Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) estudian prototipos de prótesis de manos y piernas que se adaptan a la comodidad de los usuarios. Para eso, utilizan una técnica denominada biorretroalimentación, que consiste en sensores que monitorean la posición de la prótesis y pasan esa información al cuerpo a través de pequeñas presiones en los muñones o de bandas de calor que indican la posición de la pierna, dependiendo de la temperatura.
En la actualidad, pese a que existen artefactos sofisticados, los pacientes suelen abandonarlos al poco tiempo o los usan durante lapsos cortos porque son incómodos. “La hipótesis que se quiere probar es que utilizar esos sensores en las prótesis robóticas disminuirá la tasa de rechazo del usuario”, cuenta Lucas Acosta, integrante del Laboratorio de Investigación en Ciencia y Tecnología Aplicada (LINTEC) de la UNT. El objetivo es estimular por otros canales sensoriales la percepción de las posiciones articulares de la pierna artificial.
En esta línea, el docente e investigador de la UNT, Fernando Farfán, detalla que existen numerosos modelos de prótesis en el mundo, pero que es imposible competir en esa tecnología con los países más desarrollados. “Por eso, el aporte de esta investigación consiste en transmitir con sensores artificiales la información de la posición de la prótesis al usuario para que pueda medirla y corregirla de acuerdo a su percepción”, resalta.
Pese a que el Laboratorio cuenta con scanner e impresora 3D, los desarrolladores no buscan producir prótesis en masa, sino hacer prototipos mejorados de piernas y manos que tengan en cuenta las sensaciones del usuario para que después cualquier fabricante pueda usar esa información.
Entrenar al usuario
La intención es que los sensores brinden información sobre la posición angular de las articulaciones y que las personas se entrenen para interpretar esa señal y ser conscientes de la posición en la que está la pierna o la mano. “Con la pierna robótica no tenemos control mental para realizar el movimiento. La prótesis común sólo asiste en el movimiento, pero la nuestra va a mandar una señal en proporción a la posición de la rodilla o el tobillo para que la persona pueda sentirlo”, destaca Acosta.
Actualmente no se conoce ni se puede predecir por cuánto tiempo una persona utiliza una prótesis. En este sentido, Farfán detalla: “Cuando nosotros le instalemos los sensores se podrá ver la adaptación de la persona, lo que siente al usarla y ahí recién podremos tomar medidas para que no la abandone”. El de los especialistas tucumanos es un ejemplo de ciencia con impacto social, un conocimiento puesto al servicio de las necesidades de las personas.