Con 14 policías porteños en el banquillo, el próximo jueves comienza en Comodoro Py el juicio por el crimen de Lucas González, el adolescente de 17 años asesinado en Barracas a fines de 2021. En un proceso que se extenderá hasta julio, el Tribunal Oral en lo Criminal N°25 deberá determinar las responsabilidades y condenas a Gabriel Isassi, Juan José Nieva y Fabián López, integrantes de la brigada de civil que interceptó el auto en el que viajaba Lucas con sus amigos, a quienes dispararon -según el peritaje- a dos metros y medio o acaso menos. Los otros imputados están acusados por encubrimiento y detención ilegal de los amigos de Lucas, en una trama que llega hasta el comisario a cargo de la Comuna N°4.

El padre de Lucas, Héctor González, dijo a Página/12: "queremos gritar que se cumplió la justicia que deseamos". 

Comienza el juicio

Las 9 de la mañana del jueves 16 de marzo es la hora señalada para que comience el juicio en el salón Auditorium de Comodoro Py, elegido por su tamaño: habrá 14 detenidos con sus defensas, familiares de Lucas, representantes de organizaciones sociales y muchos periodistas. El debate comenzará un día antes de que se cumpla un año y cuatro meses del crimen

"Desde que pasó la desgracia que nos toca vivir, estamos pensando en Lucas y en el pedido de justicia. Nunca bajamos los brazos y ahora que estamos cerca, es muchísimo más el pedido de apoyo, como lo hemos hecho durante un año y cuatro meses", aseguró González a este diario. La familia organiza una convocatoria a las puertas de los tribunales para el jueves, a la que asistirán familiares, amigos y vecinos de Florencio Varela. "Queremos que todo termine y gritar que se cumplió la justicia que deseamos. Que Lucas descanse en paz y aliviar nuestros corazones para tratar de vivir por y para sus hermanos", agregó.

Está estipulado que el juicio a cargo de los jueces Hugo Navarro, Ana Dieta de Herrero y Marcelo Bartumeu Romero se desarrolle en 11 audiencias entre el 16 de marzo y el 11 de julio. La Fiscalía de juicio está a cargo de Guillermo Pérez de la Fuente. Además de Isassi, López y Nieva, estarán en el banquillo Daniel Santana, Fabián Du Santos, Rodolfo Ozán, Ramón Chocobar, Juan Romero, Roberto Inca, Héctor Cuevas, Sebastián Baidón, Jonathan Martínez, Ángel Arévalos y Daniel Espinosa.

La brigada encubridora

El oficial inspector Isassi, de 41 años, el oficial mayor López, de 48, y el oficial Nieva, de 37, cargan la misma acusación. En su requisitoria de elevación a juicio, el fiscal de instrucción Gómez Barbella les mantuvo la imputación como coautores de homicidio agravado por "alevosía, por placer, por odio racial", por premeditación y por ser miembros de una fuerza policial. A esto se le suma la tentativa de homicidio de los amigos de Lucas con los mismos agravantes, sus detenciones ilegales y "falsedad ideológica" por haber instalado la versión del "enfrentamiento" luego del hecho. Si el tribunal los encuentra culpables de ese caudal de acusaciones, recibirán perpetua. 

En sus indagatorias, los integrantes de la Brigada N°6 de la División Brigadas y Sumarios de la Comuna 4 reconocieron haber disparado contra la Surán en que viajaban los chicos, pese a que, como se comprobó, del otro lado no hubo disparos. Sostuvieron que por orden de Fiscalía estaban vigilando una casa a la salida de la Villa 21, de la que tenían sospechas de tráfico de drogas. A bordo de su Nissan Tiida, sin patente ni identificación, los policías vieron al auto detenerse en la ochava con "una maniobra medio brusca", en palabras de Isassi, responsable de la brigada. Allí Lucas bajó a comprar un jugo tras el entrenamiento de fútbol en el predio "Cacho" de Barracas Central. Los agentes aseguran que siguieron al auto haciendo sonar la sirena y en Iriarte y Velez Sársfield Isassi ordenó interceptarlo. Y descendieron dando voz de alarma usando los chalecos celestes de la brigada. 

Todo eso no condice con lo declarado por los amigos de Lucas ni por otros testigos presenciales. Los chicos aseguran que no hubo sirenas, ni chalecos, ni gritos de "policía", y que alrededor de las 9.30 el Tiida los encerró y embistió, como se ve en las cámaras de seguridad: en todo momento creyeron que era un robo y en las llamadas que realizaron a sus padres antes de ser detenidos, relataron la situación como un hecho delictivo. Un testigo que presenció la balacera tuvo exactamente la misma percepción, mientras que otro, que escuchó los balazos desde su casa, aseguró que nunca se oyó una sirena

Cuatro improntas de bala se hallaron en el auto. La que mató a Lucas ingresó por el parabrisas de adelante, a la altura del acompañante. Aunque no se pudo determinar de qué arma partió, sí se estableció que no fue de la pistola de Isassi ni la de López, aunque los dos dispararon algunas de las otras balas. “No pudiendo afirmar que fuera de Nieva”, dice el peritaje, que parece señalarlo por descarte. La descripción que los propios policías hicieron de sus posiciones también lo señalan. Es que al bajar del auto, Nieva, que manejaba el Tiida, quedó delante de la Surán que, según sus relatos, habría avanzado hacia ellos y por eso "repelieron" el "ataque". 

