Durante su exilio musical en Madrid, Guillermo Piccolini, al igual que otros músicos argentinos establecidos en la capital española, pasaron por el escenario de Café Berlín. Es por eso que el recital que consumaron en la versión porteña de la sala, en abril del año pasado y que sirvió para la presentación de su álbum debut en solitario, Futuro imperfecto (2021) podía tener cierto sabor a déjà vu. Y al final lo tuvo. Tanto así que esa performance derivó en un disco en vivo, Café Berlín, que aparecerá en circulación el próximo 17 de abril. Mientras llega el día, su autor comenzó a recrear la experiencia y el repertorio que la respalda. Para muestra está el show que ofrecerá este domingo 5 de marzo, en el Centro Cultural de Desarrollo Airaldi (Estados Unidos 425), a las 16.
“Presentamos con bastante cariño el show de Futuro imperfecto, porque además veníamos de la pandemia”, evoca Piccolini sobre una velada que contó con la participación de músicos del calibre de Tito Losavio, Martín Millán y Martín Aloé, a los que se sumaron en calidad de invitados El Soldado, Colo Belmonte y un trío de cuerdas liderado por Federico Terranova. “Tuvimos la ayuda de muchos músicos que se arrimaron al proyecto. Y también de la sala. Grabamos y filmamos el recital sin otra intención que registrarlo. Cuando escuché el material, me pareció que podía tener sentido hacer un álbum en vivo. Eso fue lo que terminó ocurriendo. Aparte, en ese show, incluí temas que seguramente no volveré a grabar como ‘Día tras día’”.
Café Berlín recorre el primer disco solista de Piccolini, al igual que una obra grupal que se remonta a los '80, y de la que destacan los proyectos Venus (junto a Marina Olmi), Pachuco Cadáver (al lado de Roberto Pettinato) y Los Toreros Muertos. Con la banda española, el músico, cantante y compositor abrazó la popularidad en ambas orillas del Atlántico, sobre todo a partir del furor que generó “Mi agüita amarilla”, tema devenido en himno de la juerga. “Estoy orgulloso del resultado de la versión”, subraya. “Es lindo haber estado en la creación de un clásico. Lo canté miles de veces y me divierte tocarlo. Pero en la Argentina no es tan conocido. Sin embargo, ese día decidí que estaba bueno tocarlo. Había gente querida y sabía que iba a entenderlo”.
-Seguís siendo más conocido fuera de la Argentina.
-Piccolini no nace de un repollo. Son todos los que anduvieron dando vueltas también. Entonces me parece que desde ahí está bueno. Es lindo e interesante revisitar algunas canciones que me gusta tocar. Hay algunas de Los Toreros Muertos que por la letra me cuesta más llevarlas a un show mío. Pero “Mi agüita…” quedó muy bien.
-Por más que no hayas nacido de un repollo, decidiste iniciar una obra solista en 2021.
-Como dice (Jorge) Drexler, uno suelta las canciones en la ventolera y que sea lo que tenga que ser. Yo puedo hacer la mejor canción, pero no controlo los elementos de difusión o que a la gente le guste. En el caso de Futuro imperfecto, las canciones nacen de una idea mía acerca de cómo sigue esto luego de los 50 años. Entonces pensé en hacer temas que se pudieran tocar en los cumpleaños de los amigos.
-Este trabajo en vivo surgió a partir de la presentación de un cancionero inspirado en la música de raíz argentina.
-Cuando estacioné Venus, me interesó la idea de hacer temas con la guitarra que se sostuvieran simplemente por eso. En ese camino, aparecieron los ritmos que aprendí en la infancia, como la zamba y la chacarera, y los acerqué a The Beatles y la salsa. Siempre los quise, los escuché y estuvieron en mí, pero nunca hice nada en esa onda. Hoy me siento más cerca de Cuchi Leguizamón que de John Cale.
-El desparpajo y hasta el humor que caracterizó a tus proyectos grupales no está en ese disco.
-Cuando quiero hablar de algo, lo planteo en los términos que puedo o que me parecen. Si bien el humor en algunos momentos está, aunque sea de forma sutil, no es un disco con ganas de reírse.