Argentina, 1985 no logró este domingo el Oscar al Mejor Film Internacional que —tal como preveían todas las encuestas y los especialistas de Hollywood— finalmente fue para la favorita Sin novedad en el frente. La representante alemana, dirigida por Edward Berger y coproducida por Netflix, que puso todo su arsenal de promoción al servicio de su película, conquistó así la segunda (la primera había sido para su fotografía y luego las de mejor dirección artística y mejor música) de las nueve estatuillas de la Academia de Hollywood a las que aspiraba.
Un Oscar, se sabe, no solamente depende de los valores intrínsecos de una película sino también de la campaña publicitaria que se arme a su alrededor. En este sentido, el trabajo de los productores argentinos y también de la plataforma Amazon fue impecable, porque lograron instalar al film nacional entre los distintos grupos de influencia de Hollywood, empezando por los Globos de Oro que otorga allí la prensa extranjera, que ya a principios de enero premió a Argentina, 1985 por encima de Sin novedad en el frente.
Ese trabajo, sin embargo, no fue suficiente para imponerse al film alemán, que llegó a la 95° ceremonia del Oscar con una cantidad inusitada de candidaturas para una producción extrahollywoodense, lo que habla del impacto que causó Sin novedad en el frente en toda la masa de académicos con derecho a voto, en todos los rubros, artísticos y técnicos. Difícilmente alguien hubiera imaginado, cuando Netflix la lanzó a su catálogo en octubre, que Sin novedad en el frente llegaría tan lejos. La película de Edward Berger pasó de esa invisibilidad a integrar el malón de potenciales candidatas a la categoría internacional de los principales analistas de Hollywood, y de allí a meter un batacazo en las nominaciones del Oscar.
Cuando el actor español Antonio Banderas y la actriz mexicana Salma Hayek anunciaron que la ganadora de la categoría de Mejor Película Internacional era Sin novedad en el frente, las ilusiones de que el cine argentino se llevara su tercer Oscar se terminaron. En su lugar, el director de la película alemana producida por Netflix, Edward Berger, fue el encargado de subir a recibir el premio. “Esto significa tanto para nosotros”, afirmó Berger, quien agradeció a su equipo y productores (empezando por Netflix) antes de retirarse emocionado. Fue también un cachetazo para la crítica alemana, que castigó muy duramente a la película, por su adaptación (según el consenso alemán, fallida) de la famosa novela de Erich Maria Remarque.
"Quiero felicitar a cada persona que formó parte de la maravillosa película Argentina, 1985", tuiteó el presidente Alberto Fernández tras conocerse que el film de Santiago Mitre no se había llevado el Oscar a Mejor Film Internacional. "A pesar de no haber ganado este reconocimiento, celebremos el enorme orgullo de que el cine argentino nos represente frente al mundo, por la democracia y con infinito talento", cerró el mandatario.
Los Oscar antes del traspié de "Argentina, 1985"
La ceremonia en el Dolby Theatre de Los Angeles había comenzado con el anfitrión Jimmy Kimmel —el mismo que había estado al frente del show en 2017 y 2018— lanzando las clásicas pullas y dardos venenosos a los distintos invitados (Nicole Kidman, Steven Spielberg, Michelle Williams, Cate Blanchett), una constante en la historia del Oscar, que el año pasado terminó muy mal, cuando una broma de mal gusto de Chris Rock disparó la fatídica cachetada que le propinó arriba del escenario Will Smith y que hoy es más recordada que la película ganadora. Quizás por eso Kimmel —aunque no pudo dejar de mencionar el episodio— estuvo más medido de lo habitual, atado a un guion previo y respetuoso de un protocolo de corrección política que le hizo perder filo a la ceremonia.
