Brasil llegó hoy a un déficit sólo comparable al de la etapa previa al acceso de Lula da Silva al gobierno: casi 11 mil millones de dólares, según el Banco Central.
La cifra exacta es de 10.994, 7 millones de dólares durante el primer semestre de este año, lo que equivale a 35.183 millones de reales. Hay que retrotraerse a 2001, a los tiempos finales de Fernando Enrique Cardoso en la presidencia
En el déficit fiscal se computan los gastos del gobierno central, de las gobernaciones, los municipios y las empresas públicas. En comparación al del primer semestre de 2016, el incremento fue del 48 por ciento.
¿Qué motivó que se llegara a estos números? Para el Central brasileño fue clave la merma en la recaudación tributaria, una muestra de lo débil que está la actividad económica del país. Desde que Brasil cayó en recesión, el PBI cayó 3,8 por ciento en 2015, el peor indicador en un cuarto de siglo, y 3,6 por ciento el año pasado.
Según el Central, también influyó el aumento en los gastos del gobierno de Brasilia. En mayo, el presidente Michel Temer anticipó el pago de indemnizaciones determinadas por la Justicia, algo que por lo general se suele abonar a fin de año.
Así las cosas, la deuda bruta del sector público llegó a 146 mil millones de dólares, lo que equivale a un 73,1 por ciento del PBI.
Las cifras se dan a conocer en un duro contexto económico de recesión, con el gobierno de Temer en su techo de impopularidad tras la destitución de Dilma Rousseff y los escándalos de corrupción que envuelven al mandatario.
Como forma de querer remontar la crisis, Temer dio vía libre a una reforma laboral que flexibiliza las condiciones de trabajo. El desempleo bajó del 13,7 en el primer trimestre al 13 por ciento en el segundo, si bien el empleo subió en el sector informal.
Además, hace dos días, se autorizó la suba de regalías al sector minero (del 1,5 al 4 por ciento) para tratar de bajar el déficit. Ahora, van por el sistema de jubilaciones, que desde el Palacio de Planalto ven como el principal motor del déficit.