El Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica (SISSA) provee información sobre el impacto de este fenómeno a gobiernos, instituciones privadas y otros actores sociales. Integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, tiene su base en distintos pilares: generar herramientas para el monitoreo de estos eventos naturales, así como también preparar a las comunidades para que se anticipen a las sequías o mitiguen sus efectos.
Si bien el sistema proporciona información relacionada con sequías para toda la población, tiene tres sectores socioeconómicos prioritarios: la agricultura y ganadería, las actividades vinculadas a la hidroenergía y el transporte fluvial. “Se busca un diálogo constante a partir de lo que llamamos proyectos demostrativos que, a futuro, se pueden implementar con otros sectores”, cuenta Carolina Vera, integrante de la unidad de coordinación del SISSA e investigadora del Conicet. En Argentina, por ejemplo, hay una interacción con sectores agrícolas en Córdoba y, en relación a la navegación fluvial, con la zona de la cuenca Río Paraná, que incluye tanto al territorio argentino como paraguayo.
Este último punto, indica la investigadora, resulta un ejemplo de cuánto puede afectar la sequía a distintos sectores. La bajante del Río puso en jaque a barcazas que transportan productos de gran impacto en la economía, ya que las embarcaciones debían reducir su carga o, directamente, no podían pasar. “En ese caso, se está implementando un proyecto que incluyó a todas las agencias y organismos que estuvieran vinculadas con el agua, ya sea puertos, prefectura o empresas privadas del transporte”, ejemplifica la meteoróloga.
Los servicios meteorológicos nacionales proporcionan al SISSA una cantidad considerable de información. Con la necesidad de una mirada integral, los sistemas de trabajo articulado incluyen investigadores de distintas disciplinas naturales –de la Meteorología, la Biología y ciencias agrícolas–, pero también de las ciencias sociales y económicas, para entender cómo se percibe el riesgo, cómo se toman las decisiones y cómo se evalúan las pérdidas.
Panorama crítico
Las condiciones de la sequía actual mantienen en alerta a distintos sectores socioeconómicos y productivos, por los efectos que ya se observan y los que se prevén a futuro. Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Argentina recibió solo el 44 por ciento de la precipitación media en los últimos cuatro meses de 2022, lo que se traduce en el menor valor en 35 años. Aunque los primeros indicios exhiben más una cuestión natural que efectos del cambio climático, los científicos deben esperar más estudios para conocer las causas.
“Si bien las sequías son fenómenos naturales que forman parte de la variabilidad climática, al mismo tiempo sabemos que serán cada vez más frecuentes por el cambio climático”, explica Karina Flores, meteoróloga del SMN. Según un reporte reciente, la sequía corresponde al fenómeno de La Niña, un evento que tiene lugar en el Pacífico ecuatorial, a miles de kilómetros de esta región. Su característica principal es que ocurren cambios en el océano, con la atmósfera que se acopla a estas variaciones. Cuando la temperatura de la superficie del océano baja y se vuelve más fría, corresponde a La Niña, mientras que cuando se registran temperaturas más cálidas se trata de El Niño.
Con tres años consecutivos de La Niña, el impacto de la sequía es cada vez más grave por la persistencia del déficit de precipitaciones. Las consecuencias van desde el bajo rendimiento de los cultivos hasta la afectación de los reservorios de agua dulce que, combinados con otros desastres naturales, conforman un panorama crítico. “Se están observando reducciones en los rendimientos de cultivos y en el almacenamiento de agua en el suelo, un aspecto que está en su cifra más baja en los últimos 60 años. A su vez, no hay que perder de vista los incendios de gran magnitud, en muchos puntos del país, y las olas de calor que se suceden”, puntualiza la experta. Tanto las sequías como los incendios representan un riesgo para la conservación de áreas naturales y la biodiversidad.
El SMN es uno de los tantos organismos nacionales (junto al Conicet, el INTI, el INTA. la Comisión Nacional de Energía Atómica y diversas universidades nacionales) que integra la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías, donde se reúnen todos los meses para intercambiar información y realizar reportes conjuntos a nivel nacional. “Cada uno de los organismos que tenemos gran alcance territorial, compartimos la información en torno a los indicadores de sequía. De esta forma, se elabora un informe con un mapa de riesgo de sequía que, luego, se convierte en un insumo muy necesario para los tomadores de decisiones”, puntualiza Flores.