Este 8 de marzo calurosamente atípico que nos tiene todavía con la piel al aire, permite acercarnos a los mandatos que nos atraviesan en tanto cuerpos femeninos. Es un lugar común decir que las mujeres hacemos dieta. Una encuesta reciente indaga sobre la cuestión: el 97,2 por ciento de las mujeres hicieron dieta alguna vez en su vida, incluso el 17,1 por ciento dijo que pasó toda su vida haciendo dieta. Además, al 88,7 por ciento de las encuestadas les dijeron en algún momento de su vida que tenían que adelgazar. Las indicaciones de este deber hacer aparecieron desde edades muy tempranas, en la infancia y adolescencia, principalmente de la boca de la madre, la misma niña o mujer y algún profesional de la salud. Los resultados de las dietas en la mayoría de los casos fueron malos: el 67,3 por ciento de los casos refirieron que su salud mental empeoró por hacer dieta y solo el 16,3 por ciento las encuestadas logró bajar de peso y sostenerlo.
¿Por qué seguimos haciendo dieta entonces? “La cultura de las dietas, se promociona desde los medios, desde todas las industrias de la belleza, ahora el mundo fitness, donde cualquiera aparece recomendándote qué comer y cuándo para tener un cuerpo que no tenés ni tendrás y todo contado como el camino al éxito y a la felicidad. Pero las que hemos hecho dieta sabemos que hay una trampa ahí”, explicó Lala Pasquinelli, fundadora de la organización Mujeres que no fueron tapa, a cargo de la investigación.
En el marco de la campaña #HermanaSoltaLaPanza, la organización Mujeres que no fueron tapa lanzó una encuesta sobre las dietas para adelgazar, sus motivos y sus efectos en la vida de las mujeres. La encuesta fue respondida por 8100 mujeres a través de un formulario que diseñaron junto a Guillermina Urriza, psicóloga especialista en estudios de mercado. Circuló durante más de un mes por redes sociales, fue enviada por WhatsApp y por email a muchos miles de mujeres, quienes a su vez lo pasaron a otras mujeres, la mayoría de Argentina. El 90 por ciento de las respuestas fueron de Argentina, y el 10 por ciento restante de España, Uruguay, Chile, Colombia, Estados Unidos.
El dato más contundente relevado es quizás que el 97,6 por ciento de las encuestadas hizo alguna vez una dieta para adelgazar; así como que las dietas en general se reiteran a lo largo de la vida. El 32,2 por ciento de las mujeres dijo haber hecho dieta más de veinte veces en su vida, el 19,2 entre diez y veinte veces, el 39,9 entre uno y diez veces, mientras que el 6,4 por ciento lo hizo una sola vez y el 2,4 ninguna. El 17,1 por ciento dijo que pasó toda su vida haciendo dieta. El 46,1 por ciento entre uno y diez años, el 14,5 más de diez años, el 19,9 menos de un año.
Ante la pregunta sobre cuántas horas les lleva la dieta, la mayoría (56,5 por ciento) dijo que todo el día está pensando en lo que puede comer y lo que no, las calorías, etc. Mientras que el 29,2 dijo que de una a seis horas y el 14,3 menos de una hora por día.
Al 88,7 por ciento de las encuestadas les dijeron en algún momento de su vida que tenían que adelgazar. Esa primera indicación o exigencia llegó, en general, a edades tempranas. El 66,9 por ciento dijo que entre los 5 y los 17 años, el 19,2 después de los 17 años y un 2 por ciento antes de los cinco años. A un 11,3 por ciento de las mujeres nunca se lo dijeron. ¿Cómo leer esto y cómo cambiarlo? Pasquinelli consideró que “es complejo, hay cada vez más casos de bulimia, anorexia, bullying infantil, depresión, etc con motivo de la forma del cuerpo. La presión del ideal femenino sobre los cuerpos de las niñas empieza a edades más cortas que hace quizás diez o quince años. Si miramos los consumos culturales de las niñas, los videos, los juegos, los juguetes, la ropa, nos encontramos con una radicalización de estas prácticas y modelos. Yo sigo varios canales de contenidos para niñas, y todas las nenas que aparecen son rubias, flaquitas, de ojos claros, se visten como mini mujeres, juegan a hacer tareas de la casa, o a ir al spa y cosas por el estilo, y esto en todo el mundo. Lo interpreto como una reacción patriarcal al avance de la agenda del movimiento de mujeres y diversidades y de los feminismos, son formas sutiles de control y de construir obediencia a los roles estereotipados de género, que por su sutileza son muy muy eficientes.”
¿Quién dice que hagas dieta?
La primera persona que les dijo que tenían que hacer dieta fue la madre, en un 30,1 por ciento de las respuestas. En segundo lugar, fue una decisión de la misma niña o mujer (26,5 por ciento), en un 12,3 por ciento, lo indicaron profesionales de la salud, seguidos en una proporción similar (cerca del 5 por ciento) por la abuela, el padre, amigues, otros familiares y en un 9 por ciento por otras personas.
