Desde Bolonia
Como una sorprendente y abrumadora Babel de los libros para las infancias, con la ilustración como destacada protagonista, transcurre por estos días la Feria del Libro de Bolonia, el encuentro específicamente dedicado a la literatura infantil y juvenil y el libro álbum más grande del mundo. Mas de 1400 expositores provenientes de unos 90 países y regiones dan cuenta de las dimensiones de un evento que se presenta como inabarcable en su despliegue, mucho mas en la celebración especial habilitada por el 60 aniversario. Aunque lo mas sorprendente tiene que ver con la cantidad de gente que acude de todo el mundo a comprar y vender derechos, pero también a encontrarse con colegas, descubrir tendencias y conocer las ultimas novedades.
La literatura infantil y juvenil argentina tuvo gran presencia en los premios de esta feria, que operan como importantes legitimadores por ser una gran vidriera mundial. Sorprende ver la tapa del libro Todo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel, una publicacion del sello argentino Limonero, impresa en tamaño muy gigante en la multitudinaria entrada a la feria, tras obtener el Premio Bologna Ragazzi 2023 en la categoría Ficción. También los trabajos de los seis ilustradores argentinos seleccionados para la prestigiosa Muestra de Bolonia se lucen en las paredes de la feria, ante miles de visitantes que toman fotos y notas, y los dos sellos nominadas a Mejor Editorial de Latinoamérica y el Caribe (Iamique y Calibroscopio) muestran sus producciones en el stand argentino.
A diferencia de lo que ocurre en países como Chile, cuya nutrida delegación de editores, agentes y autores viajó hasta aquí con el sostén de un programa oficial de apoyo al libro y a la marca país (el Consejo del Libro del Ministerio de las Culturas con ProChile), las y los editores argentinos solventan todos sus gastos y pagan por el espacio de stand. Son nueve los sellos locales que han hecho esa inversión en el stand argentino, y muchos mas los ilustradores argentinos que llegaron con sus proyectos bajo el brazo, desde los ya bien conocidos hasta los que están comenzando a publicar, o incluso estudiantes. Hay algunos sellos más grandes con stand propio, como Catapulta, que trajo de invitado a Pablo Bernasconi. E ilustradores como Diego Bianki invitados por la feria, en su caso al Surival Corner, un espacio dedicado íntegramente a la ilustración, donde hará una revisión de portafolios (con previa agenda para la cita, decenas de ilustradores que están comenzando le muestran sus proyectos de libros o ilustraciones, y se llevan su orientación para estos trabajos).
Bianki es ya un visitante asiduo de esta feria, donde fue premiado en 2015 por el libro Abecedario, que hizo junto a Ruth Kaufman y Raquel Franco, de Pequeño Editor), también ha dado charlas y talleres. De estos lazos nació la posibilidad de que en 2019 la Argentina recibiera, por primera vez en Latinoamérica, a la Muestra de Bolonia en el Centro Cultural Kirchner. Destaca la potencia de este espacio como el gran lugar de intercambio y encuentro entre culturas y miradas muy diversas.
La ilustradora Mariana Ruiz Johnson llega por cuarta vez a Bolonia, ahora como una de los seis argentinos cuya obra fue seleccionada en la muestra (los dibujos de Yaci, que salió originalmente por la editorial de Vicente López Musarañita), lo cual es un premio en sí mismo. Con más de cincuenta títulos publicados y reconocimientos como el Premio Compostela y el Silent Book Contest, Ruiz Johnson viene ahora a Bolonia como una ilustradora más instalada, con libros de proyección internacional. "Vengo más que nada a encontrarme con las personas con las que trabajo desde hace varios años, a conversar cara a cara con mis agentes y editores en otros países. Pero antes vine con maquetas debajo del brazo, y he vendido las maquetas en una fila de ilustradores de esas que se arman en Bolonia ante los editores", cuenta su trayecto.
Y relata el camino que es el de casi todos y todas en este oficio: "Hay algo de autogestión en el oficio de ilustrador. Ya desde su formación, porque en nuestro país no hay un título oficial, hay un par de universidades privadas que tienen la carrera, pero la mayor parte de los ilustradores se forman en talleres", observa. "Esa autogestión sigue en la edición: editás tu propio portfolio, seleccionás tu trabajo y hacés una especie de investigación de mercado para ver dónde podría ir mejor, en qué catálogo de qué editorial podría funcionar bien tu estilo. Sos tu propia agente, porque tenés que ofrecer tu trabajo, defenderlo, argumentarlo, negociar los contratos. Tener un mínimo conocimiento de derechos de autor, de contratos, de impuestos que se pagan en otros países", enumera. "Todo esto se hace muy en red, entre colegas se conversa mucho, nos leemos los contratos, nos pasamos los tarifarios, con el tiempo te vas formando y entendiendo. Hay mucha solidaridad y tropezones en el camino, que son parte del aprendizaje".
Algo de esa red es lo que trajo hasta aquí a un entusiasta grupo de ilustradores y diseñadores que Página /12 encuentra concertando citas con editores para mostrar sus trabajos entre los atiborrados pasillos de la feria. Son unos doce, algunos son estudiantes, otros tienen ya trabajos publicados. "Hace mucho que empezamos a armar este viaje, nos organizamos para sacar los pasajes con tiempo, alquilamos dos departamentos, vemos la forma de ahorrar gastos en todo lo posible", cuentan Pato Iaco, Agustina Saccetti y Leina Lovine. "Incluso editamos nuestros portfolios juntos, nos hicimos comentarios y correcciones unos a otros. Hacer comunidad es clave", aseguran.
A la entrada de la feria de Bolonia hay inmensas paredes en blanco que muy pronto lucen atiborradas de imágenes. Temprano el primer día se ve allí a cientos de ilustradores de todo el mundo pegando una junto a otra pequeñas muestras de sus trabajos, tarjetas personales, datos de contacto. Son botellas lanzadas al mar de la feria de Bolonia, en busca de algún editor de algún lugar del mundo que pase, las vea y se interese en transformarlas en libro. Otra apuesta al encuentro en este océano de libros.
La escuela de negocios
La prensa italiana le esta dando una amplia difusión a la Feria de Bolonia en las paginas de Cultura, mientras que en las portadas y los noticieros el acontecimiento que sigue marcando la agenda es el naufragio de la barcaza de migrantes que dejó más de 60 muertos en las costas de Calabria, las imágenes de los ataúdes (muchos, de niños) colocados en fila en un estadio, el debate por las responsabilidades de la Guardia Costera y la política migratoria del gobierno de Giorgia Meloni. Sobre la Argentina, el fútbol domina las noticias, la foto de Lautaro Martínez festejando el gol que le dio la victoria al Inter de Milán frente a Lecce se multiplica. No hay mención alguna a la reciente visita de Mauricio Macri a Bolonia. El expresidente había anunciado que daría "una clase magistral en la Universidad de Bolonia" (la más antigua y una de las más prestigiosas de Europa). Resultó ser una charla en el Museo Ferrari, auspiciada por la "Bologna Business School". Las redes de la escuela de negocios lo presentan como una "personalidad vinculada al mundo del deporte y la política que explorará un tema importante para cualquiera que ocupe cargos directivos, en cualquier sector: ¿cuáles son las cualidades de un buen líder y cómo se desarrollan?".