En una entrevista publicada en La Nación, Roberto Cachanosky advirtió que le están dejando “todo el campo minado” al próximo gobierno. De acuerdo al economista ortodoxo, quien asuma recibirá una “situación parecida a la inflación de Gelbard, que terminó en el Rodrigazo, más todo lo que fue el Plan Primavera, que terminó en la hiperinflación”. Inclinándose a la estrategia más desestabilizadora de ciertos sectores de la oposición, indica que los candidatos de Cambiemos deben presionar para que "la bomba" estalle ahora así el costo político lo paga la actual administración de gobierno.
Luego se concentra en la “bomba” de las Leliqs y los bonos del Tesoro con los que el “Estado se lleva 70 por ciento del total de los depósitos” y plantea tres alternativas: un canje compulsivo de los depósitos de los ahorristas por bonos a largo plazo (símil plan Bonex); una inyección de liquidez por su recompra desde el Banco Central que genere “una llamarada hiperinflacionaria”; o una tercera, que prefiere: “Que haya un gobierno que genere tal shock de confianza que nadie quiera ir a los bancos a retirar la plata, entonces aumentan los depósitos y ese stock de Leliqs se va licuando sobre el total de colocaciones”.
El planteo de Cachanosky sobre las Leliqs y los bonos del Tesoro parte del supuesto ortodoxo de que son los depósitos los que determinan la capacidad prestable. Desde esa perspectiva, como el gobierno emite muchas Leliqs y bonos, absorbe el 70 por ciento de los fondos que, de otra manera, podrían alimentar el crédito al sector privado. Pero la realidad económica tiene una lógica muy diferente, siendo la emisión de Leliqs y bonos a altas tasas, una herramienta que usa el Estado para absorber fondos que el sector privado no quiere tomar prestados, y evitar que terminen alimentando la compra de dólares por los ahorristas. Así las cosas, la pregunta correcta es cómo generar estímulos para que los ahorros se mantengan en el sistema financiero local y, por otro lado, como estimular la expansión del crédito al sector privado.
Respecto a los estímulos para retener los ahorros en el sistema, en la actualidad se basan en altas rentabilidades financieras con bajo riesgo gracias a la indexación de los bonos, su actualización por la cotización del dólar y el rescate de títulos del Banco Central cuando sus precios de mercado se derrumban. Por la composición de esas tenencias (donde pesan fuerte el propio Estado y bancos y aseguradoras con acotados márgenes de acción), el esquema sólo podría estallar si la oposición logra generar un clima de pánico tal que los ahorristas retiren depósitos de los bancos y vendan cuotapartes de fideicomisos para comprar dólares. Fuera de ese escenario catástrofe, el nivel de bonos en manos de tenedores privados es controlable.
Por otro lado, la inestabilidad cambiaria y la incertidumbre que agrega a los contratos de largo plazo la alta inflación, reducen la expansión del crédito más allá de préstamos a corto plazo para consumo o gastos empresariales corrientes a tasas muy elevadas. Una problemática cuya resolución requiere una estabilización cambiaria y de precios que no se vislumbra, por el momento.
@AndresAsiain