Las potencias mundiales (Estados Unidos, Unión Europea y China) prosiguen, paso a paso, en la senda que lleva a un cambio significativo en sus estrategias, que ahora se orientan cambiar la adicción de sus economías a la mundialización neoliberal reorientándolas hacia el mercado interno.
Las tensiones políticas internacionales y las crisis financiera y sanitaria han introducido un grado de incertidumbre en las relaciones comerciales que impiden una visibilidad a mediano plazo y han deteriorado la poca confianza económica que las potencias hegemónicas tenían entre sí.
La crisis financiera del 2008, provocada por el neoliberalismo, mostró así mismo que la desregulación global era peligrosa y generadora de inestabilidad, además de ser poco eficaz en términos de crecimiento económico y generadora de pobreza, como lo fue en el caso argentino. La afirmación que el crecimiento económico podía ser el fruto de las exportaciones era errónea y tendió a aumentar la dualidad social y económica y a exacerbar los conflictos sociales.
En los países avanzados el aumento de la pobreza, la caída de la tasa de ocupación, debido al retiro de numerosos trabajadores del mercado de trabajo, el desempleo de masa, el desarrollo de desiertos industriales como en el Reino Unido o Italia, la disminución de la inversión pública agravó la obsolescencia de las infraestructuras, como en los Estados Unidos, mostraron los límites del neoliberalismo.
La respuesta ante la crisis
Las crisis sucesivas llevaron los gobiernos a imponer una mayor protección aduanera, a un incremento de la regulación de los mercados financieros, a compartir la información financiera para limitar el fraude y la evasión fiscal así como reducir la dependencia en la provisión de productos a bajo precio cuya fabricación había sido deslocalizada en vistas de disminuir los costos salariales.
Esto se manifestó en particular con la epidemia de la Covid en el déficit de la oferta de aparatos electrónicos, pero también de medicamentos y otros productos, como algunos electrodomésticos o textiles caros cuyo déficit en las balanzas de pago devino excesivo. Los Estados Unidos y la Unión Europea decidieron así mismo impedir ciertas exportaciones de productos tecnológicos estratégicos hacia China y han comenzado a substituir algunas importaciones para limitar su dependencia. Este nuevo contexto político y económico es el marco de las nuevas medidas y estrategias económicas que los países avanzados desarrollan en la actualidad.
No obstante, los miembros de los sectores económicos dominantes que toman las decisiones económicas y que han practicado la crueldad social y política en el país ignoran dichos cambios porque implicarían modificar su matriz económica a la que están aferrados. Hay que subrayar que la progresiva desmundialización en los países avanzados trata de revertir la caída del crecimiento de la productividad.
La reacción de Estados Unidos
Frente a los cambios de la situación económica y política global los Estados Unidos, que es el presunto modelo de los poderosos en Argentina, promulgaron en los dos últimos años tres leyes económicas muy importantes:
1. La ley sobre la inversión y el empleo, del 15 de noviembre del 2021, dotada de 550.000 millones de dólares por parte del gobierno federal y con eventuales ayudas y subvenciones de los gobiernos de cada Estado o municipios a las empresas, estimados en 650.000 millones de dólares adicionales. Se trata del mayor gasto público orientado a crear empleos jamás realizado y en proporción respecto al PIB, siendo el más importante desde el New Deal de Roosevelt en la década de los años ‘30 del siglo pasado.
2. La ley Chips and Science Act, votada en julio del 2022, prevé ayudas y subsidios con un presupuesto de 280.000 millones de dólares para la industria de los semiconductores y los microprocesadores. Es un evento importante ya que incluye una legislación que impide a las empresas vender ciertos productos a otros países sin el acuerdo del Estado. La globalización ha hecho que la parte estadounidense en la producción mundial de microprocesadores que era 38 por ciento en 1990 haya caído en la actualidad a alrededor de 10 por ciento. El texto no excluye que las empresas de capitales extranjeros instaladas en Estados Unidos aprovechen de estas subvenciones. La Unión Europea y China han programado también sus propios proyectos ya que tienen cada uno su propia “ley Chips”.
