"Ahí no había vocación divina, era todo manipulación", expresó una de las 43 mujeres que, entre 1974 y 2015, fueron víctimas de trata del Opus Dei. En 2021, la denuncia colectiva contra la institución había tomado notoriedad internacional, lo que provocó que al año siguiente el papa Francisco decidiera reconfigurar su estatuto.
Pasadas las 17, en el auditorio de la Cámara de Diputados de la Nación se inició el conversatorio "43 Mujeres víctimas de trata", donde Elisa Carmona, oriunda de la localidad entrerriana de Faustino María Parera, y Lucía Giménez, nacida en Paraguay, relataron cómo fueron captadas, sometidas y explotadas laboralmente.
La actividad fue organizada por Mónica Macha, diputada nacional por la provincia de Buenos Aires y presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad, y Eduardo Valdés, diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Participaron también el abogado de las mujeres denunciantes, Sebastián Sal, y la periodista Paula Bistagnino.
"La obediencia era la norma"
Ambas historias tienen un trasfondo común: dos adolescentes de entre 13 y 15 años, con bajos recursos económicos y la ilusión de acceder a una educación, fueron captadas bajo la promesa de mejorar su vida. Las chicas fueron traídas a Buenos Aires, donde durante décadas realizaron tareas domésticas para miembros del Opus Dei, sin pago ni derechos laborales.
"Una amiga de papá trajo la noticia de que en Buenos Aires había un colegio donde podíamos hacer la secundaria. Mis padres eran gente de palabra, por eso también confiaban en los demás. Nunca nos dijeron que era del Opus Dei", contó Elisa.
Cuando llegaron fueron "capacitadas" para la servidumbre. "La ayuda que teníamos que dar a cambio de esa educación era trabajar, trabajar y trabajar. El centro de formación era un centro de control, donde la obediencia era la norma", agregó la mujer.
"El Opus Dei vino a mi casa. Todo el tiempo hablaron de un colegio, nunca hablaron de Opus Dei. Me pareció una excelente oportunidad. A mis padres les dijeron que ellos nos iban a dar todo lo que necesitábamos", recordó Lucía.
Así, la mujer fue sacada de su Loreto natal, llevada primero a Asunción, y después traída a Buenos Aires. "Teníamos que hacer todo lo que ellos decían. Me trajeron sin documentos, con la cédula paraguaya. Me llevaron a una residencia para cocinarle a muchos hombres, yo terminaba molida", añadió la víctima.
"Todo esto se hizo en la época de la dictadura militar, cuando los derechos humanos no existían. En el 76, empezaron a recibir 40 millones de pesos mensuales como donativo para esta 'escuela de mucamas'", reveló Sebastián Sal.
"Las 43 para el Opus Dei eran las 'niñas menores', eran las que no importaban, y ellas les patearon la puerta. Hay mujeres que entraron en esa generación y aún hoy siguen estando en esa situación", advirtió Bistagnino.
A raíz de las denuncias, en 2022, el papa modificó el estatuto del Opus Dei, recortándole atribuciones que le habían sido otorgadas por Juan Pablo II.
Informe: Karla Góngora