Sin un plan global, que atienda varios aspectos de la realidad de Rosario, la lucha contra el delito no tendrá otros resultados que los alcanzados hasta hoy. Sin embargo, se insiste sobre lo mismo, el discurso histórico de la derecha, de los poderosos, de los capos de la mafia es el de incrementar, saturar de fuerzas federales el territorio. Ahora, quienes dicen ser del campo popular o pertenecientes al gobierno nacional, adoptan el mismo discurso actuando en consecuencia.
Erran por donde se los mire, no tienen propuestas diferentes, no aceptan que el problema tiene raíces que van más allá de la represión, que debería ser solo una parte de todo el abordaje. Insisten sin ir al hueso, se copian porque son incapaces, o tienen compromisos o miedo de enfrentar en serio el drama.
La “gran” política ha tomado partido por este flagelo, pero para uso de sus intereses, y anteponen la “situación de violencia” a todo, sin explicar causas, motivos, ni intereses en juego.
El poder real utiliza todo esto para entretener, distraer, y atemorizar a la población y condicionar a los que deben gobernar para que no toquen otros problemas de la sociedad, para que no solucionen el hambre y la miseria, o la creación de empleo, etc., y tapan con la narcoviolencia lo que pueda ser para beneficio de las mayorías.
Nos siguen vendiendo buzones, mientras no se interviene la policía ni el servicio penitenciario, no se toca al sector mafioso del poder judicial, no se va contra los senadores y otros políticos corruptos y socios del narco, y mucho menos se avanza contra los empresarios lavadores, blanqueadores del dinero sucio del “negocio” pero y fundamentalmente nadie habla del ingreso, procedencia, distribución de la droga que viene por nuestros puertos sin control de ningún tipo y que es el verdadero drama que hay que extirpar. Este cuadro explica (en parte) las grandes complicidades en todos los niveles del poder, desde el estado e instituciones de diverso tipo.
Así seguirán con este juego mientras que quien sufre las consecuencias sigue siendo la mayoría de la sociedad inmersa en un profundo dolor causado por la perversidad de estos criminales y sus cómplices.
Héctor Marinángeli