Para la Fiscalía, sin embargo, la responsabilidad del disparo no modifica la acusación para los tres en calidad de coautores del homicidio. En la requisitoria de elevación a juicio, Gómez Barbella escribió que "la acción de cada uno estuvo vinculada con la de los otros". Y agregó que "todos se apoyaron para realizar los disparos a corta distancia, demostrando sus intenciones dolosas de matar". 

La brigada también está acusada de plantar la semilla del encubrimiento. Así consta en las desgrabaciones de las modulaciones efectuadas por Isassi tras la balacera. En la primera, a las 9.40, habla de "enfrentamiento armado" y señala que los "cuatro masculinos" estaban armados. En la segunda, seis minutos después, agrega que el acompañante "esgrime un arma de fuego y colisiona al chofer". Horas más tarde, en el auto de los chicos se encontraría un arma de juguete marca Punisher. 

Los comisarios y el encubrimiento

Daniel Santana, de 43 años, era el comisario a cargo de las dependencias de Comuna 4. La mañana del 17 de noviembre, según declaró, estaba en el Museo del Humor celebrando el aniversario de los cinco años de la fuerza porteña. Al anoticiarse del "hecho de sangre", declaró, su superior Fabián Lencina --a cargo del Área II de las Comunas 4, 8 y 9-- le ordenó que fuera a Barracas en carácter "meramente administrativo", a ver qué pasaba. Santana dijo que desde allí reportó a Lencina hasta, que Policía Federal se hizo cargo. En enero del año pasado, Gómez Barbella pidió la detención e indagatoria de Lencina, pero el juez Martín del Viso lo denegó. El fiscal apeló la decisión y la Cámara volvió a rechazarlo. Sin Lencina, Santana es el comisario de mayor rango que enfrentará el juicio. 

"Emprolijar" la escena

Mientras Santana viajaba a Barracas, en Alvarado y Perdriel, la esquina en la que detuvieron a la Surán, ya había otros comisarios. El primero en llegar fue Rodolfo Ozán de la vecinal 4A, que no tenía jurisdicción en el hecho y estaba en camino a la celebración policial. El comisario se hizo famoso a fines de 2021 cuando se realizó el peritaje al celular de Fabián Du Santos, comisario de la vecinal 4D, también detenido. En una llamada a las 9.59, Ozán le dijo que la brigada se mandó un "mocazo" y que le "volaron el frasco" a Lucas. También dijo que llamaría a Santana y le preguntó a Du Santos: "¿Por qué no lo llamas al 'perro' y le decís que venga para emprolijar esta cagada?". Por si fuera poco, agregó: "Le dije a Inca que está como subcomisario, que vaya y busquen lo que tengan que buscar para justificar esto".

El "Perro" es el comisario Juan Romero de la División Brigadas comunal:, responsable de la Brigada 6. Según consta en la investigación, Du Santos entabló cuatro conversaciones con el contacto agendado como "Perro Romero" tras cortar con Ozán. Inca, en tanto, es el subcomisario de la División que llegó al lugar antes que su superior. Fue el encargado de hacer la primera consulta judicial a Fiscalía. Eso fue, según refirió, cerca de las 11, una hora y media después de la balacera. Los investigadores creen que la estrategia de encubrimiento con arma plantada de por medio, se planificó y llevó a cabo en ese lapso sin intervención judicial.

Pero los primeros en llegar al lugar no fueron los comisarios. Antes, las oficiales Lorena Miño y Micaela Fariña se toparon con la Surán en Alvarado y Perdriel. Ellas estuvieron presas en diciembre y fueron liberadas por falta de mérito. Tras ello, sin embargo, el peritaje odorífero del arma de juguete arrojó positivo para ellas. La Fiscalía y la querella, a cargo de Gregorio Dalbón, pidieron que vuelvan a detenerlas pero Del Viso no accedió. 

Los oficiales señalados como quienes detuvieron a los chicos son Sebastián Baidón, chofer del principal Cuevas, y Jonathan Martínez, ambos de la Vecinal 4D que llegaron momentos después de la detención de la Surán. Los dos reconocieron haberlos requisado, pero aseguraron que no fueron quienes les pusieron las esposas. En sus indagatorias, los oficiales rasos de la 4D dijeron que la División Brigadas estaba a cargo del procedimiento. Cuevas, también de la 4D, fue el agente de mayor jerarquía hasta la llegada de los comisarios. Los chicos estuvieron dos horas esposados en la vereda y ocho más en un patrullero. Ya desde el mediodía sus padres estaban en el lugar asegurando que sus hijos no habían hecho nada. 

Hasta una abogada conspiró para ocultar 

También los padres señalaron a una mujer rubia que iba y venía por los alrededores de la Surán. Luego la identificaron en rueda de reconocimiento y la investigación determinó que era Verónica Andraca, abogada del Departamento de Asesoría Legal Policial, dependiente del Ministerio de Seguridad porteño. El propio Santana dijo que él requirió la presencia de una abogada por "protocolo" y el oficial Baidón contó que la acercó en su patrullero a entrevistarse con Isassi, López y Nieva ese mismo día. Gómez Barbella pidió la indagatoria de ella y de su superior, Silvia Ozón, al señalar que sus participaciones solo pudieron ocurrir en función de contribuir al encubrimiento. El pedido tampoco fue escuchado. 

Al elevar la causa a juicio, González habilitó al fiscal para que continúe investigando otras posibles responsabilidades. Mientras tanto, los once detenidos que no integraban la brigada, enfrentarán el juicio por encubrimiento agravado, privación ilegal de la libertad y torturas: dijeron en sus indagatorias que en todo momento creyeron la versión del "enfrentamiento".