Daiana Milone (34) es árbitra de fútbol, profesora de educación física y vecina de Lanús. Fue asistente en partidos de Copa Libertadores, Superliga Argentina y ahora fue confirmada para dirigir en el Mundial femenino, que se llevará adelante en Australia y Nueva Zelanda a mediados de este año. Buenos Aires 12 le preguntó por su trayectoria como árbitro en un deporte tan tradicionalmente masculino, el panorama del fútbol actualmente y la relación entre fútbol y conurbano. 

"Siempre me gustó mucho jugar al fútbol, jugaba en el barrio con mis amigos. A los 13 empecé a jugar fútbol femenino en un club de barrio de Lanús. Pero lo de ser árbitro tuvo que ver con mi viejo", afirma. 

El papá de Daiana es el ex árbitro Juan Milone, quien la llevó a ver un Boca-River en Mar del Plata en el que fue asistente cuando ella apenas tenía 16 años. "Ahí lo acompañé al vestuario y ví como funcionaba todo. Me impresionó ver la cancha llena, y empecé a fantasear con la profesión. Al toque me metí a hacer el curso mientras todavía estaba terminando el secundario", afirma. 

Milone hija estaba terminando el secundario en el colegio Santo Cristo, pero tuvo que cambiarse al Piedra Buena para poder hacer los últimos dos años, y a la tarde asistir al curso de árbitro. 

Al poco tiempo ya estaba dirigiendo ligas. A los 18 años logró entrar en AFA (Asociación del Fútbol Argentino) y empezó a dirigir equipos juveniles y femeninos. Después llegó la reserva de primera de hombres, y ahí todo fue hacia arriba. La C, la D, donde se enfocó de lleno en ser árbitro asistente. 

Hace ya cinco años que pertenece al plantel de árbitros de primera división de Argentina, para el que tuvo que realizar una prueba diseñada para hombres. Otras tres chicas más integran el plantel de árbitros. 

Recuerda con mucho cariño la oportunidad que tuvo de dirigir la Copa Libertadores. "Fue por un compañero que se agarró COVID, de un día para el otro. Por suerte yo estaba preparada, me fue bien y me volvieron a llamar. Ahora formo parte del plantel de CONMEBOL de Libertadores y Sudamericana", cuenta orgullosa. 

Ahora, quedó seleccionada para dirigir en el Mundial femenino, su primer Mundial de mayores, una oportunidad para la que se viene preparando toda la vida. "Desde hace cuatro años estoy en el proceso de dirigir el mundial femenino. Nos hacen un seguimiento de la preparación previa al mundial. Nos vienen a ver a los partidos y ven cómo estamos, nos controlan la parte física, hacemos otros cursos, torneos. Así que fue un proceso largo, y me tocó estar del lado de las seleccionadas así que muy contenta por eso", afirma. "Siento un orgullo muy grande de haber sido elegida para representar a mi país en la Copa del Mundo, por todo el trabajo hecho durante todo este tiempo". 

A Daiana le genera una satisfacción muy grande saber que lo que consiguió hoy en día se lo debe a su propio esfuerzo y a una vida de trabajo duro. 

"Es un trabajo en el que hay que estar entrenandose constantemente, siempre cuidandonos, siempre metidas, y hace cuatro años que vengo trabajando duro. Con nutricionistas, personal trainer, estudiando inglés. Todo lo que esté a mi alcance lo tomo", afirma. 

Al ser su primer mundial de mayores, no deja escapar un poco de nerviosismo por la situación que se viene. "También es una responsabilidad muy grande que salga todo bien allá, pero tenemos un buen equipo y estamos confiadas de hacer un buen trabajo", afirma. 

El lugar de las mujeres en el fútbol, a pesar de que todavía quede un largo camino por recorrer, hoy es incuestionable. Si bien este es el mundial de fútbol femenino, en los espacios mayores de fútbol masculino cada vez más mujeres forman parte de los equipos técnicos y del plantel de árbitros. En Qatar, seis árbitros mujeres participaron de la Copa del Mundo. 

Daiana ya no cree que existan diferencias entre arbitrar para hombres siendo mujer. "A la mujer le van a protestar de la misma manera que si fuera un árbitro hombre, o incluso un poco menos. Siento que a las mujeres nos respetan más y se miden un poco más a la hora de protestar", afirma. 

"Por ahí las mujeres nos merecíamos este tipo de puestos hace mucho antes, pero justamente por ser mujeres nos cuesta un poco más. Pero nos ganamos el lugar trabajando duro. Lo mejor no es tenerlo, sino merecerlo", afirma. 

El camino que recorrió para llegar hasta el día de hoy es muy importante para Daiana, que agradece siempre nunca haber bajado los brazos a pesar de los obstáculos. "Creo que el mensaje que quiero dar es que no hay que rendirse. Hay cosas buenas, cosas malas, mucha injusticia. Pero hay que ser fuerte y seguir", concluye.