De aquello no se hablaba. Ni de las órdenes de fusilamiento que el jefe de Policía, Agustín Feced, gritó a una cuadra y media de la Subcomisaría Nº 17, cuyo frente él mismo baleó para simular un enfrentamiento armado; ni de las siete víctimas, ni de su traslado de 12 kilómetros desde el Servicio de Informaciones de Rosario (donde estaban detenidos) hasta la comuna de Ibarlucea, donde los mataron. Aquel 18 de diciembre de 1976, en un país sumido en un silencio de plomo, Ibarlucea callaba.

En 1984, en el juicio a las Juntas militares que gobernaron de facto el país entre 1976 y 1983, Carlos Pedro Dawydowyz (ex agente de la Sección Mantenimiento de los vehículos empleados por el Servicio de Informaciones desde 1976 a 1978) declaró como testigo del hecho, por el cual en 2012 fue imputado Ricardo Enrique Corrales en el marco de la causa Feced. 

Una noticia publicada el 21 de diciembre de 1976 en el diario La Opinión permitió al Equipo Argentino de Antropología Forense saber la fecha de ese crimen de terrorismo de Estado y las identidades de seis de las víctimas: Rodolfo Raúl Segarra (“Hueso”), Nora Elma Larrosa (“Leonor”), Alberto Cristian Azam (“Turquito”), Horacio Humberto Meleli (“Gallego”), Segundo Severino Núñez (“Joaquín”), Carlos Maximiliano Aguirre (“Negro” o “Pedro”) y Rodolfo Raúl Segarra (“Hueso”). Como si la violencia institucional escribiera su historia con macabras coincidencias, en 2020 fue investigada esa misma Subcomisaría N°17 por la muerte del albañil Franco Hueso.

Algunos recuerdan el jingle de alegría siniestra que sonaba en los años setenta por la televisión en blanco y negro, promocionando el novedoso Cementerio Jardín Ibarlucea: “Sábados y domingos… ¡al cementerio!”. Pero de aquellos otros muertos, los de la Masacre de Ibarlucea, la comuna no habló hasta el 24 de marzo de 2021, cuando el Grupo Sociocultural Ibarlucea convocó a una marcha del 24M. 

Un año exacto después, el grupo invitó además al reconocido escultor rosarino Fabián Rucco, a quien (ad honorem) se le comisionó una escultura tallada en madera en la Plaza San Martín.

Aquel 24 de marzo de 2022, Ibarlucea amaneció distinta. El escultor se instaló con sus herramientas y comenzó, bajo un cielo muy gris, a trabajar a la vista de todo el pueblo en la plaza. La madera seca iba reviviendo. Se fue llenando de ojos, ojos bien abiertos, muchas miradas como inmersas dentro del tronco, asomándose hacia afuera como por ventanas por todos los costados; miradas de hombres, de mujeres, de niños, todos surgiendo desde adentro de ese bloque amorfo en el que parecían haber pasado décadas atrapados. 

Fueron algunos amigos artistas desde Rosario, se arrimó gente del pueblo; le cebaron mate, admiraron la obra en proceso. Un proceso que culminará el próximo 24 de marzo, justo un año después de comenzado. Coincidiendo con una nueva marcha por Memoria, Verdad y Justicia, se concluirá y será inaugurada. Conmemora a las víctimas de aquella masacre y a todos los 30000 desaparecidos por la dictadura cívico-militar que asoló la Argentina entre el 24 de marzo de 1976 y diciembre de 1983.

 

Los conmemora a todos, dice Rucco, galardonado realizador de esculturas en Argentina, Alemania, España, Francia, Dinamarca, Chile, Uruguay, Perú, Lituania, Tailandia y Japón. Licenciado en Bellas Artes con especialización en escultura, se recibió en la Universidad Nacional de Rosario, donde actualmente es profesor. 

Es autor de hermosas tallas en parques y otros espacios públicos de Rosario y su zona de influencia, entre ellas dos en la ciudad de San Lorenzo: una de ellas comisionada en forma particular por un vecino de Santiago del Estero al 700 y la otra en una escuela pública. 

Fabián Rucco nació en Rosario en 1973. Es Artista distinguido de la ciudad. Vive del arte y tiene su taller en el barrio La Florida, muy cerca de su amado río Paraná. Cuenta que fue tema de una leyenda urbana local, una bien rosarina cuando una de sus obras emplazadas en la Plaza Pichincha de su ciudad pareció desaparecer misteriosamente y se rumoreó que la habían robado. 

En realidad, el vacío sobre el pedestal de hormigón estaba previsto como parte de toda una secuencia, un relato en imágenes que narra la metamorfosis de un hombre en pájaro. Emplazadas a 2 metros de altura, las 4 tallas son visibles desde la avenida Rivadavia al 2500, entre el final de la estación Rosario Norte y la entrada al túnel Celedonio Escalada. El significativo título de la obra es “Instrucciones para volar”.