"Fue un año muy importante para la diversidad, tenemos candidatos de todos los barrios de Dublin", se mofó Kimmel de los numerosos irlandeses que había en la sala. También cargó contra Tom Cruise y James Cameron, dos de las figuras más relevantes de Hollywood, que decidieron no asistir a la ceremonia, por razones no especificadas y a pesar de que sus respectivos films (Top Gun: Maverick y Avatar: el camino del agua) figuraban como candidatas a la mejor película. "Estamos todos, ¿no? ¿Quién falta? Tom Cruise y James Cameron no están aquí, justo los dos que insistieron en que volviéramos a las salas", disparó Kimmel.
El primer premio de la noche se lo llevó el mexicano Guillermo del Toro, que ganó su tercer Oscar por su versión animada del clásico italiano Pinocho. Es la quinta vez en toda la historia en que este premio no lo gana uno de los principales estudios de Hollywood. Durante su discurso de agradecimiento, el cineasta nacido en Guadalajara dijo que “la animación es el cine, no es un género y está lista para ser llevada al siguiente nivel. Por favor, ayúdennos”. Además agradeció a Netflix, compañía productora de la película, por el apoyo.
Actor y actriz de reparto fueron para el vietnamita Ke Huy Quan y la local Jamie Lee Curtis, ambos por Todo en todas partes al mismo tiempo. “Desde que leí el guion supe que los Daniels —en referencia a los directores y guionistas Daniel Kwan y Daniel Scheinert— iban a hacer algo que cambiaría la historia del cine”, dijo la actriz durante su paso por la alfombra roja, que este año fue color champagne. Fue el primer indicio de que la película con mayor cantidad de nominaciones (once nada menos) había empezado la noche pisando fuerte.
El documental Navalny, dirigido por Daniel Roher, ganó el Oscar 2023 en su categoría por su retrato del dirigente ruso Alexei Navalny, férreo opositor al régimen de Vladimir Putin, y sobreviviente de un atentado contra su vida cometido con la utilización de un letal gas nervioso. Su triunfo era uno de los más obvios, debido al contexto geopolítico que proporciona la guerra en Ucrania.
La película está producida por la compañía Warner Bros y la cadena de noticias CNN. El director Roher afirmó que “no debemos tener miedo a oponernos a los dictadores, donde sea que nos encontremos”, en referencia a Vladimir Putin. La esposa del opositor ruso, Yulia Navalnaya, también estuvo presente en la premiación y dirigió unas palabras al auditorio: “Mi marido está en prisión solo por decir la verdad y defender la democracia. Sueño con el día en que tú y nuestro país sean libres. Mantente fuerte, mi amor”.
Mientras tanto, las solapas de los trajes y los vestidos se convertían en una reivindicación política, un año más. De la misma manera que ocurrió en 2022, algunos de los protagonistas de la noche como Cate Blanchett o Guillermo del Toro llevaban un lazo azul para mostrar su apoyo a los refugiados ucranianos. En la anterior edición, donde este detalle fue mucho más visible, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) fue la encargada de distribuir estos lazos con el objetivo de visibilizar las consecuencias del conflicto en la población civil, que ya lleva más de un año.
El director de fotografía James Friend ganó su primer Oscar en la categoría de Mejor Fotografía en la primera nominación de su carrera, por su labor en Sin novedad en el frente. Al recibir la estatuilla, Friend dijo con humor: “Hoy no es mi cumpleaños, pero siento como si lo fuera". Además, felicitó a sus compañeros de terna por sus “inspiradores trabajos”.
Por su parte, Adrien Morot, Judy Chin y Anne Marie Bradley se llevaron el Oscar a Mejor Maquillaje y Peinado por la increíble transformación de Brendan Fraser en La ballena, de Darren Aronofsky. Y Ruth Carter ganó su segundo Oscar como mejor vestuarista, esta vez por Pantera Negra: Wakanda por siempre. Curiosamente, había conseguido su anterior triunfo por el episodio anterior de la misma saga de los superhéroes negros. Carter rescató el hecho de que ambas películas sirvieran para visibilizar a la cultura de la comunidad negra.