Superhéroes de barrio
Son miniaturas de unos siete centímetros. Pinturas chiquitas sobre bastidores ídem, montados en atriles tamaño lilliput. Sobre ese mundo condensado Jaki Charrúa dibuja camiones de soda, gatitos, carteles, camiones, señalética urbana. Todos objetos random que va rescatando de su barrio, en el límite entre Flores y Caballito. Ahí vive desde que nació, hace 34 años. Pero fue necesaria una pandemia mundial para que Jaki prestara atención al entorno las contadas veces que podía salir. “De esas excursiones apresuradas volvía con fotos que luego transformaba en obra”, cuenta esta artista que incursionó en la arquitectura antes de elegir las artes visuales en general y la escultura en particular “aunque esa formación académica en la práctica se resignifica a cada rato porque hago un poco lo que va surgiendo”. Es que además de cuadros en acrílico, también crea esculturitas que emulan carteles de verdulería, más sifones de soda, más gatitos e incluso objetos cotidianos como platitos o mecedoras que parecen salidos de la casa de una abuela que resiste el cambio y la gentrificación. “Creo que son objetos a medio camino entre el hiperrealismo con una vuelta de tuerca y el pop”, considera. Lo de la figuración a ultranza le viene de un aplazo en la materia Dibujo cuando era muy joven. Desde entonces, algo de ella se vuelve a poner a prueba cada vez que agarra un pincel. Las miniaturas también surgieron como contraste porque Jaki se dedica a la pintura mural. E incluso, tienen que ver con la portabilidad y el costo accesibles para todos y todas. “Lo de los carteles de verdulería tiene lo suyo”, filosofa para ejemplificar su interés en la construcción de una identidad barrial. “Porque ahí ves reflejado el cambio de estaciones y el cambio de precios en medio de la inestabilidad económica que vivimos”. Todo el material se puede ver en su cuenta de Instagram.
Basquiat y los monstruos
Durante más de cuatro décadas Hansen Mulford fue el curador jefe del Museo de Arte de Orlando, en Florida. Pero acaba de renunciar, nueve meses después de que el FBI allanara el museo y pusiera la lupa sobre una colección de 25 obras atribuidas a Jean-Michel Basquiat que en verdad serían falsas. Apenas ocurrido esto, ya había renunciado el director Aaron De Groft. En apariencia, el FBI les había avisado que les estaba siguiendo los pasos porque las obras reunidas en la muestra Heroes and monsters –que aseguraba mostrar obras tempranas del artista, nunca antes vistas–, eran apócrifas. El museo desestimó la advertencia y de ahí a la clausura, hubo un solo paso. Así, la prensa fue dejando caer detalles de la investigación. Por ejemplo, la tipografía de una caja de FedEx en el reverso de un autorretrato de Basquiat hecho con acrílico y crayones “se creó en 1994 según sus diseñadores. Y el cuadro supuestamente es de 1982”, alertó The New York Times. El museo había comentado que un guionista de televisión fallecido, Thad Mumford, compró las obras al mismo Basquiat por cinco mil dólares y las olvidó en un desván durante 30 años. Pero según los documentos del FBI y declaraciones de testigos, Mumford nunca compró nada. Basquiat mismo alguna vez aseguró que él ya no era una persona sino su propia leyenda. La misma que lo sigue fagocitando una y otra vez a pesar de su muerte temprana en 1988.
Supe tener dos caballos
Los primeros jeans de la historia, los legendarios Levi’s 501, cumplen 150 años, y eso va dando lugar al relato de detalles elocuentes sobre el modo en que el marketing fue antes que una fachada estética, una verdadera necesidad de acceso. Y es que las etiquetas del jean servían para ser identificadas por las personas que no sabían leer (muchas en ese momento, a finales del siglo XIX en el viejo oeste americano). Pero no sólo eso. También la necesidad de distinguirse dio lugar a la aparición de los dos caballitos del logo que vienen galopando desde hace más de un siglo. La historia es así: corría el año 1873 cuando los sastres estadounidense de origen letón-judío Jacob Davis y Levi Strauss obtuvieron la patente para producir unos pantalones capaces de enfrentar condiciones bravas de trabajo. Por entonces, el nombre de la incipiente empresa no era Levi’s sino The Two Horse Brand. Recién en 1886, con la competencia ya avivada y empezando también a producir en serie la misma prenda, se hizo necesario enfatizar la autenticidad del ascendente Levi’s 501. Así surgió el logo, que inicialmente se imprimía en los bolsillos y solo después devino en etiqueta de cuero hasta la actual, hecha de un derivado de la celulosa. Luego el rock llevaría los jeans a otro nivel, cuando Mick Jagger, Jim Morrison, Debbie Harry o Bruce Springsteen los transformaran en objeto de deseo para multitudes dispuestas a la libertad y el galope.
Se hace al andar
Además de ser la directora de Trenque Lauquen, Laura Citarella tiene un pasado como cantante y compositora. Algo que de alguna manera se deja ver en la película de cuatro horas, que –además de seguir ganando premios en todo el mundo, el último fue en el festival internacional de Murcia, la semana pasada– fue un pequeño fenómeno cinematográfico de la escena indie porteña durante este verano, exhibiéndose a sala llena desde su estreno. De hecho, hay un disco que lleva su nombre grabado en 2009 en La Plata, su ciudad natal. Fue producido por Juan Stewart y todavía se puede escuchar (¡y bajar!) en su bandcamp. Junto a Ramiro García Morete y Lautaro Barceló, Citarella formó en un grupo de compositores y cancionistas llamados Tocate Mil. A la ciudad de La Plata y a estos artistas hay que volver para recuperar la historia de la canción “Los caminos” que suena en Trenque Lauquen con originalidad suficiente como para transformarse en un personaje más. Se trata de una de las canciones de un disco del mismo nombre que García Morete grabó hace más de una década, por entonces al frente de Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete, donde Barceló –que tenía su propio grupo, Orquesta de Perros– terminó siendo guitarrista. “A Laura la conozco desde hace veinte años y la música se convirtió en una forma de congeniar y hacer proyectos juntos. De hecho, ella participó de la grabación del disco Los caminos más o menos en la misma época en que sacaba el suyo. Y como ella ya estaba en el universo del cine, decidimos crear los sellos Uf Caruf y El Pampero Discos más como una invención que como una marca”, cuenta Ramiro. Y agrega: “Durante el proceso de creación de Trenque Lauquen, me dijo que estaba interesada en ‘Los caminos’ pero aún así, fue una sorpresa el lugar protagónico que tiene la canción”. Reconoce que además, el tema le viene como anillo al dedo a Chicho, el personaje que encarna Ezequiel Pierri. Pero aún hay más. Porque si bien la banda original de sonido es de Gabriel Chwojnik, en la peli aparecen unos hits radiales que suenan extraños y vagamente conocidos. Ahí entra Barceló una vez más. Porque compuso con el Mister esta serie de canciones que enhebran con sutileza las cuatro horas que dura la peli. “Fue uno de los trabajos más divertidos de mi vida: componer canciones en inglés, jugar con sonidos y voces y así con Lautaro terminamos fundando Sounds Like a Hit Factory, un servicio de música para pelis que, podemos adelantar, ya tiene próximos encargos”, dice. Como frutilla del postre, Laura cantó uno de esos hits, “Warming hands”, e incluso prestó su voz para la cortina del programa radial del film que tiene alguna reminiscencia de los Beach Boys y de una canción de Ramiro puesta en valor para la ocasión. Otro detalle particular de una película llena de particularidades, que sigue en cartel en el Malba –sábados a las 20– hasta fin de mes.