Robert Blake, de niño prodigio a encarnar a un peculiar y legendario detective en la serie “Baretta” y al asesino de la película “A sangre fría” que acabó implicado en el asesinato de su esposa en 2001, murió a los 89 años.
Un comunicado divulgado en nombre de su sobrina, Noreen Austin, informó que Blake falleció como consecuencia de una enfermedad cardiaca, rodeado de su familia el jueves en su casa de Los Ángeles.
Nacido como Michael Gubitosi, en Nutley, Nueva Jersey, Blake provenía de una familia de artistas y desde pequeño compartió con sus hermanos la compañía de vodevil de sus padres, hasta que una mudanza a Los Ángeles llevó a los pequeños a insertarse como extras en diversos rodajes.
Ese peregrinar por estudios fue forjando una profesión que en materia cinematográfica tuvo su cenit con "A sangre fría" (1967) donde metido en la piel de Perry Smith compuso a un asesino de vagabundos, un convincente rol que, dicen en Hollywood, inspiró hasta al mismísimo Anthony Hopkins para dar carnadura a su Hannibal Lecter de "El silencio de los inocentes".
Pero su papel principal lo consiguió en televisión como protagonista de la serie “Baretta” que se desarrolló entre 1975 y 1978 y le valió un Emmy (en 1975) y otra nominación (en 1977).
En esa serie, Blake asumía a un policía encubierto con la cacatúa Fred como mascota que alcanzó gran popularidad resolviendo casos criminales de manera poco convencional.
El creador de “Baretta”, Stephen J. Cannell (fallecido en 2010), señaló que Blake era tan brillante como “Baretta” pero que “el diablo se mete en él y creo que lo usa en la actuación”.
Sin poder igualar aquel suceso, y envuelto en excesos y adicciones, el nombre del intérprete reapareció con fuerza en 2001, cuando fue acusado de asesinar a su esposa Bonny Lee Bakley en el estacionamiento del restaurante italiano Vitello's en Studio City, donde la pareja acababa de cenar.
Blake fue arrestado por el crimen en 2002 y absuelto en 2005 tanto del cargo de asesinato como de encargo del crimen, pero en un juicio civil posterior se le ordenó pagar 30 millones de dólares a la familia de Bakley, una suma que luego un tribunal de apelaciones redujo a la mitad cuando el actor se declaró en bancarrota.