Vincent Cassel, el camaleón del cine francés, no es el más apropiado para analizar sus personajes. De hecho, él odia la mera idea de hacerlo. Cuando se produce el encuentro a través de una sesión Meet, menciona a Michel Simon, "el maravilloso actor francés de los años '30 y '40", quien protagonizó clásicos como Boudu salvado de las aguas y L'Atalante. "Cuando se encontraba con otro actor y hablaba de un personaje, podía decir 'Ah, otro actor inteligente'. ¡Y no era un cumplido! Porque no tenés que ser inteligente para ser actor. Tenés que ser capaz de dejarte ir."
A los 56 años, el enjuto, extrañamente guapo Cassel ha venido haciendo exactamente eso durante toda su carrera, desde que impactó al público como el combustible Vinz en El odio, retrato de las revueltas parisinas estrenado en 1995. Desde entonces, nunca tuvo miedo de cortejar a la controversia, de manera notable en Irreversible, el revulsivo drama sobre una violación que dirigió Gaspar Noé en 2002 y aún produce impresión. Una de varias películas que hizo con su ex esposa (y madre de sus dos hijas mayores), Monica Bellucci.
En persona, Cassel es abierto y encantador; en la pantallas, interpreta a un trastornado como ningún otro. Se puede pensar en Sheitan (donde interpretó a un insano pastor) o Nuestro día vendrá, donde aparece como un psiquiatra anarquista que busca venganza por todos los pelirrojos. O su rol como el tiránico director de Natalie Portman en Cisne negro, la críptica historia del mundo de la danza de Darren Aronofsky, una de las varias ocasiones en la que Hollywood lo llamó a trabajar.
Lo que no hace, señala, es política. "Honestamente, no me interesa participar en absoluto en proyectos que tengan que ver con lo político o social", dice. "He estado involucrado con algunos asuntos porque cuando me los crucé eran proyectos interesantes... pero no intento ser social o político. En realidad, creo que cuando los actores empiezan a tomar opciones como esas se vuelve un poco aburrido, ¿sabés? Porque hacer películas no se trata de cambiar el mundo. ¡Vamos! ¡Sería muy ingenuo pensar así! No hay un solo ejemplo de una película que haya cambiado nada."
Es un argumento con el que otros podrían disentir. El sí concede que algunas films, como El odio, pulsaron momentáneamente el espíritu de la época. Pero hay más películas, dice, que sostienen espejos para disfrutar de su propio reflejo. "Se trata más de cómo te desafía como miembro de la audiencia. Lo que pensás sobre un personaje, la manera en que juzgás a un personaje o si te agrada un personaje... eso habla más de vos que de la película."
Menciona a Mi rey, de 2015, película ganadora en el Festival de Cannes que seguía a un matrimonio tumultuoso. Fue dirigida por la realizadora Maïwenn, y se expresaba desde la perspectiva de la esposa interpretada por Emmanuelle Bercot. Su personaje era un esposo infernal. "Vi a mujeres enloquecer y llamar al personaje -y a mí por extensión- un manipulador, un narcisista", se ríe. "Sí, es algo muy en tendencia hoy: '¡perverso manipulador narcisista!'. Cada vez que un hombre hace algo malo, es un perverso manipulador narcisista. Me di cuenta de que a esa misma gente en realidad le estaba gustando el personaje. Si alguien tiene pesadillas sobre un personaje porque lo odia tanto, para mí eso es un cumplido."
Su personaje en la nueva miniserie de Apple TV+ Liaison quizá no provoque exactamente malos sueños, pero es otra figura algo opaca, la clase de personaje en la que Cassel siempre muestra excelencia. Ambientado entre Londres y París, el programa es un thriller político que marca la primera coproducción de Apple entre el Reino Unido, Francia y Arabia. En principio trata de un ataque cibernético en Gran Bretaña. Gabriel, el personaje de Cassel, es esencialmente un mercenario y un espía que trabaja para el gobierno francés y que no elude la fuerza letal.
Cuando leyó el guion por primera vez tuvo una reacción inmediata y visceral. "Quería hacerlo más francés, en el modo en que se muestra casual sobre las cosas, la manera en que no se toma nada demasiado seriamente", dice. "No en el modo británico, como un James Bond con indiferencia o algo así. Es profundamente responsable. Ha visto cómo funcionan las cosas detrás de los cortinados, y es tan oscuro y pesimista que tiene que fingir optimismo. Es un personaje muy solitario. Es el modo en el que lo veo, y es lo que quería representar."
