En este momento, a bordo de un ómnibus estoy viajando hacia Buenos Aires luego de casi tres años. Toda estadía en la Capital Federal de la Región Argentina me impacta por la magnificencia de los edificios algunos con carrillones, como en la Diagonal cercana a Plazo de Mayo y otro a pocos metros de la Plaza de los dos Congresos por Rivadavia.

A su vez se observa la creciente desigualdad económica y social, el aumento de personas en situación de calle.

Recuerdo el texto de Rafael Barrett marcando el contraste entre los lujosos edificios de la Avenida de Mayo y las personas indigentes hurgando los recipientes de basura en busca de comida. Viene también a mi pensamiento el extraordinario libro de Ezequiel Martínez Estrada, La cabeza de Goliat. El ensayista se pregunta cuántas ciudades están superpuestas en la misma ciudad. Está la ciudad "fundada" por Pedro de Mendoza y destruída oportunamente por los pobladores originarios a orillas del Río de La Plata, la de los inmigrantes africanos, europeos, asiáticos.

La ciudad de los poderosos dueños de la tierra y del capital y la de las villas miserias que al decir del escritor Bernardo Verbistky también son Latinoamérica. La ciudad de las grandes huelgas obreras de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX por anarquistas y socialistas. La ciudad de los estadios de fútbol y de los teatros. La ciudad del tango y sus poetas, de Carriego a Manzi, Homero Expósito y Cátulo Castillo. La ciudad que vibra al son de Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla y Rodolfo Mederos.

Buenos Aires, nuestros viajes en la época en que nos sentíamos desolados después de diciembre del año 2001 y llegábamos a la Casa de Los Libertarios en el barrio de Constitución, buscando el refugio afectivo que siempre nos fue brindado por compañeras y compañeros fraternalmente.

El barrio de Barracas y el local de la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A), espacio de organización para la lucha social y la resistencia al capital. Hay quienes dicen que la vida es un viaje en sí mismo, a veces a bellos lugares, otras a ámbitos tortuosos.

Hay también un "viaje" definitivo cuando nuestra vida se acaba.

Como afirmó el revolucionario anarquista mexicano Ricardo Flores Magón: "Vamos hacia la vida, siempre vamos vivir intensa y apasionadamente a luchar solidariamente por la emancipación integral". ¡Vamos hacia la vida!

Como escribió Antonio Machado: "Caminante no hay camino se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca vas a volver a pisar".

 

Carlos A. Solero