El Centro Municipal de Arte de Avellaneda presenta en estos días un conjunto de exposiciones que se corresponden de un modo coherente con el mes de la memoria, haciendo foco en la última dictadura, el Nunca Más, la verdad y la justicia, así como en otros aspectos históricos.
En términos de la historiografía del arte, la muestra permanente “Colores maestros” dialoga con las otras cuatro, temporarias, que acaban de inaugurarse, y pone el acento en la relación entre lo nacional y lo local, exhibiendo obras del patrimonio de esta ciudad, en busca de articular la pintura de los maestros de principios del siglo veinte a nivel nacional, con la obra de los pintores locales: Juan Vidaillac, José Arcidiácono, José Luis Menghi, Fernando Pascual Ayllón o Germán Leonetti, quienes, como se explica en el impreso de presentación: “frecuentaban el circuito artístico cultural de la época, donde Avellaneda tenía su espacio”.
La exposición “Nunca Más” presenta algunas de las piezas de la célebre serie de León Ferrari para ilustrar, entre 1995 y 1996, los fascículos de la edición del Nunca Más, el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que publicaron conjuntamente Página 12 y Eudeba. Los montajes y collages de Ferrari muestran, desde el arte y el documento, las atrocidades de la dictadura militar y a sus cómplices eclesiásticos y civiles.
En esa galería de horrores -ensamblados con ironía y sarcasmo por el artista- desfilan versiones del apocalipsis y el infierno, con el hilo conductor de la tortura, bajo la inspiración inquisitorial y hitleriana de la dictadura.
Para realizar esta serie, Ferrari hizo previamente un cuidadoso relevamiento de material periodístico, documental e iconográfico.
La exhibición fotográfica “Huellas”, de Helen Zout, busca reflejar los rastros de la desaparición de personas en familiares y sobrevivientes de los campos clandestinos de la dictadura a través de una serie de imágenes que la fotógrafa realizó a partir de 1999.
Como escribió oportunamente Osvaldo Bayer en el texto que ahora se reproduce como introducción a la muestra, “No hay concesiones en sus imágenes. Hasta en el sobreviviente está presente todo: la desaparición, el balazo en el alma. En sus ojos la protesta infinita por la injusticia sufrida. La lente de Helen Zout es implacable con la sociedad argentina que hace desaparecer o permite desaparecer. No hay ninguna demagogia en las imágenes”.
La muestra “Más que nunca, Nunca Más”, de Claudia Contreras, con curaduría de Eduardo Stupía, reúne una potente antología de obras de la artista, que exhibe una producción pródiga en técnicas y tratamiento de los materiales, que al mismo tiempo resulta potente y sutil. Viene al caso la cita de la propia artista, quien construye su obra “con la sospecha crítica de que la trama del presente sea una frágil composición de restos, una compleja relación entre desazón y esperanza, entre identidad y significado; entre soporte e idea; entre cuerpo y país”.
Como parte de la variedad de lenguajes, el collage resulta central en su poética y se vuelve una ideología artístico política. Tal como señala Stupía, “Claudia Contreras concibe lo multidisciplinario como una suerte de variante orquestal, ecléctica, del collage”. Varias de las piezas exhibidas citan, evocan, refieren o remiten de modo directo a los años de plomo.
La obras de la artista combina belleza poética y una técnica depurada, como emergentes de un discurso potente. La atribuida condición del collage, es -según palabras del curador- “en la conciencia penetrante de Contreras, el ingrediente central que ella multiplica y diversifica en la militante densidad de sus enunciados, con un perfecto equilibrio entre el camino indirecto y elíptico de la metáfora y el impactante vector frontal de la denuncia, el manifiesto y el reproche ético”.
Con la exposición “Como piedra en el estanque”, Gabriela Cassano busca generar la onda expansiva que va de lo íntimo a lo social, de lo subjetivo a lo colectivo, de la voz propia a la expresión coral, del dolor a la reparación, de la memoria personal y familiar, a la memoria histórica.
La artista partió de la pintura y el dibujo y luego desplegó su trabajo hacia la gráfica, lo textil y la instalación. Y aquí suma un video. Una ampliación del campo expresivo para mostrar poéticamente lo que quizás no puede decirse de la misma manera con palabras. El núcleo trágico es la desaparición de su hermana Alicia en 1977 a manos de la dictadura, la lucha de su familia por la verdad y la justicia, junto a las madres. Luego sobreviene el hallazgo de los restos, en 2010.
En términos de las metáforas que utiliza Garbiela Cassano, la piedra lanzada en el estanque es el revés de trama de la gota que horada la piedra: la insistencia poética, lo puntual que se expande sutilmente en la búsqueda de la belleza, con acciones delicadas que a través del tiempo pueden modificar el presente.
La curadora de la muestra, Emilia Demichelis, analiza el uso de los objetos en las obras de Cassano: “fotos, cartas, un ramo de muguet, un pañal que un día, transmutado en pañuelo, se convertiría en un símbolo poderoso. Los objetos funcionan como espejos donde se refleja nuestra vida y las de quienes nos acompañan; contienen nuestros anhelos, y a veces nuestros pesares. Los objetos accionan, en este relato, como piezas que narran los colectivo desde lo personal, en un ir y venir entre lo privado y lo público, entre lo individual y lo político”.
* En el Centro Municipal de Arte de Avellaneda, San Martín 797, de martes a sábados, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita, hasta el 1º de abril.