Los principales motivos por los que les dijeron que tenían que hacer dieta fueron:
*Te lo digo por tu salud/te vas a morir
*Te lo digo por tu bien, para que no sufras
*Si sos gorda no vas a conseguir novio
*Nadie te va a querer
Las mujeres en muchos casos internalizaron esos mismos motivos. Respondieron que su principal razón para hacer dieta fue: en el 31,5 por ciento de los casos, que creían que si eran flacas iban a ser más felices, en un 19,1 por ciento “por presión del entorno familiar”, en un 16,1 por ciento porque pensaron que “si eran gordas nadie las iba a querer”, el 13,9 por ciento para llegar al verano y poder usar bikini y ropa de verano, el 8 por ciento porque cree que “si no sos flaca no valés”, el 5,1 por su salud y el resto por otros motivos.
“El patriarcado atraviesa profundamente la relación madre / hija -señaló Pasquinelli-. Que las madres, para ser buenas madres tienen que 'producir buenas hijas'. La mala madre es la que no logra educar una hija que sea buena mujer, o sea que cumpla con todos los gestos y hábitos de la feminidad que son gestos que exhiben la afiliación a la sumisión. La madre que no produce una hija obediente, fracasó como madre en términos patriarcales”. Por otro lado, dijo que “por supuesto que todo esto sucede porque la idea de que los únicos cuerpos válidos son los delgados, blancos, jóvenes, etc. está instalada en todo el imaginario social y creo que cada vez más. Entonces las madres, que son quienes educan y cuidan son las que quizás más transmiten en esta socialización primaria, estas ideas que están en el aire y encarnadas en cada une de nosotres”.
En relación al rol del sistema médico apuntó que “la corporación médica vino a legitimar todos los discursos sobre el cuerpo que antes solo estaban justificados en la belleza. Siembran el pánico en la gente, predicen y diagnostican enfermedades con solo mirar a las personas. Hoy ya se sabe que las dietas para adelgazar fracasan en el 95% de los casos, es algo que ya tiene sustento científico. Y sin embargo siguen mandando a la gente a hacer estas dietas. Por suerte empieza a haber cada vez más profesionales de la salud enrolados en un movimiento de Salud en todas las tallas que respeta la forma del cuerpo de los pacientes”.
¿A quién le sirven las dietas?
En el 67,3 por ciento de los casos refirieron que su salud mental empeoró por hacer dieta (les provocó ansiedad, ataques de pánico, trastornos en la conducta alimentaria -TCA-, etc), mientras que solo el 5,5 por ciento dijo que mejoró. Un 27,3 por ciento no notó cambios. Los principales sentimientos y sensaciones mientras hacían dieta fueron: ansiedad, frustración, mal humor, estar todo el tiempo con hambre.
Finalmente, ante la pregunta sobre si funcionan las dietas, solo el 16 por ciento dijo que bajó de peso y logró mantenerlo, frente a un 49 por ciento que bajó pero volvió a subir, un 16,6 que adelgazó y luego aumentó más, y un 18,4 por ciento que no logró bajar lo que esperaba.
-En general las mujeres refieren que las dietas no les dieron resultados y que en muchos casos empeoraron su salud mental. ¿Por qué seguimos haciendo dieta?-preguntó Página/12.
¿Será que funciona como el amor romántico? Entendemos que es una trampa que no funciona, pero igual quizás en el fondo nos encantaría que a nosotras sí nos suceda. Y pienso que quizás eso sucede porque estos discursos forman parte de nuestro paradigma de pensamiento profundamente arraigado, y sabemos que estas ideas tan arraigadas no se desmontan ni se desinstalan solo entendiendo o leyendo. Hace falta pasar a la acción, persistir, habitar esa resistencia todos los días. Y no es fácil. La dieta sigue presentándose como un pase, el camino hacia esa foto de cuerpos hegemónicos felices en lugares paradisíacos.
-La encuesta confirma algo que las feministas sabíamos …
-Es interesante esto que decís de “Ya sabíamos las feministas”. La encuesta también la hacemos para que las conversaciones de las feministas salgan del nicho. Para entender que el feminismo no es un asunto que se dirime en los libros, o en las leyes que conseguimos, tiene que ver con que vos sientas que si no adelgazás no merecés nada, que si no hacés dieta, sos un fracaso. Nosotras militamos un feminismo muy desde y en el cuerpo, micropolítico, de los espacios domésticos, de la explotación diaria, de las violencias cotidianas e invisibles. El cuerpo de las mujeres, la vida de las mujeres, se controlan de múltiples maneras, sabemos que la belleza es una, pero hay mucho para discernir ahí adentro. La dieta se presenta como un dispositivo claro de ese control de los cuerpos y vidas. Si la mayoría de nosotras hicimos más de diez dietas, y nos pasamos más de diez años haciendo dietas, si hacer dieta te tiene todo el día pensando en la comida que no podés comer, en la que podés, en lo que deberías en lo que no, y te enloquece, si encima es probable que te dispare un TCA, ataques de pánico, depresión, se va aclarando porque decimos que es un dispositivo de control. El problema es que las dietas para adelgazar no funcionan y que nuestros cuerpos son diferentes y esa diferencia está bien. Si todo eso sucede a partir de las dietas restrictivas para adelgazar, quiere decir que esas dietas tienen un objetivo claro que se cumple que es la captura de lo vital en nosotras, la captura de lo humano, de la potencia creativa, del tiempo, de la energía.