Desde Bolonia
Sollo alla fiera. Los carteles que lucían los colectivos que atravesaban Bolonia el miércoles por la mañana daban cuenta de la centralidad de la Feria del Libro Infantil para esta ciudad. En una jornada marcada por el paro de transporte que disminuyó al mínimo las frecuencias de los servicios, la idea de "cobertura mínima" incluyó a las líneas que llegaban hasta el enorme predio ferial en el que por estos días transcurre el evento que congrega a unos 30.000 asistentes, y 1.400 expositores, de todos los puntos del mundo, una marea humana que va y viene toda junta en determinados horarios. La jornada de lucha por el Día Internacional de la Mujer marcó también este día, dentro y fuera de la feria, con multitudes de jóvenes que coparon las calles del centro histórico de Bolonia.
Dentro de la feria, la fecha habilitó una programación especial de publicaciones de y sobre mujeres. Afuera, cuadras y cuadras repletas de jóvenes concentraron por la tarde en la Piazza XX Settembre, avanzaron por las pricipales avenidas del centro histórico, y entrada la noche hicieron el acto de cierre en la muy central Piazza Maggiore. Levantaron banderas y símbolos violetas (los verdes eran los menos), cantaron contra la opresión, el patriarcado, Giorgia Meloni y Eli Schlein, vicepresidenta de la región de Emilia Romania, a la que pertenece Bolonia, y flamante secretaria del Partido Democrático, "primera mujer" en llegar al cargo, según resaltan los medios.
"En Italia la están proponiendo como una nueva estrella de la izquierda, como una novedad feminista, y no lo es. Durante la pandemia no hizo nada por las mujeres, ni por la gente pobre, ni por la sanidad, eso no es ser de izquierdas", dice una joven a Página/12. "Y a Meloni la invisten de un mensaje de power femenino, cuando sus políticas no tienen nada que ver con la emancipación real de las mujeres", completa. Habla un muy claro castellano porque su madre es argentina. Esa cercanía familiar y cultural le permite analizar lo que a los ojos de esta cronista y de colegas chilenas es toda una rareza: que la marcha del 8M esté protagonizada tanto por mujeres como por varones, en igual cantidad. "Nuestras luchas tienen un mismo reclamo pero puntos de partida y recorridos diferentes", compara.
En esta ciudad netamente universitaria, las y los jóvenes fueron protagonistas excluyentes de la manifestación. Los paros que se repiten en Italia y en Europa toda fueron tema de estos días, también en la marcha y en la feria: El paro general que se hizo el martes en Francia contra la reforma jubilatoria, en la que fue la sexta jornada de protesta nacional allí, obligó a modificar los regresos de miles de visitantes de la feria, más allá del lugar de arribo, ya que la paralización del aeropuerto allí modificó escalas y vuelos en varios países. De il sciopero, el paro, también del costo della vita, se habla en esta Italia actual como parte del paisaje, con la misma cadencia en el relato con la que se da una indicación turística, en un momento de avanzada contra lo que queda de los Estados de bienestar que caracterizaron alguna vez a Europa.
Lo que dejó la feria
La Bologna Child's Book Fair, tal como se nombra un evento con mayoría de asistentes extranjeros y en el que, dado este caracter internacional, todas las presentaciones se hacen en inglés, es un recorrido sorprendente, inabarcable, abrumador por momentos, por libros, libros y más libros.
En todos los idiomas y alfabetos, formatos y temáticas, tamaños y modelos de negocios de las empresas que los hacen. Con la imagen como protagonista ineludible, y el libro álbum como estrella.
Los hay realmente de todo tipo, y sorprende el desarrollo gráfico que han alcanzado de países como Estonia, Polonia, todo el este asiático, en especial Corea. Van desde los más simples y repetidos, hasta las publicaciones más jugadas por su temática y contenido, y las que tienen un arte plástico que impacta.
Esta misma diversidad increíble está también en los formatos. Puede haber libros que son como objetos únicos, que adquieren distintas formas, cosidos a mano, con desplegables, relieves, pop ups, copias serigrafiadas y un trabajo de artesano, como los del sello Somebooks de Corea. "Hay una parte del proceso hecha a mano, serigrafiando, pero hay un equipo trabajando en esto, y hacemos sólo pequeñas tiradas, de entre 500 y 2000 libros", le dice el director del sello, Sunkyung Cho, a Página/12 (esas cifras que son "pequeñas" en el volumen de ediciones de su país, en la Argentina son las de una tirada de lo más normal).
Otros proyectos como Else, Edizioni Libri Serigrafici E altro, con sede en Roma, hacen trabajos únicos, algunos de gran formato, en los que recurren a la serigrafía y otras impresiones especiales. Su catálogo es de gran impacto visual, pero con narrativas potentes. Entre las novedades se destaca el muy reciente libro de la argentina que vive en Bolonia Mariana Chiesa, FlorEros, una historia erótica, iniciática y también onírica, increíblemente entrelazada con fragmentos de un herbario.
En la otra punta del espectro, están los libros que se combinan de distintos modos con lo digital, el terreno de lo llamado phygital (entre lo físico y lo digital). Por ejemplo ARpedia, de Corea del Sur, desarrolló un libro (tradicional, de papel) que se combina con las pantallas (venden un soporte con forma de jirafita para ponerlas frente al libro). Además de pasar las páginas, el lector puede tomar figuras, colorearlas, e "interactuar" mediante un programa de realidad aumentada que las incorpora a la historia del libro, capítulo a capítulo.
Con una propuesta tecnológica más modesta, otra firma como Albi, de República Checa, ofrece y busca socios para adaptar a distintos idiomas un "lápiz interactivo" llamado Tolki, Interactive Talking Pen, con el que el lector obtiene nueva información del libro, además de la escrita. En ambos casos son libros educativos o informativos antes que literarios, con poco o nulo juego narrativo para ese contenido que se quiere dar "a aprender". Pero algo mantienen en común: siguen teniendo como punto de partida al libro como artefacto, con sus páginas, su organización en capítulos, sus dibujos y palabras para ser leídas en un soporte de papel.
En cambio en otros stands como el de PEA Italy, una empresa de Torino, ofrece un programa para "escribir" una historia con inteligencia artificial: el usuario (ya no lector, en este punto) introduce fotos que crean palabras claves, que guiarán los personajes y temáticas de la historia que el programa devuelve escrita en la pantalla, en el idioma que se predetermine. Por lo general, explican, es una licencia que se compra para acompañar otro producto, un juguete, por ejemplo: al ser fotografiado, puede pasar a formar parte del cuento.
El sistema también "aprende" de lo que se le va cargando, pero no es gratuito, más allá de que se pague por él o se reciba como regalo o "extra" de un producto: "El usuario se beneficia porque obtiene ese extra. Y la empresa se beneficia porque el sistema toma y almacena los datos de los usuarios", explica la vendedora el dudoso "win win". Por estos días el tema de la inteligencia artificial y su uso en la literatura y la ilustración se debate en esta feria.