La condena de cumplimiento condicional para un hombre que fue declarado responsable de abuso simple en perjuicio un niño de seis años, que en la actualidad transcurre su pre adolescencia, permitió que el victimario quede en libertad.
El fiscal había solicitado la pena máxima de cuatro años de cumplimiento efectivo, al entender que el agravante que pesaba en el caso era la guarda y convivencia del abusador con el niño. La jueza interviniente le dio la razón, pero solo condenó a tres años de prisión de ejecución condicional.
Por otro lado, la demora en la investigación de esta causa llevó a que la organización Madres Protectoras y al área de género de la organización Nuestra América se manifestaran el día que se iba a conocer la condena. La causa llegó a juicio cinco años después de la primera denuncia radicada por la abuela de la víctima.
Por esta situación, y tomando como antecedente la causa de Lucio Dupuy en La Pampa, decidieron denominar a éste como el caso del "Lucio salteño".
“Estamos trabajando con los abogados de la señora para ir a casación”, dijo a Salta/12 la referente del área de género de Nuestra América, Elizabeth Quipildor, quien contó que desde los 6 años (cuando se la abuela hizo la denuncia) a los 11 años, edad actual, el niño estuvo “en cinco domicilios diferentes”, lo cual impedía que lleguen en tiempo y forma las notificaciones para declarar en cámara Gesell.
La referente denunció que también hubo falencias en los equipos interdisciplinarios que debían actuar y en el monitoreo sobre la situación del niño ante un abuso intrafamiliar.
Afirmó que después de la primera denuncia “el niño queda un año y medio” en convivencia continuada con el victimario quien, en su calidad de miembro de una de las fuerzas de seguridad “conocía muy bien cómo se movía la Justicia y por eso logró la demora”.
En su alegato, el fiscal penal de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual (UDIS), Pablo Rivero, recordó todas las pruebas reunidas durante la etapa de investigación de la causa, que demostraban la vulneración sexual de la que fue víctima el menor de edad por parte de la pareja de su madre.
Durante la investigación, incluso tomó conocimiento que el niño había sido derivado por la escuela a la que asistía a una psicopedagoga particular por problemas en el aprendizaje. La profesional elevó un informe en el que narraba que la abuela la había puesto al tanto de la situación y, al conversar con el nene, éste le contó lo sucedido.
“Si hubiese dispuesto tres años y un día, el abusador iba preso, que es lo que pedíamos, pero lo dejaron en libertad”, dijo Quipildor al recordar que la jueza dio la razón a la fiscalía al calificar el delito, pero no en la cantidad de tiempo de condena, y con ello le permitió quedar en libertad.
La reiterada vulneración de las víctimas
Quipildor aseveró que en dos años y medio del área de género de Nuestra América “ya estamos acompañando a 12 víctimas en casos de abuso, entre las que hay menores y adultos”.
Dijo que el peor de los problemas a los que deben enfrentarse es que al ser situaciones de abuso intrafamiliar la vulneración de la víctima es continuada. “En el caso de una denuncia por abuso, una mujer tiene un pedido de desalojo por parte de la abuela de la víctima. Y en otro caso, como el abuelo ya tiene 70 años va a quedar con prisión domiciliaria”.
Afirmó que las organizaciones muchas veces deben ocuparse de contener a personas que no encuentran una protección suficiente del Estado o que es revictimizada por la adminsitración de Justicia que tarda en responder.
Desde el Ministerio Público Fiscal indicaron a este medio que no darían declaraciones hasta conocer los fundamentos, y desde el Poder Judicial la respuesta fue similar.
Marcelo Fernández Esteban, asesor de Menores N° 1, accedió a dar una explicación más técnica sobre el proceder judicial al indicar que el Código Penal establece una graduación según la gravedad de las conductas, en casos de abuso sexual simple, que refiere solo a situaciones de tocamientos en zonas erógenas de niños, niñas y adolescentes.
Desde las asesorías “lo que hacemos es un abordaje más interdisciplinario para saber si hay rastros de otro tipo de abusos”, indicó. En el caso de los abusos intrafamiliares “es más difícil hacer la denuncia”, y por eso estos casos llegan a las Asesorías por las luces de alarma que se encienden en las escuelas o entre los efectores de Salud, que son quienes muchas veces hacen las denuncias. Es así que se interpreta que durante la pandemia muchos hechos de abusos quedaron sin denuncia.
Añadió que “muchas veces las víctimas sufren dentro de la familia el menoscabo y la estigmatización, porque sucede que el abusador es el que aporta a la casa económicamente”.