En una época en la cual nos planteamos y necesitamos desarticular los binarismos, de género, de discurso, y de percepción; vivimos paradójicamente entre likes y no likes. Recibiendo recortes tendenciosos de información y sucesos varios que, para generar mayores interacciones y al servicio del “nuevo hermano” algoritmo, eliminan las historias que acompañan y construyen los trayectos. La paleta de tonalidades monocromática salta del blanco al negro sin un solo gris en el camino que invite a una nueva mirada o momento de meditación al respecto.

Los trayectos que se construyen en éstas tres películas, basadas en hechos reales, son el origen a la comprensión de la construcción de determinadas decisiones, que serían impensadas tal vez desde otras realidades, creencias y oportunidades.

Hoy 7 de marzo, en un nuevo aniversario del asesinato de la Pepa Gaitán, celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica recomendando tres películas que hablan de trayectos, vidas y decisiones. Para que no sólo quienes estuvieran allí puedan comprenderlo. Porque es necesario recordar, volver a mirar con ojos nuevos, con la escala de color ampliada y un corazón que la imite.

Monster , (2003, EE.UU.), de Patty Jenkins.

Con Charlize Theron y Christina Ricci.

Aileen Wuornos (Charlize Theron) es una prostituta que está a punto de suicidarse, cuando decide beberse en cervezas los últimos 5 dólares que le quedan en una noche de tormenta. Llega hasta un bar de ruta que resulta ser gay y allí conoce a Selby Wall (Christina Ricci), una joven lesbiana que ha sido enviada por sus padres a vivir con su tía para "curar su homosexualidad". Wuornos, víctima de una trágica infancia llena de abusos sexuales, no se considera lesbiana pero rápidamente se enamora de Selby, encontrando en ella una razón para vivir, sintiéndose deseada y amada por la joven e inmadura Selby.

Incapaz de encontrar un trabajo digno, Wuornos sigue ejerciendo la prostitución para sustentar a ambas y es allí, cuando uno de sus clientes la golpea y viola, y ella lo mata en defensa propia, comenzando así una trágica cadena de asesinatos desesperados. La desesperación es la emoción preponderante en ésta historia de amor lésbico entre carreteras y moteles del estado de Florida. La interpretación magistral de Théron le valió un Oscar y Oso de Plata de Berlin entre otros premios. Es una lástima que ahora solo la veamos en anuncios de perfumes franceses. 

Me resulto inevitable empatizar y querer a este personaje, que entre mucho alcohol, cocaína y bares de ruta despliega una enorme inocencia extrañamente combinada con la sabiduría de alguien que vive en las calles.

Boys don't cry, (1999, EE.UU.), de Kimberly Peirce.

Con Hilary Swank y Chloë Sevigny.

Brandon Teena es el nuevo chico popular en un pequeño pueblo de Nebraska. Se junta con otros pibes, se emborracha, putea, juega bruto y encanta a las chicas, que nunca habían conocido a un chico tan sensible y considerado como él. La vida es buena para Brandon, ahora que es uno más de los muchachos y sale con la más linda del pueblo, Lana.

Sin embargo, se olvidó de mencionar un detalle importante, que Brandon Teena en realidad nació como una mujer llamada Teena Brandon. Todo suena ideal, hasta que lo descubren. Y si todo parece de ensueño, se avecina la pesadilla. Podemos percibirla acercándose, entre cielos campestres, escenas encantadoras de seducción, suspicacias y sexo con dildo en el bosque.

Un Brandon mágico (Hilary Swank), que ganó el Oscar y Globo de Oro, y la bella y profunda Chloë Sevigny destilando white trash de provincia yankee.

Habrá tiros, asesinatos y violación correctiva. Quienes acepten y protejan a Brandon y quienes horrorizados realicen prácticamente una cacería, en la tierra de la libertad de escopetas; para matar a la bestia lesbotrans.

Criaturas celestiales, (1994, Nueva Zelanda), de Peter Jackson

Con Kate Winslet y Melanie Lynskey.

Nueva Zelanda, 1954. La amistad entre dos compañeras de colegio adolescentes es tan intensa y estrecha que despierta el recelo de los padres de una de ellas. Las chicas crean un mundo imaginario y lleno de fantasías en el que se refugian para vivir de espaldas al resto del mundo. Un gran guion que nos permite mirar y penetrar en ese universo lisérgico amoroso de estas adolescentes de escuela, que comienzan a desarrollarse y se enamoran de la propia mágia que crean con su vínculo.

Es en éste, un ambiente sensorial e histérico, enebrado por escenas y personajes de films de la época, que, mientras estas dos adolescentes apasionadas y desbordadas de encuentro, escriben guiones de novelas y óperas, se besan, duermen juntas, moldean a los personajes en muñecos de arcilla y corren por imaginarios vergeles desnudándose. Se entreteje, como en tragedia griega, un asesinato.

Una de ellas Juliet Hulme (Kate Winslet) de familia intelectual y adinerada, la otra Pauline Parker (Melanie Lynskey) hija de 14 años de una familia de bajos recursos. Ambas actrices debutantes en esta película logran con sus interpretaciones, intensidad, profundidad y una dimensión inesperada entre lo trágico e infantil.

Un film que por momentos nos lleva a esperanzadoras geografías y pinturas de los hermanos Grimm para después largarnos de cabeza en Othelo, que termina mal, muy mal.