3. A principios de enero 2023 fue promulgada por Joe Biden la ley Inflation Reduction Act dotada de 394.000 millones de dólares, que consiste en un vasto proyecto de ayuda a nuevas inversiones y que busca disminuir la huella carbono en la producción de energía en general y para el sector automotor en la producción de baterías en particular. El gobierno ha incluido una cláusula especifica en la ley por la cual decidirá cuales proyectos apoya y cuales no. La Unión Europea acaba de aprobar el 1° de febrero su propio proyecto llamado "Pacto Industrial Verde", que de verde tiene poco pero que abre la posibilidad de subvenciones importantes a cada país miembro para su propia industria electrónica y de microprocesadores, así como a la producción de baterías para automóviles eléctricos. Se trata aquí también de preservar la competitividad industrial europea rezagada no sólo frente a los estadounidenses sino de China, Taiwán y Japón.
Subsidios estatales para empresas
China, luego que los Estado Unidos decretaran un embargo sobre la exportación de ciertos microprocesadores, ha elaborado un proyecto dotado de 143.300 millones de dólares, ya que su industria de microprocesadores y semiconductores tiene un retraso importante, y la suma involucrada es considerable puesto que es superior al monto de sus importaciones en petróleo.
Las leyes señaladas se orientan a subsidiar a las empresas del sector más moderno y, en el caso estadounidense, las inversiones son deducidas de los impuestos a pagar de manera a que el proceso sea acelerado. Dichos subsidios serán financiados con un incremento del impuesto a los beneficios de las empresas que facturan más de 1000 millones de dólares. Es fácil comprender que además de la subvención propiamente dicha, esta ley es solo la parte visible del iceberg financiero de una política industrial.
La nueva política industrial de los Estados Unidos fue claramente explicitada por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien fuera presidenta de la Reserva Federal y profesora universitaria creadora del concepto del salario de eficiencia. En un discurso liminar pronunciado en el Ford Rouge Electric Vehicle Center, el 8 de septiembre de 2022, teorizó la nueva estrategia industrial exponiendo la llamada "Teoría de la Oferta de Izquierda".
Sostuvo que "la caída de la tasa de crecimiento de la productividad (en los Estados Unidos) se acompañó de una agravación de las disparidades económicas entre los grupos sociales y exacerbó las desigualdades". Agregó que "la presentación tradicional de la 'economía de la oferta' sostiene que se deben ofrecer incitaciones fiscales a quienes poseen el capital a los efectos de estimular la inversión privada, pero esto, en numerosos casos, ha contribuido a aumentar las disparidades sociales y a acrecentar la diferencia en los patrimonios y el ingreso a favor de los más ricos".
Para concluir: "La política de la oferta que proponemos no sólo favorece el crecimiento, sino que es favorable a la equidad económica. La agenda moderna que proponemos, que se orienta a robustecer la oferta, concierne una amplia gama de inversiones que estimulan la productividad y una mejor distribución del ingreso entre los sectores económicos, las personas y las regiones. Esta estrategia reconoce que la inversión en los sectores desfavorecidos se traduce por un incremento de la rentabilidad global de las inversiones En términos simples esta orientación hace suya la noción según la cual algunas de las mejores oportunidades de crecimiento aparecen cuando invertimos en personas y lugares que han sido olvidados y desatendidos".
Lo señalado está muy lejos de las banalidades pseudoeconómicas que pregonan escribas de medios hegemónicos en Argentina, que siguen al pie de la letra las simplezas teóricas de los economistas ortodoxos. La disparidad con las propuestas y políticas de quienes dirigen la economía de la potencia económica más importante del mundo podría inspirarles proposiciones menos desdichadas que enaltecer la renta agraria de la oligarquía que hace ya casi dos siglos y medio condenaba Adam Smith.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de La economía oligárquica de Macri, Editoral Ciccus, mayo 2019. [email protected]