La ambición define buena parte del trabajo de Mariano Tenconi Blanco. Es algo que aparece en sus textos pero también en las puestas, con actuaciones potentes que enaltecen el uso del lenguaje propuesto en la dramaturgia, vestuarios y escenografías imponentes y diseños lumínicos que aportan su propio sentido. Y también en la composición e interpretación musical a cargo de Ian Shifres, que siempre es clave y establece un diálogo con la otra partitura: el texto. Las ciencias naturales, segunda entrega de “La Saga Europea” estrenada recientemente en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, es una materialización de esa ambición, y de las posibilidades ilimitadas que ofrece el acto de imaginar mundos, criaturas y eventos extraordinarios.
“¿Qué teatralidad puede haber en los diarios de viaje?”, podría preguntarse alguien al leer la sinopsis. Tenconi ya demostró que puede hallar teatralidad en los lugares más insospechados y que la dramaturgia es por sí misma una forma elevada de literatura. En La vida extraordinaria se había desafiado a utilizar diversos géneros –cartas, poemas, diarios íntimos– para la escritura y encontrar la manera de que el teatro pudiera travestirse sin perder su esencia. En esta nueva creación los personajes comienzan narrando registros de sus diarios: el naturalista alemán Rudolph Weiss (Agustín Rittano) y su secretario español Calixto Blanco (Ariel Pérez de María) arriban a ese “paisaje idiota” -la pampa argentina- en busca de los orígenes del ser humano.
Ese primer cuadro ya ofrece un cúmulo de acontecimientos: un romance clandestino, un motín en alta mar, asesinatos cruentos, tempestades, un naufragio, sirenas que entonan cantos oraculares, la llegada a Buenos Ayres y el entierro de cadáveres. Prima la narración a público, pero la potencia de los actores permite que se vea al Dr. Blanco flotando sobre el cadáver rígido de Frau Therese, la tormenta o incluso el cuerpo del niño del Dr. Weiss. Rittano y De María se lucen con interpretaciones precisas, gran ductilidad corporal y un trabajo rítmico-vocal que refuerza la música del texto: al inicio Rittano adopta la gracia de un elfo, pero de a poco su voz y su postura van modificándose cuando experimenta la transición al lado oscuro; De María, por su parte, tiene algunos de los pasajes más bellos y profundos de la obra. Este “dúo quijotesco” –como lo ha definido el propio autor– trabaja sobre la hipótesis de cierto patetismo aunque también aparecen destellos de ternura.
A partir del segundo cuadro se produce un estallido de escenas delirantes entre las que destacan la performance eléctrica del Brigadier General Juan Martín Domingo de Amapolas -el Restaurador de las pampas- o la aparición de López Arana, un cheto de doble apellido hijo de estancieros (ambos interpretados por Marcos Ferrante); la llegada del Demonio en complicidad con el público y los relatos de Epuñamén, un cacique fanático de las letras que organiza malones para conseguir libros (Juan Isola); el rito lisérgico en el que Yuyito reparte bebidas espirituosas y polvos indios para recreación o los momentos hilarantes en los que Sor Braulia se comunica con la naturaleza (Andrea Nussembaum); el pugilato capilar entre Cachomauto y Blanco o esa suerte de culebrón que monta Magdalena con el español (Gabriela Ditisheim).
El sexteto no sólo interpreta unos 19 personajes y se hace cargo de un texto complejísimo, sino que además ejecuta instrumentos musicales en escena, desde la flauta traversa y el clarinete a la guitarra eléctrica y la batería: un ensamble liderado por Shifres que no es un capricho porque habilita nuevos significados y refuerza los momentos de acción, aventura, romance o emoción. Isola, además, se luce con una canción en la que un Demonio rockero anuncia: “Yo soy el mal”. Como si esto fuera poco, hay una obra en la obra –como en Hamlet, el teatro debe ser capaz de revelar la verdad– que homenajea a las antiguas compañías itinerantes y (con cariño) se ríe de los actores.
El vestuario diseñado por Banach aporta su propia información, con detalles exquisitos como el cuello isabelino en el traje del Demonio (con su clásico rojo punzó, los cuernos y el tridente) o las áureas cadenas en el extravagante look de la pareja de Yuyito y Epuñamén. El diseño de luces a cargo de Sendón es tan importante como la música a la hora de crear los climas para cada pasaje: desde la psicodelia en el rito lisérgico de la tribu hasta el lamento de Weiss por su hijo muerto bañado por la luz blanca. La escenografía de González Garillo, con esa escalinata revisteril, se asocia al trabajo coreográfico creado por Titiunik, que exprime al máximo la corporalidad de lxs intérpretes. Hay un diálogo armónico entre todas las áreas y cada una potencia al resto.
Las ciencias naturales se propone cautivar al público con toda la artillería de las artes escénicas: la riqueza en el uso del lenguaje, un trabajo minucioso en los ritmos de actuación, un diálogo permanente con la música y la literatura (con el mito fáustico y los diarios de exploradores como eje), y el humor como elemento clave en ese gesto tan propio de no tomarse nada muy en serio. Antes de acceder a la sala hay un cartel que se pregunta de qué trata la obra y enumera algunos tópicos que por supuesto aparecen: la lucha entre el bien y el mal, la paternidad, la deconstrucción de la masculinidad, la ciencia, el poder de la escritura, la amistad. Pero agrega algo conmovedor: “Quienes piensan así odian el teatro. Lo detestan. No les parece lo suficientemente interesante. Consideran que debe ser simplemente un medio para referirse a otros asuntos. No. Es teatro. Aventuras, poesías, rimas, disparates, besos, sopapos, muertos, bailecitos. Imaginación. Ficción”. Una fiesta escénica de dos horas; eso, entre muchas otras cosas, es Las ciencias naturales. Tal como Tenconi expresó en entrevista con este diario, hay “una confianza ciega en la imaginación”, y como dice Calixto en la obra: “Si nada es cierto, todo es posible”.
Las ciencias naturales: 10
Elenco: Agustín Rittano, Ariel Pérez de María, Juan Isola, Marcos Ferrante, Andrea Nussembaum y Gabriela Ditisheim
Músico en escena y música original: Ian Shifres
Diseño de sonido: Miguel Álvarez, Mateo Sapire
Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo
Diseño de vestuario: Magda Banach
Diseño de luces: Matías Sendón
Composición coreográfica y de movimiento: Jazmín Titiunik
Producción artística: Compañía Teatro Futuro, Carolina Castro
Dramaturgia y dirección: Mariano Tenconi Blanco
*Las ciencias naturales puede verse de jueves a domingos a las 20 en la sala Casacuberta del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) y las entradas pueden adquirirse en la web del Complejo Teatral de Buenos Aires.