La térmica que superó los 40 grados en el conurbano bonaerense fue el contexto climático en el que decenas de miles de militantes se reunieron este sábado en el predio de la UTN de Villa Domínico. El plenario convocado bajo el lema “Luche y Vuelve. Cristina 2023”, abrió pasadas las 15. Andrés “El Cuervo” Larroque y el intendente de Ensanada, Mario Secco, fueron los encargados de dar el puntapié inicial al encuentro que se extendió por más de cinco horas y culminó con los discursos del gobernador Axel Kicillof, el presidente del PJ bonaerense, Máximo Kirchner y el intendente anfitrión, Jorge Ferraresi.
Repartidos en quince carpas, dispuestas a lo largo del predio, militantes y dirigentes se reunieron a discutir alrededor de un documento previamente acordado por la organización del encuentro. Cada una tenía capacidad para unas 300 personas. Con el sol sin dar tregua, los dispositivos de organización e hidratación resultaron la herramienta necesaria para una discusión que mezcló a referentes y militantes de base; a jóvenes y jubilados; a estudiantes secundarios y viejos militantes que cada tanto se hicieron su tiempo para recordar aquella victoria de Hector J. Cámpora, que hace 50 años ponía fin a la proscripción del peronismo.
Además del calor agobiante, la necesidad de expresarse fue otra de las características que marcaron la jornada. “Casi una catarsis”, dijo una militante como un comentario al pasar. Los años de pandemia e incertidumbre política también eran reconocidos por el grueso de la dirigencia que se acercó al lugar. "Vinimos a escuchar", dijo Oscar Parrilli, exhibiendo su block de apuntes desde una de las mesas en la que estuvo flanqueado por la legisladora porteña mandato cumplido, Lorena Pokoik, y el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti.
Así estaban dispuestas las instancias para la discusión. Una mesa con algunos moderadores, en carpas blancas alargadas, una a la par de otras. Tan juntas, algunas, que lo vertiginoso de la discusión hacía que las voces de unas se entremezclaba con el sonido de las otras. "Hace tiempo esperábamos un encuentro como este”, dijo Eva, una joven de 25 años que se presentó como militante de la Agrupación Eva Perón de Avellaneda.
“Cristina representa nuestro mejor pasado y nuestro mejor futuro, entonces la pregunta es cómo construimos mayorías, cómo nos acercamos a quienes tienen dudas; lo importante es la unidad de concepción para la unidad de acción, desde el peronismo, pero más allá del peronismo", sintetizó en torno a sus razones para acercarse hasta el predio de la UTN.
En esa sintonía, exhibiendo con orgullo una de las tantas remeras de La Cámpora que se multiplicaron por el predio, Fabiana aseguró: "Yo tengo memoria, vengo de una villa y me acuerdo cuando los ranchos de chapa se convirtieron en casas de ladrillos”. “Yo tengo memoria, y me acuerdo cuando llegaron las primeras computadoras a mi barrio”, dijo a modo de reivindicación de una historia reciente que se revalorizaba en cada una de las intervenciones que se escucharon a lo largo de la tarde. “Las cárceles están llenas de pobres, y pibes de barrios como el mío, porque los jueces son ricos y a los ricos les permiten hacer cualquier cosa y seguir con su vida tranquilamente", aseguró mientras buscaba protegerse del sol como podía. Con anteojos negros y la mano ubicada en modo visera.
El arco militante que se construyó en la tarde de Avellaneda también permitió un entrecruzamiento generacional que, según cuentan quienes asistieron, sirvió para “enriquecer la mirada”. "La Corte no se va a ir porque hagamos una marcha, tenemos que hacerle mil marchas y estar preparados para un proceso largo", dijo un jubilado de voz temblorosa, que dejó su impresión entrecortada por un aplauso espontáneo que ni siquiera le permitió presentarse.
“Recuerden sus las palabras de Cristina: no vienen por mí, vienen por ustedes y por sus derechos”, sostuvo Olinda, en la misma dirección. “Sepan bien: ella es peronista y nadie que se diga peronista puede hacer otra cosa que defenderla”, señaló con énfasis la mujer de 80 años a la que ni siquiera el verano más caluroso de la historia reciente le impidió acercarse a compartir su mirada con sus pares de militancia.
"Milito desde los años 80 por la redistribución, por los derechos humanos, por la integración latinoamericana, y tuve que esperar 20 años para que llegarán Néstor y Cristina, y todas esas cosas dejaran de ser consignas para convertirse en realidad, en una política de Estado” dijo desde otras de las carpas, Juan, un veterano y orgulloso docente de afiliado al SUTEBA. "Tenemos 14 semanas para romper la proscripción, no es mucho tiempo pero podemos lograrlo", arengó.
A medida que se recorrían los espacios de debate, las voces sonaban al unísono. Las intervenciones partían de reivindicaciones a las políticas llevadas adelante durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y incluían una dosis de frustración por lo esquivo del presente y una importante preocupación por el futuro, con la idea de la fragmentación política que la propia vicepresidenta había abordado el viernes en su clase magistral brindada en Viedma, como una clave de análisis para pensar en la estrategia de cara a un futuro demasiado inmediato.
En plena sintonía con su lideresa, Brian, un canillita pidió pensar el problema a nivel regional y enumeró la situación de Pedro Castillo en Perú, y el intento de golpe contra Lula en Brasil. “El apagón del otro día no fue casual, fue justo cuando empezamos a discutir un programa energético; y frente a eso, no cabe otro liderazgo que no sea el de Cristina", dijo a modo de denuncia, y agregó: "Cristina es el pueblo, por eso tenemos que estar unidos, organizados y movilizados, porque esa es su fuerza para transformar y porque en esta situación no basta con acuerdos de cúpulas".
Con la convicción de comenzar a trabajar por la candidatura de la vice, Oscar, que llegó desde Santa Fe para participar del encuentro aseguró que "no hace falta pedirle un programa de gobierno a Cristina”. “Sabemos dónde estuvo parada siempre y le tenemos confianza”, afirmó. "Tiene que haber un acuerdo programático y que lo firmen todos los candidatos, hasta el último suplente, como un acuerdo mínimo, para no discutir el rumbo después, para que no vuelva a haber sorpresas", propuso otro de los presentes en el debate.
"Acá no hay forma de cerrar la grieta, por eso hay que lograr un triunfo histórico de 69 por ciento, para tener mayoría absoluta en las dos dos cámaras", aseguró Paco Manrique. "Todos los días escuchamos a los dirigentes, es hora de que hable el pueblo", dijo el dirigente de SMATA, que había llevado su propia hinchada.
"Nos marginan por migrantes", lanzó Juana Arce, que se presentó como integrante del Partido Piquetero y delegada en la Villa 21-24, la Zavaleta. "Olvidan que somos madres y abuelas de argentinos, Larreta quiere cerrar la salita de nuestro barrio. Ellos lo llaman barrio vulnerable, pero nosotros no somos vulnerables, ellos nos vulneran y marginan", aseguró con un inconfundible acento del altiplano.
Con el sol todavía radiante a pesar del paso de las horas, las comisiones se cerraron unos minutos después de la hora señalada. En ese momento, todos y todas comenzaron el breve peregrinar hasta el espacio lindero, donde tendría lugar el acto de cierre. El calor ya no quemaba tanto. La necesidad de hablar, tampoco.