El país de mis desvelos. De cómo se usó la infocracia para voltear a Evo y otros ensayos es un libro que nació en el exilio de su autor, el periodista Jaime Iturri Salmón, tras el golpe de Estado al ex presidente Evo Morales en Bolivia. Por eso decidió hacer la primera presentación en Argentina, el país que lo cobijó. Los periodistas Alejandro Goldin y Hernán Invernizzi, el consultor político Rafael Prieto, y la militante feminista Mishka Iturri Avendaño se reunieron en el Centro Cultural Borges para debatir sobre estos ensayos que permiten repensar los acontecimientos del 2019 en el país vecino pero también establecer un diálogo con la realidad latinoamericana.
La joven militante del Frente Revolucionario Comuna (FREC) –hija del escritor– fue la única voz femenina de la mesa y la primera en compartir su mirada sobre este trabajo que se propone analizar las causas del golpe y hacer una autocrítica sobre ciertas variables que fueron subestimadas en su momento pero que luego tuvieron un rol trascendental en el trágico desenlace.
“Es un libro clave para mi generación porque tiene ensayos que van desde los 90 hasta la actualidad, y me parece que eso nos permite a las personas jóvenes (bolivianos y de la Patria Grande) acercarnos no sólo desde la historia formal y los hechos fríos, sino desde la mirada de alguien que milita, lucha y comunica, alguien que está muy atento para vivirlos, soñarlos e interpretarlos. Los desvelos a los que alude Jimmy son los sueños de todas y todos en Bolivia”, destacó Mishka, y agregó que vale la pena revisitar estos estudios “en un tiempo en el que las democracias son tan débiles”.
Invernizzi definió al autor como "un renacentista digital” y destacó la multiplicidad de enfoques en su proyecto: desde la antropología y la historia a la política y la lucha de clases pasando por la big data y las fake news. Al inicio de su intervención rescató algo que Iturri señala en las primeras páginas: el FBI tenía datos de la corrupción antes del golpe. “Esto significa que hacen inteligencia todo el tiempo y desde siempre; ese es el gran problema. Cuando hay conflictos políticos o se agudiza la lucha por el poder, el que no hace inteligencia pierde”, advirtió el periodista, y recalcó la necesidad de “hacer inteligencia, estudiar, buscar datos y tratar de comprender al otro, sea aliado, adversario o enemigo”. Acerca de las alianzas entre la derecha golpista y el poder global, dijo que “han hecho grandes esfuerzos de comunicación para hacernos creer que saben cosas que quizás saben o quizás no” en un contexto en el que “parece que sabemos mucho” y, sin embargo, “reina la confusión”.
Otra de las virtudes del libro según Invernizzi es que “divulga y trata de entender, se hace accesible pero es terriblemente profundo” en un momento en el que cualquier simplificación puede llegar a ser extremadamente peligrosa para intentar comprender la realidad. También recomendó a la audiencia que fotocopiara este fragmento para ponerlo en un cuadrito: “Ya no se trata de que tal o cual percepción, para ser verdadera, tenga que ajustarse a los hechos, sino que, con estas nuevas reglas, son los hechos los que deben rendir cuentas a las percepciones y valoraciones construidas en el espacio virtual, no importa a tales efectos que sean verdaderas o falsas”. Por eso el periodista asegura que pasamos del pienso, luego existo al me parece, por lo tanto es real. Y para ejemplificar este punto se refirió al denominado “caso Zapata”: el hijo que le inventaron a Evo y que en verdad jamás existió.
La vida de Iturri cambió drásticamente con el golpe: en Bolivia tenía un trabajo estable como periodista, pero de la noche a la mañana se encontró exiliado en Buenos Aires sin saber muy bien qué sería de su vida. Goldin recordó el encuentro gracias a un amigo en común y también la obsesión del autor por los errores cometidos, las encuestas y el rol clave que habían jugado las redes sociales en ese proceso (bajo la creencia de que el mundo “virtual” es tan importante como el “real”). El vaticinio de Iturri terminó cumpliéndose: el MAS ganó por el 55% de los votos, pero no fue puro azar sino un trabajo arduo con los datos. Goldin también echó luz sobre el diálogo que se puede establecer con la realidad argentina respecto de la desatención hacia los sectores medios como una ruptura clave para comprender los hechos posteriores.
“Siendo países con estructuras de clases aparentemente tan diferentes, el libro tiene una interpretación de la realidad boliviana que también podría servirnos en Argentina sobre esa ruptura del peronismo y el kirchnerismo con los sectores medios a partir del 2008, con alguna recomposición coyuntural que no persistió en el tiempo”. Además, remarcó que “los desvelos de Jimmy no son sólo por Bolivia sino también por la Patria Grande”.
Prieto, por su parte, celebró el “fuerte compromiso político” del autor, y valoró que el trabajo no sólo se ocupa de la “denuncia con nombre y apellido de quienes perpetraron el golpe” sino también de “trabajar profundamente una autocrítica de la propia experiencia para extraer nuevas enseñanzas de cara a las nuevas luchas”. El analista sostuvo que eso no es algo usual en la cultura política argentina y que el proyecto de Iturri es un ejemplo digno de ser replicado. Al mismo tiempo, definió su trabajo como una reivindicación de la cultura política para enfrentar el desafío de “construir mayorías” y poder “defender los intereses populares”.
“Yo quise presentar este libro primero en Argentina porque lo he parido aquí, por las ideas pero también por los amigos. Eso fue lo bueno del exilio”, confesó el anfitrión. Iturri continuó con una profundización de la autocrítica hacia los propios en relación a la incapacidad para escuchar las demandas de las clases medias y los jóvenes: “Nosotros sólo escuchamos a los bolivianos que queríamos escuchar. La clase media fue sustituida en el Estado por hijos de aymaras o quechuas que habían ido a la universidad entonces se sintieron tambalear (...) Debimos haber entendido la importancia de las redes y haber combatido desde allí”, declaró. Por otra parte, mencionó las dificultades que tuvieron para interpretar el discurso de la nueva derecha vinculado a la ecología y la libertad. “Nos cambiaron los papeles y no supimos defendernos”, apuntó. Otra de las sentencias fuertes de la tarde estuvo asociada a esa lucha de clases que se agudizó durante aquellos días que terminaron con la renuncia de Evo: “En 2019 la clase media nos volteó y los pobres pusieron los muertos”.
Hacia el final del encuentro, Iturri subrayó uno de los grandes ejes del libro: la importancia de la comunicación como un campo donde “no puede haber groserías”, en el que se hace preciso “saber cómo trabajar los textos para que sean cautivadores” porque “sin seducción no hay futuro”. También hubo espacio para preguntas de la audiencia que giraron en torno a las disputas internas en el MAS, la posibilidad de un tercer candidato por fuera de Morales o Arce (Iturri señaló a Andrónico como una opción válida para evitar el divorcio: “un joven indio, campesino, cocalero y con título de maestría”), y la necesidad de que los jóvenes tomen el relevo con sus defectos y virtudes.