El presente positivo que atraviesan tanto Huracán como San Lorenzo no se vio reflejado en el clásico que protagonizaron en Parque Patricios, y el fútbol atractivo que venían exhibiendo en este torneo lo dejaron de lado.
La desesperación por ganar el duelo máximo provocó que no se preocuparan por el camino que los depositaría en el éxito, y eligieron la intensidad, la fuerza física y la guapeza para quedarse con la victoria. El castigo para ambos fue el reparto de puntos.
San Lorenzo arribaba como uno de los líderes, y con un estilo que empezó a convencer a sus hinchas, que respaldan el trabajo de Insúa, sobre todo por la oportunidad que le brinda a los jóvenes surgidos en el club. Sin embargo, el conjunto visitante le dio la iniciativa a su rival, y esperó en su campo para responder por la vía del contrataque.
El equipo de Boedo no es lo que hace habitualmente, y mucho más cuando juega como local. Pero para este encuentro tomó esa postura y decidió no atacar en el comienzo. De esa manera, los hombres más adelantados, Bareiro y Vombergar, quedaban demasiado desconectados del resto.
Huracán fue el que tomó el control de la pelota, pero su estrategia tampoco era muy acertada: la lanzaban desde el fondo para los hombres de ataque, y los del medio observaban como viajaba por el aire. El resultado de todo eso fue confusión y poca claridad. Los dos equipos no tenían profundidad para llegar con riesgo, y el juego se diluía cuando se acercaban a las áreas.
Hezze y Jonás Acevedo, dos de los que mejor tratan la pelota en Huracán, no estaban precisos, y el equipo sufría esa falencia. El aburrimiento se había apoderado de las acciones, cuando un error de Rafael Pérez terminó con un penal para el local. El defensor le cometió infracción a Cóccaro, que había recibido la pelota en el área, y el árbitro no dudó en cobrar la falta.
El propio Cóccaro fue el que ejecutó y convirtió el primer gol. Huracán hizo lo que muchos equipos llevan adelante en Argentina, que cuando están en ventaja se retrasan en el campo. Esa decisión provocó que Gattoni casi igualara cuando le erró al arco luego de un tiro de esquina.
El adelantamiento de San Lorenzo finalmente tuvo su recompensa en el descuento de la primera parte, cuando Elías recibió la pelota afuera del área y remató junto al palo para sentenciar la igualdad.
La esperanza de que el espectáculo mejorara en la segunda parte no se concretó, y de los que ingresaron el único que generó algo diferente fue el joven Gauto, precisamente haciendo todo lo contrario a lo que realizaban los que estaban en la cancha. Gauto jugó con la pelota por abajo, y con gambetas y combinaciones superaba a sus marcadores.
Los elogios que recibió el chico fueron muchos, y no se explicaba el motivo por el cual estaba sentado en el banco de suplentes. Las peleas entre los futbolistas, que determinaron las expulsiones, fue la mejor evidencia de lo que había sido el enfrentamiento entre dos de los aspirantes a los primeros puestos.