Actualmente, mediante teléfonos celulares y páginas de internet, los mapas de orientación y de navegación en tiempo real se han vuelto parte de la vida cotidiana y de la de millones de viajeros, turistas, repartidores, taxistas, ciclistas, choferes y peatones desprevenidos en todo el mundo. ¿Por qué es tan importante profundizar en el armado de mapas? Carlos Salamanca, coordinador de la Diplomatura Prácticas Cartográficas en América Latina de la UNR,explicó el detrás de esta disciplina.

Detrás de las vías, caminos y rutas que sugieren los dispositivos, miles de viajeros anónimos colaboran para armar esos mapas actualizados con ofertas culturales, precios, reseñas, horarios de negocios, experiencias, accidentes y comentarios de otros consumidores. “Las plataformas de alojamiento temporal, por ejemplo, ofrecen mapas de ciudades clasificados por zonas de experiencia, listos para ser consumidos. En estas cartografías colaborativas para el disfrute, negocios, emprendimientos, departamentos en alquiler, bares y restaurantes, luchan ferozmente por aparecer. En el mercado del consumo actual el mapa es una herramienta fundamental. Si no aparecés en el mapa, no existes. Podes zafar del local, pero no podes no tener redes”, argumentó el especialista.

El consumo no es el único frente en donde los mapas se están haciendo parte de nuestra vida cotidiana. También pasa en la política, ya que en distintos contextos, partidos y representantes recurren al mapa para sostener sus argumentos: mapas del delito, del narco, de las economías informales, de las iniciativas mineras, de los incendios o de distintos tipos de sustentabilidad, entre otros, son habituales no sólo en presentaciones e informes de avance en mesas de trabajo de todas las oficinas gubernamentales sino también en los medios de comunicación.

Camila Casero

“Estas tendencias se construyen sobre una larga tradición. En su influyente libro Comunidades Imaginadas publicado en la década de los años 80 y escrito a partir de una trayectoria personal marcada por la experiencia colonial, Benedict Anderson argumenta que el mapa, junto con el censo y el museo, eran los pilares más importantes en la construcción de la Nación como comunidad imaginada. Como sabemos desde la escuela, el mapa tenía el aroma del producto científico: cierto, verdadero e incuestionable y el deber de resguardo de las certezas nacionales territoriales. No hace falta viajar muy lejos en el pasado para evocar la manera en que el mapa en regiones de frontera como el Chaco o la Patagonia en Argentina, tuvieron mapa antes que rutas, pueblos y ciudades”, destacó Salamanca.

La diferencia fundamental entre unos mapas y otros es su proceso de elaboración, y ambos, a su modo, presentan las verdades a medias. “En el primer caso, consumidores o deambulantes con ánimo de colaborar o emprendedores con ánimo de facilitar a sus clientes la experiencia, participan en la construcción colectiva de un mapa con reglas e instrumentos como las plataformas digitales neutras sólo en apariencia”, detalló.

En el caso de los mapas del Estado y las cartografías oficiales, se cuenta ya con algunas décadas de prácticas cartográficas que han puesto en cuestión la cientificidad de sus instrumentos y procedimientos, discutiendo su supuesta objetividad. “Comunidades indígenas, campesinas, urbanas de todo el continente vienen mostrando las áreas de sombras, las zonas en las que el ojo del Estado no llega y en ocasiones incluso elige no verlo”.

En efecto, en América Latina hay una larga tradición de elaboración de mapas de manera colectiva. “Fue en la década de los años 80 en los contextos de las luchas de los Pueblos Indígenas que surgieron iniciativas orientadas a producir mapas para hacer ver aquello que había permanecido invisible a los ojos de los Estados. Pueblos enteros y verdaderas sociedades sobre cuya destrucción o despojo los Estados declararon territorios soberanos se hicieron visibles por medio de mapas”, especificó el docente y agregó: “En ellos, los saberes tradicionales se mezclaban con las prácticas territoriales y universos rituales para demostrar una evidencia: que durante décadas e incluso siglos, esos Pueblos habían habitado estos territorios en relaciones con la naturaleza marcadas por la reciprocidad”.

Mapas con mirada social

Mucho antes y mucho más rápido que lo harían las Comisiones de la Verdad que surgieron en países como Argentina, Brasil, Chile, y Guatemala, los movimientos de Derechos Humanos que surgieron como respuesta a los crímenes del Terrorismo de Estado también incorporaron el mapa como herramienta de movilización, denuncia y demanda de justicia. “En Argentina, por ejemplo, el movimiento de Derechos Humanos logró construir un mapa que muestra la sistematicidad, amplitud geográfica y grado de organización del aparato de violencia clandestina”, señaló.

En los años siguientes, colectivos, organizaciones y redes ciudadanas, ambientales, y feministas empezaron a construir otros mapas: de violencias, del desmonte, de la contaminación, del despojo. “En muchos casos, a partir de esas experiencias sabemos que en las calles y en los territorios hay verdades ocultas a los ojos oficiales. En años recientes, el instituto de Salud Socio-Ambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, movilizado por las denuncias de enfermedades en zonas expuestas a las fumigaciones y los agrotóxicos, elaboró un relevamiento cartográfico junto a los habitantes de una amplia región de la Provincia de Santa Fe. El relevamiento es también una denuncia: no son posibles cuerpos sanos en territorios enfermos”.

A partir de esas experiencias diseminadas en las prácticas organizativas en todos los rincones del continente, se reconoce que esos mapas son importantes no solo por lo que muestran, sino también por lo que significaron sus procesos de elaboración. Así, las prácticas cartográficas son también prácticas políticas.

“En efecto, la práctica cartográfica es creación, producción y acción relacional, puesta en discusión de lo común, de lo compartido, de lo disputado. Es narrativa, representación, declaración, discurso y contradiscurso. Es una herramienta de análisis, sistematización, composición o disputa. Es esbozo de mundos imperceptibles, de realidades desiguales, de estructuras de dominación, de formas de emancipación. Es dibujo de lo dinámico, de lo que está en movimiento. Es práctica no objeto, es dinámica no cosa; es práctica, práctica del entendimiento. En este contexto de crisis e incertidumbres, es fundamental abordar críticamente las prácticas cartográficas en relación con los barrios populares, los territorios de las identidades, la memoria, el feminismo y la ecología política”, sintetizó Salamanca.

Prácticas Cartográficas en América Latina

La Universidad Nacional de Rosario cuenta con una diplomatura dedicada a las prácticas cartográficas en América Latina. Esta es de carácter internacional ya que está organizada por el Programa Espacios, Políticas, Sociedades del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad y el Instituto de Estudios Interculturales de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, radicada en Colombia.

En este trayecto de formación se abordarán críticamente las prácticas cartográficas en relación con los barrios populares, los territorios de las identidades, la memoria, el feminismo y la ecología política. Contará con la participación de docentes de ambas universidades y de otras destacadas instituciones y organizaciones de ambos países.

De esta manera, se propone ofrecer herramientas conceptuales y metodológicas para aquellas personas que deseen aprender (o fortalecer sus conocimientos) acerca del uso de la cartografía como método y de los mapas como herramienta en diferente tipo de procesos. Entre otros, de análisis espacial de las políticas públicas, defensa de derechos humanos y de acciones colectivas en el contexto de tensiones ambientales, sociales o territoriales.

 

Las inscripciones para este año están abiertas hasta el 30 de marzo e iniciará el cursado el jueves 13 de abril. Se puede acceder a más información en bit.ly/PracticasCartograficas o por el mail [email protected]