Víctor Manzanares, el contador de los ex presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández detenido por orden del juez Claudio Bonadio, declaró ayer por videoconferencia desde el penal de Marcos Paz para fundamentar el pedido de excarcelación. El flamante imputado en la causa “Los Sauces”, a quien el juez ordenó detener pese a que se había declarado incompetente tras procesar a CFK, dijo que vive “una pesadilla” pero que la afronta con “estoicismo” porque no cometió ningún delito y afirmó que estaba orgulloso de ser conocido como contador de la familia Kirchner. También criticó el montaje diseñado desde el gobierno de Cambiemos para los medios, que incluyó casco, chaleco antibalas y uniformados pertrechados para la guerra. “Se esperó a que llegaran los medios para retirarme esposado e insultado”, contó sobre el operativo para exponerlo como si fuera un temible narcotraficante. Los jueces Eduardo Freiler y Jorge Ballestero, de la Sala I de la Cámara Federal porteña, deberán resolver ahora si le conceden la excarcelación o lo mantienen preso.
Bonadio consideró que Manzanares, también procesado con anterioridad, intentaba “obstruir a la justicia” por la derivación del pago de alquileres del Hotel Las Dunas, del “Condominio Máximo y Florencia Kirchner” que se encuentra intervenido, a una cuenta del ex gobernador Carlos Sancho, que está citado a indagatoria para el próximo martes. El juez, un alfil de Cambiemos en Comodoro Py, se había declarado incompetente en la causa pero se quedó en su despacho durante la feria judicial para apurar la detención de Manzanares antes de que la Cámara designe a su reemplazante.
Manzanares se explayó ante los camaristas sobre sus “condiciones morales”, contó que en su etapa como universitario iba a misa cuatro veces por semana y que en la actualidad controla los gastos de la escuela a la que asistieron sus hijos y de la cooperadora del hospital de Río Gallegos. “No me merezco esta situación”, dijo después de confesar su orgullo de ser conocido por su relación con los ex jefes de Estado. “He sido tratado como un delincuente, como un terrorista”, recordó en referencia al operativo del pasado lunes 17. “Se esperó a que llegaran los medios para retirarme esposado e insultado. Me llevaron a la delegación de Río Gallegos donde estuve hasta el jueves. Esto es una situación muy dura” aunque “soy una persona estoica, fuerte, acepto la situación que me tocó vivir”, enfatizó.
Manzanares contó que el viernes 21 lo trasladaron a Buenos Aires, donde Bonadio no lo recibió, y entonces lo derivaron el panel de Marcos Paz en lo que consideró un nuevo “show mediático”. Agregó que lo bajaron lentamente del avión, “siempre con el flasheo de las fotos”, mientras “se escuchaban burlas y risas”. “No siento que merezca esta situación. Nunca me imaginé en un calabozo. No soy Mandela, pero pasé a comprender la situación que le tocó vivir”, dijo en referencia al fallecido líder sudafricano.
Sobre las imputaciones en su contra, Manzanares dijo estar acusado de un delito que jamás cometió. “Entiendo que siempre estuve a derecho. Mis acciones eran de conocimiento del juez y durante este tiempo jamás hizo un reparo o indicación sobre el condominio. Si el juez me hubiera notificado no estaría viviendo esta pesadilla”, dijo el contador, y aseguró que ni el juzgado ni la interventora judicial de la sucesión de Kirchner le dieron indicaciones sobre cómo proceder si un inquilino no pagaba el alquiler, como sucedió.
Según explicó su defensor Carlos Beraldi, en el marco del condominio que se abrió por la sucesión de Kirchner se iniciaron los trámites para que los alquileres se depositaran en una cuenta del Banco de Santa Cruz, pero como aún no había sido asignada se intimó al inquilino a depositar el dinero en una cuenta del ex gobernador Carlos Sancho, “la persona autorizada” para cobrar los alquileres en calidad de apoderado del condominio.
Además de pedir la anulación de la detención y criticar a Bonadio, Beraldi aprovechó la audiencia para denunciar que querían desalojar a CFK y a Florencia Kirchner de las casas en donde viven, en Río Gallegos y en el barrio porteño de Constitución respectivamente. “Bonadio está pergeñando otra maldad”, anticipó.