Desde Rosario
Una buena parte del vecindario que rodea a la comunidad Los Pumitas de Empalme Graneros vivió ayer un verdadero día de furia: pasado el mediodía, luego del velatorio y entierro de Máximo Gerez, el niño de 11 años asesinado durante una balacera cuyos plomos iban destinados a una banda narco del barrio, un centenar de personas incendió una moto y derribó al menos tres viviendas que fueron apuntadas como lugares de venta de droga. La Policía asistió al lugar minutos después de que el sospechoso --un supuesto dealer de la banda de Los Salteños-- fuera apedreado y lastimado cuando salió a la terraza a amenazar a los manifestantes. El sospechoso de narco fue detenido por personal policial, junto a dos de sus hijos y a dos mujeres integrantes de la familia. El padre de Máximo resultó herido con postas de goma. Luis Gerez se encontraba también entre los vecinos enardecidos y al ser consultado sobre si el hombre que vive en ese domicilio atacado es narcotraficante y el culpable de la muerte de su hijo, afirmó: “Sí, es él”.
El saqueo de las viviendas se fue gestando a medida que pasaban las horas. Pero seguramente el punto culminante se dio cuando el dealer amenazó a la madre del chiquito muerto. "Reaccionamos así por mi sobrino. Amenazaron a mi hermana, que está en el hospital. El señor (por el presunto dealer) fue a amenazar a Margarita (madre de Máximo). Yo estoy jugada. Cuando todo termine, a nosotros nos van a cagar a tiros, ya lo sabemos”, dijo la tía de Máximo.
Lo cierto es que la familia Gerez y sus vecinos fueron hasta la zona de Cabal al 1300 bis para intentar derribar una casa en construcción en la que, según señalaron, vive la persona que vende drogas en el barrio y que era el objetivo. Muchos de los presentes empezaron a lanzar ladrillos y botellas contra una vivienda y sacar del lugar a un vecino, ante las cámaras de televisión de varios canales que estaban en la zona. En un momento se escucharon varios disparos y luego apareció el personal policial, que lanzó gases lacrimógenos y balas de goma contra la gente que intentaba llegar hasta al menos una vivienda. Varios de los manifestantes tomaron mazas y distintos objetos contundentes, entre ellos un hierro que supo ser el sostén de un canasto para depositar basura y derribaron la pared de ingreso a la vivienda del presunto vendedor de drogas, aprovechando que había un agujero tapado con cerámicos sin revocar.
Luego de varios minutos volvieron al lugar patrulleros de la policía provincial y también del grupo Giri (Grupo de Infantería de Respuesta Inmediata), para intentar calmar a quienes estaban protestando en plena calle e intentando derribar la vivienda.
Algunos uniformados lograron sacar al hombre apuntado como narco, en medio de insultos y agresiones, y luego muchos de los presentes derribaron tres viviendas ubicadas a pocos metros una de otra, señaladas como puntos de venta de drogas. También sacaron todo lo que había en su interior, incluidos varios electrodomésticos, muebles y ropa. Mientras la casa era derrumbada, los vecinos aplaudían y "marcaban" otras casas que consideraban que eran utilizadas como kioscos de drogas. La policía halló en las viviendas que fueron derribadas por los vecinos varias armas de fuego, entre ellas una pistola ametralladora.
Mientras eso ocurría en el barrio, en la sede del Centro de Justicia Penal de Rosario, el fiscal en turno de la Unidad de Homicidios Dolosos, Adrián Spelta, señaló que en base a los primeros datos recabados en el marco de la investigación del crimen del chico, el ataque a tiros se dio en el marco de “una disputa en el barrio que está vinculada a dos bandas locales, una que se dedica al narcomenudeo en el lugar y otra que quiere ganar el territorio”.
Según Spelta, fue en ese enfrentamiento en el que fueron atacados los niños “que nada tenían que ver con la pelea. Realizaron gran cantidad de disparos en toda la cuadra y la verdad es que se han corrido ciertos límites o códigos que se venían teniendo".
Máximo Gerez y sus tres primos --que también resultaron heridos-- no eran el blanco del ataque. Las balas buscaban a una mujer ligada a la banda de “Los Salteños”, liderada por Cristian Carlos Villazón, un narco condenado a 15 años de prisión por el triple crimen de una familia. El móvil del ataque sería un conflicto entre las organizaciones criminales que operan en ese punto del Noroeste de la ciudad.
Villazón, de 25 años y apodado ‘El Salteño’, está preso en la cárcel de Piñero y tiene registrado su domicilio en la calle Cabal al 1300, en esa misma cuadra en la que Máximo recibió el tiro que lo mató. El objetivo del ataque de los sicarios, en tanto, logró escapar, agregaron las fuentes.
El 7 de septiembre del año pasado, Villazón fue condenado a la pena de 15 años de prisión por haber sido considerado coautor de un triple crimen ocurrido en febrero de 2020 en Génova y Cabal, a pocas cuadras de donde fue asesinado Máximo. En ese ataque murieron Cristopher Albornoz, de 21 años, su pareja Florencia Corbalán (21) y la bebé de un año y medio, hija de la pareja. De acuerdo a la investigación, los agresores dispararon desde un Ford Focus negro. En esa causa, la fiscal Marisol Fabbro mencionaba que Villazón se dedicaba a la venta de droga.