
-Supongo que será cansador, pero también me parece divertido. No Te Va Gustar es mi casa y me hace feliz, aunque en esta época de mi vida me motiva otro tipo de proyecto, uno más pequeño y menos pretencioso.
-Recién dijiste que No Te Va Gustar es tu casa. Pero si se toma en cuenta que sos el único integrante fundador del grupo que quedó, no hay dudas de que siempre será tu casa.
-Martín (Gil) está desde el primer disco. Pero del trío fundador, soy el que queda. A manera de dato, en este nuevo proyecto mío vuelvo a tocar con el baterista fundador de NTVG (Pablo Abdala).
-¿Te dio temor dar este paso?
-Me dio curiosidad. Son desafíos. Están buenísimos, al igual que fijarse nuevas metas. Te mantienen vivo. Como ya tengo el grupo, lo que me genera felicidad, necesito nuevos objetivos. Esto es algo enorme para mí y me llena de alegría.
-¿Y por qué decidiste salir como solista ahora?
-Yo sé, mis compañeros de banda saben y todo mi entorno sabe que esto nace desde un lugar sano. El grupo está maravillosamente bien a nivel humano, no hay conflicto. Por eso tomé la decisión de hacerlo ahora. No estoy escapando a ningún lado.
Al momento de buscar en Spotify al artista afincado en la capital uruguaya, aparecen dos perfiles. Uno con su nombre y apellido, y otro con su apodo, Emi, que es donde se encuentra alojado Cada segundo dura una eternidad. A propósito de la elección de su nombre artístico para esta instancia de su trayectoria, el cantante y guitarrista justifica: “Es mi nombre. O al menos es como me llaman la gente, mis seguidores y en casa. Me pareció que esto tan personal debía tener eso mismo”. Antes de que todo esto tuviera forma, sólo estaban las ganas. Pero la pandemia se tornó en una suerte de plataforma para transmutar el deseo en realidad.
-De las 12 canciones del repertorio, “Fe en lo que yo quería” parece el manifiesto fundacional de este período. ¿Es así o es cosa de la sugestión?
-Es el tema manifiesto. La composición de este disco fue un momento de mirar de adentro hacia afuera, a ver cómo me venía manejando y con el deseo de desechar lo que no quería más. Traté de ser consecuente con lo que siento. Y capaz que llegué a la madurez. Todas estas reflexiones surgieron en la pandemia.
-Si el último disco de No Te Va Gustar apela por la luminosidad, a tal punto de que se llama Luz, tu álbum solista es una oportunidad para descubrir tu lado oscuro. Ambos repertorios fueron hechos en plena cuarentena. ¿Cómo hacés para manejar estos contrastes anímicos?
-Es mi yin y yang. Cuando me di cuenta de esa oscuridad, me dejé llevar. Fueron momentos en los que la cabeza no paraba de funcionar y el tiempo no avanzaba. Todo fue distinto, a partir de entonces. Por eso titulé así a mi disco solista.
-Aparte de visual y metafórico, este trabajo es reflexivo. Acá la verdad y la mentira son una constante en el ejercicio estilístico.
-Hay algo en eso de la honestidad donde me abro mucho más que en otros trabajos. Voy más a fondo sobre mí y de manera sincera.
-A diferencia de No Te Va Gustar, donde llenás muchos espacios cantando, acá sucede todo lo contrario: hacés de los silencios un nuevo recurso.
-Se dio así. Te lo juro. Capaz fue por el momento que estaba viviendo. Y con esto me refiero a la introspección y reflexión. Aunque no fue planificado y me dejé llevar, sí esperaba aprovechar esta oportunidad para separarme de algunas formas de No Te Va Gustar.
-La única voz invitada es la del músico, compositor y productor estadunidense Jim Keller, que tiene una impronta narrativa que evoca a la de Leonard Cohen. ¿Era lo que pretendías?
-Ya conocía su trabajo. Me encanta su voz y lo que hace. Me sedujo la idea de que no hubiese más cantantes invitados salvo él. Tradujimos una de las estrofas y le dio su aporte para que no sonara tan literal sino más bien profético. Terminó siendo devastador. Que él haga esa parte en inglés representa la unión de dos mundos, que fue lo que se dio en el estudio.
Keller, que anteriormente se puso al servicio de Philip Glass, Tom Waits y Ravi Shankar, fue uno de los músicos estadounidenses que participó en Cada segundo dura una eternidad. Y es que el disco fue grabado en la ciudad de Nueva York, bajo las órdenes del productor venezolano Héctor Castillo, quien en los últimos tiempos se convirtió en un híbrido de oráculo y colaborador de No Te Va Gustar. “Fue alucinante”, define Emi, cuya banda cumplirá tres décadas el año próximo. “La idea de grabar allá fue de Héctor. Tras escuchar los demos, me dijo: ‘Te armo el equipo. Tengo unos músicos alucinantes que te van a venir muy bien. Y así fue. Esos músicos le pusieron mucho amor a lo que hicieron. Cuando terminaron de grabar, venían a ver cómo iba. Si decidí hacer el disco allá es porque trato de que mi audio deje de ser algo regional. Eso ya está en las letras y la forma de hablar. Está bueno que el sonido se expanda hacia otro lado”.
-Desde la aparición del álbum Suenan las alarmas, se nota tu deseo por salir de esa uruguayización que atravesó el rock rioplatense en las últimas dos décadas.
-Luego de hacer Luz, yo seguí componiendo, pero sin pensar en abastecer a la banda. Con esa libertad, se generaron estas canciones. Mi escucha de música es súper variada y mundial.
-Pese a que este disco es un catálogo sonoro que va del funk al pop, no deja de sorprender tu acercamiento a ese country o a ese rock sureño con sabor a Bob Dylan, Ry Cooder o Tom Petty.
-No sé cómo fue, no lo pensé. Es como me salía en ese momento. Tengo muchas influencias de la música estadounidense. También está tocado por músicos estadounidenses. No sé qué hubiera pasado si esas canciones hubiesen sido grabadas por músicos de acá.
-La banda que toca esos temas está compuesta por músicos del Río de la Plata. ¿Cómo fue la adaptación al show en vivo?
-Estuvo bueno porque se armó una banda heterogénea. Hay un muy lindo ambiente y sentido del humor. Algunos no se conocían y la corazonada de elegirlos fue perfecta. Primero les di el material para que estudien y luego cada uno le dio su toque. El show no tiene sólo las canciones del disco, sino también otros temas. El disco lo tocamos lo más parecido posible. Y luego hay montón de canciones inéditas mías que no grabé y en las que sí hubo un poco más de libertad. También hay versiones de temas ajenos que me gustaría cantar.
-Cuando un frontman de una banda convocante desarrolla carrera solista, baja notoriamente la cantidad de público que lo va a ver. La excepción es el Indio Solari. ¿No te parece un fenómeno raro?
-Así funciona. Capaz que el carisma general es lo que provoca esa cantidad de público. Y está bien.