Cassel es coprotagonista junto a Eva Green, quien interpreta a su ex amante Alison, quien ahora trabaja para el gobierno inglés. La miniserie es dirigida por el realizador británico Stephen Hopkins, quien previamente estuvo a cargo de algunos episodios de la primera temporada de 24, la serie de acción protagonizada por Kiefer Sutherland. Ciertamente, es un intento de canalizar la misma energía propulsora. También puede ser el primer thriller del Brexit; se nos dice que la razón por la que el Reino Unido de pronto está abierto a estos ciberataques es su separación de la Unión Europea y el subsiguiente fracaso para compartir información con sus más cercanos vecinos geográficos.
Quizá a Cassel no le gusta ponerse político en sus elecciones, pero ¿encuentra interesante ese aspecto de Liaison? "Quiero decir, por supuesto que es interesante para todos los que fueron parte de Europa", señala. "Quizá no es un tema tan interesante en Francia como en el Reino Unido, porque Gran Bretaña es la que se separó del resto del continente. Inglaterra fue parte del mismo tipo de mercado, con un gran acceso al resto del mundo... y ahora ya no es así."
Liaison no es la primera aparición de Cassel en la televisión, fue uno de los antagonistas principales en la tercera temporada de la ahora cancelada Westworld, de HBO Max. "La clase de dinero que ponen en la producción de series para el streaming ya no tiene nada que ver con la televisión", explica. "Definitivamente es como hacer películas, solo en una pantalla más pequeña. Personalmente, no veo cosas en el cine. Terminan en mi computadora, en mi iPad, mi cine hogareño o mi gran pantalla de TV, lo que sea. Con lo que realmente no veo la diferencia."
Cassel no se muestra sentimental sobre la declinación de la costumbre de ir a las salas de cine, lo cual es algo así como una sorpresa dado que tiene la realización cinematográfica en la sangre. Su madre, Sabine Litique, era periodista; pero su padre, Jean-Pierre Cassel, fue un prominente actor que trabajó para gente como Luis Buñuel (En El discreto encanto de la burguesía) y Sidney Lumet, en Asesinato en el Orient Express.
De manera inevitable, Cassel fue influido por eso. "Vi a mi padre como actor y él era feliz, en el sentido de que se divertía con su trabajo, bailaba, cantaba, estaba en el escenario o haciendo películas. El era un rey y luego era un mendigo, o un doctor. Realmente disfrutaba de lo que hacía. Con lo que, cuando ves a tus padres felices con lo que hacen, teniendo una buena vida, es una maravillosa forma de existir." El primer entrenamiento de Cassel fue en una escuela de circo, también inspirado por su padre. "Mi padre bailaba mucho. Lo llamaban 'el Fred Astaire francés'. Supongo que a través suyo le tomé este gusto por el movimiento."
Desde entonces, él nunca dejó de moverse. Cassel completó recientemente las adaptaciones de la perenne Los tres mosqueteros, de nuevo con Eva Green, donde interpreta a Athos (su padre apareció en la versión de 1970 dirigida por Richard Lester). Pronto estará volando a Toronto para empezar a filmar The Shroud, la nueva película del maestro del terror David Cronenberg. "Estoy practicando mi inglés para eso", promete.
Cassel ya trabajó dos veces con Cronenberg: en su historia sobre Freud y Jung Un método peligroso (2011), donde interpretó al anarquista paciente Otto Gross, y en Promesas del este (2007), como el volátil hijo de un jefe de la mafia rusa. ¿Y qué sucedió con la supuesta secuela que iba a realizarse de ese último título? "Cronenberg tenía un guion maravilloso", suspira el actor. "Estábamos listos para hacerla y no sé por qué colapsó. Creo que ya nunca sucederá."
En sus planes también figura la nueva película del realizador argentino Pablo Agüero, pero Cassel no es un extraño para Sudamérica. Pasó años yendo y viniendo entre Francia y Rio de Janeiro con su segunda esposa, la modelo Tina Kunakey, con quien se casó en 2018 (tienen una hija pequeña, la tercera de Cassel). También realizó cierto número de películas en portugués, como verdadero ciudadano del mundo que es.
"Poder vivir en otros lugares, aprender otros idiomas, te da una mejor perspectiva del mundo, por supuesto, pero también de tu propio país", señala. "Tuve que dejar Francia y verla desde lejos para entender de qué se trata realmente. Siento que entendí mejor el mecanismo de Francia desde que estuve lejos. Cuanto más viajás, más cambia tu perspectiva de todo." Vive la différence, podría decirse.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.