Las giras de Mauricio Macri son un déjà vu de ciertos escapes. Hay varias huidas famosas, aunque en la Argentina se recuerdan sobre todo dos. La del virrey Sobremonte durante las Invasiones inglesas, y la del ex secretario de la CGT, Casildo Herreras, horas antes del golpe de Estado en 1976. El que patentó la famosa frase: “Ah, no sé: yo me borré”.
Las escapadas no siempre constituyen la presunción de un delito, pero si pueden ser una evasión de la realidad circundante. El presidente de la Fundación FIFA comenzó su último viaje el 1° de marzo con una disertación en la Bologna Business School, en Italia. Una escuela de negocios para empresarios y estudiantes de élite. Después hizo escala en Maranello, un pueblito de la provincia de Módena, invitado por su amigo Jean Todt, director de la escudería Ferrari hasta el 2008, ex presidente de la FIA (Federación Internacional del Automóvil) y un bom vivant dedicado hoy a una campaña de seguridad vial llamada Action For Road Safety (Acción por la Seguridad Vial).
En Bolonia lo presentaron como conferencista sobre el tema Liderando y aprendiendo liderazgo, y en la sede de la famosa marca de automóviles les habló a los integrantes del equipo de fórmula uno. Lo definieron como un apasionado de la educación, el fútbol y el trabajo, aunque en este caso el orden de los factores sí altera el producto, porque Macri siempre privilegió al deporte sobre lo demás.
En la Universidad recordaron que logró “la transformación más ambiciosa de la infraestructura y matriz energética de Argentina, conectando el país física y virtualmente y priorizando la energía solar y eólica”.
Empresarios y alumnos que lo escuchaban es muy probable que no supieran cómo atacó al Plan Conectar Igualdad, les redujo el aporte de computadoras a los estudiantes, y despidió a personal especializado que llevaba adelante esa política oficial. Además, es muy posible que no conocieran sus negociados con la energía sustentable, donde buscó socios entre la farándula futbolera como Guillermo Barros Schelotto y Carlos Tevez, este último siempre materia dispuesta para acompañarlo en su hipotético regreso a Boca.
El currículum que presentó la Bologna Business School parece escrito por él mismo en su mejor versión del personaje de Peter Sellers, en la película Desde el jardín. “El presidente Macri continúa dando numerosos discursos para dar una visión actualizada de América Latina y sus desafíos geopolíticos”.
Quiere jugar en las grandes ligas de la gobernanza global, pero todavía no definió si lo hará en la liga local. Alienta a los precandidatos de su espacio a presentarse, pero no da señales claras de querer volver por un segundo mandato. Se siente mejor en el mundo más permisivo del fútbol donde aspira a ocupar el sillón de Gianni Infantino, cuando el suizo está a punto de ser reelecto por un nuevo período de cuatro años en la FIFA.
El actual presidente de la corporación más grande del entretenimiento deportivo señaló cuando designó a Macri como titular de la Fundación FIFA: “Tiene el perfil ideal para poner el fútbol al servicio de la sociedad”. Demasiado obsecuente en política, tal vez no percibió que estaba habilitando las aspiraciones de su posible sucesor.
El periodista cordobés Hugo Caric escribió un artículo sobre esa posibilidad, quizás porque el rumor surgió en su provincia, donde el ex presidente le sacó un margen decisivo de votos a Daniel Scioli en las elecciones de 2015: “Desde el máximo cargo ejecutivo de la Fundación FIFA, Mauricio Macri espera agazapado el momento para blanquear sus ambiciones presidenciales en la multinacional del fútbol. El ingeniero ya anduvo de ‘rosca’ en el Mundial de Qatar, donde jugó su propio partido en los pasillos y los palcos de los lujosos estadios construidos en base a la explotación laboral que él mismo elogió: "Todo esto fue posible porque aquí no existen los gremios".
Cuando felicitó a su amigo el emir qatarí, sabía de lo que hablaba. En los años anteriores a la última Copa del Mundo, en la pequeña monarquía del Golfo Pérsico regía la Kafala, un marco regulatorio del universo laboral donde el empleador -las constructoras de los grandes estadios y el propio estado de Qatar- abusaron de la explotación de trabajadores extranjeros. Los sometieron a prácticas medievales. Por ejemplo: no podían abandonar el país sin la autorización patronal. La presión internacional provocó que el emirato suavizara ese régimen cuestionado por organismos de derechos humanos que incluso boicotearon el Mundial.
Macri y Todt se conocen de la industria automotriz desde la década del '80. El primero estaba en Sevel, la empresa que había fundado su padre Franco y el francés en Peugeot, vinculado al deporte de competición. Al tiempo de asumir la presidencia de la Fundación FIFA, Mister Jardiner lo recibió a su amigo cuando todavía lideraba la FIA, ya en su tercer y último mandato.
La conversación giró sobre el proyecto de Todt, la Action For Road Safety. Es la campaña para establecer y promover medidas que disminuyan los accidentes viales en todo el mundo. Macri se mostró interesado en la propuesta de la FIA -hoy gobernada por el ex piloto de rally Mohammed Ben Sulayem- pero cuando era presidente de Argentina, permitió que un lobby de automotrices se beneficiara con la prórroga para instalar en una gama diversa de cero kilómetros un mecanismo de seguridad llamado Control de Estabilidad (ESP).
El 1° de septiembre de 2020, el periodista Carlos Cristófalo escribió en un documentado artículo que publicó Motor1 que la medida afectaba “a la seguridad de los autos vendidos en el país…”, y atribuía el problema a funcionarios del gobierno de Macri “que cedieron ante el lobby de empresas privadas, para postergar una mejora vital en la seguridad de los autos que se venden en la Argentina. Los que firmaron la prórroga fueron Guillermo Dietrich (ministro de Transporte), Francisco Cabrera (ministro de Producción) y Carlos Pérez (director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial)”.
Macri sumado a la campaña de la FIA desde la Fundación FIFA cumpliría su propósito de blindarse una vez más ante la sociedad. A los incautos o interesados dispuestos a acompañarlo en cualquiera de las dos aventuras presidenciales que emprenda, les queda, si les queda, el juicio de la sana conciencia.