El próximo martes el Indec difundirá la inflación de febrero, que rondará entre 5,7 y 6,0 por ciento, de acuerdo a estimaciones que circulan en el equipo económico. El panorama para marzo es peor, con proyecciones oficiales arriba del 7 por ciento. Abril ya no empezaría con 3, como había apostado Sergio Massa en noviembre del año pasado, cuando confiaba en consolidar un proceso de estabilización de la economía que permitiera iniciar el segundo trimestre de 2023 con una caída del índice de precios más perceptible. Ahora abril arrancaría con 5, o en el "mejor" de los casos con 4, y el año finalizaría con no menos de 80 por ciento de inflación, también con mirada "optimista".

Lo que barrió con los escenarios trazados por el ministro de Economía fue la sequía. La caída de exportaciones rondará los 14 mil millones de dólares en el año y podría ser mayor. "No hay forma de compensar un derrumbe tan grande sin afectar los niveles de actividad", advierten los funcionarios. La baja de 14 mil millones es la cifra provisoria que se maneja en este momento, pero el pronóstico del clima para las próximas dos semanas cambió para mal y se diluyeron las expectativas de lluvias que pudieran poner un piso a la crisis. Si no llueve o llueve poco en los próximos 15 días, en lugar de 14 mil millones de dólares, las pérdidas podrían estirarse a 16 mil millones o más.

En 2022 las exportaciones totalizaron 88.446 millones de dólares, por lo que el impacto de la sequía sería de una reducción de los envíos de entre 15 y 20 por ciento.

A una economía que le faltaban dólares, la baja en el ingreso de divisas por el comercio exterior no hará más que agravar las tensiones preexistentes, tanto en materia cambiaria -brecha con los dólares financieros-, en los números fiscales y en lo relativo a precios, a lo que se suma el golpe sobre el nivel de actividad económica y el empleo, que hasta ahora venían en positivo. 

Sequía

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) recortó el último jueves su estimación de producción de soja en 4,5 millones de toneladas adicionales, para ubicarlas en tan solo 29 millones. Si la cosecha fuera tan magra, quedaría por debajo de la que hasta ahora había sido la peor campaña, la de 2008/2009, con 31,8 millones de toneladas. En 2017/2018, también con una grave sequía pero no tanto como la actual, la cosecha fue de 35 millones de toneladas.

Sobre un total de 16,2 millones de hectáreas con soja, 10,5 millones "se encuentran en etapas críticas para la definición de los rendimientos", mientras que el 71,5 por ciento del área sembrada registra una condición de cultivo "entre regular y mala".

Por su parte, la estimación de producción de maíz se ajustó de 41 millones de toneladas previstas la semana anterior a 37,5 millones en el nuevo informe, debido a las altas temperaturas. Esta proyección de cosecha de la Bolsa de Cereales significaría una caída de 14,5 millones de toneladas respecto a la campaña anterior.

Otra agravante en materia de divisas es que la sequía que castiga duramente a la Argentina y a Paraguay no arrastró a Brasil, que sigue con niveles de producción normales, ni tampoco a Estados Unidos, por lo cual los precios internacionales no pegaron un salto considerable, si no que más bien se sostienen en los valores elevados anteriores. El punto es que la Argentina no puede compensar lo que pierde en volumen de ventas con mayores precios, dado que estos se mantienen relativamente estables.

¿Recesión?

Más allá del ahorro de dólares por las compras anticipadas de GNL y por la puesta en marcha del gasoducto Néstor Kirchner, y aunque los organismos de crédito como el BID, el Banco Mundial y la CAF incrementen sus desembolsos al país, la disminución de las exportaciones en torno a 14 mil millones de dólares -hasta el momento-  forzará al Gobierno a contener las importaciones con mayor rigor.

Las compras al exterior son una de las principales variables de ajuste para acomodar la oferta y la demanda de divisas. A menos dólares, menos importaciones, lo que equivale a menos producción y el riesgo de menos empleos

En el gabinete económico hay ejercicios que indican que el PIB ya no crecería este año, sino que probablemente finalice con números en rojo. En lugar de subir entre 2 y 3 por ciento, como se estimaba en diciembre del año pasado, ahora las proyecciones más pesimistas dentro del propio gobierno mencionan que la baja podría ser de entre 2 y 3.

FMI

La alteración de los pronósticos complicó las negociaciones con el FMI para la readecuación de las metas. Hace dos semanas, el sábado 25 de febrero, Massa se reunió con la titular del Fondo Monetario, Kristalina Georgieva, y publicó un comunicado anunciando un acuerdo para la reformulación de las exigencias del organismo. En principio, en materia de reservas, atendiendo a la gravedad de la sequía.

Se esperaba que la comunicación oficial del entendimiento fuera al lunes siguiente. Sin embargo, pasaron varios días y todavía no hay novedades. Fuentes oficiales reconocen que el staff del FMI pidió explicaciones más detalladas sobre cuáles son los pasos que piensa dar el Gobierno ante el nuevo escenario.

Ni el dólar soja ni la recompra de deuda son medidas que el Fondo miraría con buenos ojos. En relación a la primera de esas medidas, un tipo de cambio diferencial para favorecer la liquidación de exportaciones de soja, su lanzamiento también viene demorado por otra cuestión: en Economía quieren garantizarse una participación razonable y evitar que fracase, porque eso podría interpretarse como la bandera de largada para una corrida en el mercado financiero.

La industria aceitera reclama al Gobierno que libere divisas para importar hasta 7 millones de toneladas de soja, a fin de cubrir los faltantes ocasionados por la sequía. Son unos 4 mil millones de dólares que, según los empresarios, después se compensan con mayores exportaciones. Pero en el mientras tanto se produce un bache y Massa no quiere correr riesgos, por lo que busca las mayores garantías de una respetable liquidación de divisas antes de conceder el dólar soja 3

Inflación y tasas

Las expectativas que había hacia fin de año de una inflación que iría gradualmente a la baja ya no existen. Las listas de precios de industrias que participan de Precios Justos superan largamente los límites establecidos. Un ejemplo de estos días es el azúcar, con incrementos de Ledesma, la principal productora del país, que llegan hasta 25 por ciento en sus despachos a otras industrias alimenticias. Eso repercute en múltiples productos.

Como se indicó al comienzo, el equipo económico se prepara para un dato de inflación en febrero de entre 5,7 y 6,0 por ciento. "En marzo habrá además una suba estacional que llevará el índice arriba del 7 por ciento", anticipan los funcionarios.

Con esos registros, el Banco Central más temprano que tarde ajustará las tasas de interés. La tasa efectiva mensual para las Leliq es del 6,25 por ciento, por lo que pasaría a quedar en terreno negativo en caso de que el IPC de marzo supere efectivamente los 7 puntos.

Una mayor tasa de interés también será nocivo para la actividad económica y, en consecuencia, para la recaudación fiscal. 

En términos electorales, el oficialismo llegará a los comicios de octubre con una economía probablemente entrando en recesión y con una inflación cercana al ciento por ciento. La oposición se frota las manos.